El caliente reloj del verano ya marca su paso en Puerto Rico, trayendo temperaturas candentes que sofocan a la isla. Con el arranque de la temporada de huracanes, la ansiedad crece: ¿aguantará nuestra frágil red eléctrica? En junio de 2024, más de 500,000 hogares quedaron a oscuras, un recordatorio de un sistema pegado con chicle. Mientras, el gobierno, el Negociado de Energía de Puerto Rico (NEPR), LUMA y Genera PR se enfrascan en una batalla pública que oscurece el camino.
Hace unas semanas, el NEPR rechazó un aumento tarifario de 2.7 centavos propuesto por LUMA, quien advirtió que esto frenará mejoras al sistema. El mismo regulador mantiene una disputa con Genera PR por la conversión a gas natural de varias plantas generatrices, y la gobernadora Jenniffer González respondió con un “LUMA se va”, aunque aún no conocemos el plan. Estos choques no son solo técnicos; señalamientos públicos apuntan a una guerra de intereses privados que priorizan ganancias sobre nuestro bienestar.
Mientras las temperaturas suben, los puertorriqueños cruzamos los dedos, temiendo apagones en plena época de huracanes y calor. Más allá de la garata pública, no vemos luz al final del túnel para, al menos, saber que estamos encaminados a acabar de una vez con la crisis energética, que afecta nuestra calidad de vida y pone en riesgo la salud y hasta la vida de mucha de nuestra gente.
El reloj del verano no espera. Necesitamos un plan claro: inversión efectiva, fortalecimiento de la red y priorizar a los ciudadanos, no a los interés escondidos. Basta ya de espejismos e inacción. No es justo que los puertorriqueños continuemos cruzando los dedos. El reloj sigue corriendo y seguimos esperando por un sistema que nos sirva bien.