El año 2025 está próximo a terminar. El mismo ha sido marcado por eventos que han captado la atención de quienes vivimos en esta tierra puertorriqueña, y que nos han afectado de diversas maneras. El país está pasando por momentos de profundas crisis –sociales, económicas, políticas- y no parece haber voluntad del gobierno para atender los problemas que aquejan a nuestra nación. Aunque quienes vivimos en esta Patria podemos estar divididos en cómo abordar los problemas que nos afectan, una cosa nos sigue uniendo en lazos indivisibles: el orgullo de ser puertorriqueños.
Es interesante observar que, en momentos en que necesitamos tener un elemento unificador, es ese sentido de identidad nacional el que nos aglutina como país. No hay duda de que nuestra puertorriqueñidad existe y se fortalece; aquello que nos identifica como nación única y exclusiva ante el mundo. La identidad nacional es el sentimiento colectivo de pertenencia a una nación, que proporciona significado y autorreconocimiento a un grupo de personas que se definen como una comunidad nacional. Se construye a partir de elementos culturales compartidos y es un fenómeno dinámico que se forma y moldea continuamente. No hay duda de que nuestra identidad ha ido transformándose a la luz de los acontecimientos que nos han marcado. Pero ciertos elementos quedan perennemente. Entre otros, nuestra bandera, que representa los valores y la historia de nuestro pueblo, y que es indudablemente fundamental para nuestro sentido de pertenencia. Es la monoestrellada, y no otra, la que nos identifica como pertenecientes a nuestra nación de manera innegable, tanto en nuestro suelo como internacionalmente. Igualmente, una narrativa histórica común y eventos trascendentes que unen a los individuos a través del tiempo. Y claro, nuestra cultura y tradiciones populares, que ciertamente elevan en cada boricua el sentido patrio.
Este sentido de orgullo nacional es lo que nos mueve a defender férreamente nuestra Patria. Podemos tener puntos de vista diferentes, pero estamos claros en un punto: no hay cosa alguna como ser puertorriqueño. Que nada ni nadie provoque la pérdida de nuestra identidad.

