Opinión

La inmigración y el problema de natalidad

Lee aquí la columna del abogado estadista

No siempre es fácil saber si el presidente Donald Trump habla en serio o nos está tomando el pelo, y tal vez lo hace a propósito. ¿Reabrir Alcatraz? ¿Canadá como el estado 51? ¿Un arancel a todas las películas extranjeras? Ahora ver una película hecha en el extranjero es una amenaza para nuestra seguridad nacional, pero usar TikTok, una plataforma de redes sociales propiedad de una empresa con sede en China, ¿no es nada de qué preocuparse?

Cuando se le preguntó al presidente, el mes pasado, si el gobierno debería ofrecer incentivos para que las mujeres tengan más hijos, este respondió que le parecía una buena idea. Los miembros de su círculo íntimo, incluidos Elon Musk y el vicepresidente JD Vance, han sido defensores vocales de las familias más grandes. Según se informa, la administración ha estado sopesando varias alternativas para atender el problema de la reducción en la tasa de natalidad en los Estados Unidos, una de las cuales proporcionaría un “bono” de $5,000 a aquellas mujeres que decidan tener hijos.

La preocupación por las bajas tasas de natalidad en los Estados Unidos está justificada. Según los datos y los estudios de economistas expertos en el tema, es necesaria una tasa de natalidad de 2.1 hijos por mujer para mantener corriente el reemplazo de la población. El año pasado, la tasa de natalidad de Estados Unidos se estima que fue de alrededor de 1.6. Eso estuvo ligeramente por encima del mínimo histórico establecido en 2023, pero aún por debajo del nivel de reemplazo, que Estados Unidos no ha visto desde mediados de la década de 2000. Esto es importante, en parte, porque la edad y la tasa de crecimiento de la población de un país ayudan a determinar su prosperidad económica. Una población en crecimiento puede atraer inversiones de capital a medida que se expande el mercado de bienes y servicios.

Las innovaciones y descubrimientos significativos suelen provenir de aquellos entre 30 y 40 años. El envejecimiento de la población podría perjudicar nuestra competitividad mundial y sobrecargar el presupuesto gubernamental en la medida que dicha población requiere mayor asistencia de los programas de beneficencia social. Y sin suficientes trabajadores jóvenes para reemplazar a los jubilados, los costos de salud y pensiones pueden volverse insostenibles.

Al analizar este asunto de la natalidad, vale la pena examinar las experiencias asiáticas y europeas porque los líderes políticos de estas naciones, como Trump, pensaron que los beneficios monetarios inducirían a las mujeres a tener más hijos. Veamos algunos ejemplos específicos. Los datos reflejan que Taiwán ha gastado más de 3,000 millones de dólares en iniciativas natalistas. Francia amplió una política, en 1994, que ofrecía dinero a las parejas con varios hijos para subsidiar los costos de crianza. En 2006, cuando el ingreso per cápita ruso era de $10,700, Vladimir Putin duplicó los pagos mensuales de manutención infantil del gobierno y ofreció un bono de $9,200 a las madres que tuvieran un segundo hijo. La población de Rusia era de 143 millones en 2006, donde se mantiene aproximadamente en la actualidad.

En Estados Unidos, tanto progresistas como los conservadores insisten en que un incremento en las ayudas a los padres y beneficios bajo los programas de beneficencia social puede revertir estas tendencias demográficas. Sin embargo, incluso las sociedades nórdicas, que son conocidas por sus generosas licencias de maternidad y políticas de cuidado infantil, también han visto una escasez de recién nacidos.

Los desafíos a los que se enfrentan las naciones desarrolladas se derivan, en parte, de décadas de progreso para las mujeres. Además del papel que los anticonceptivos y los derechos reproductivos han desempeñado en la reducción de las tasas de natalidad, más mujeres asisten a la universidad y se unen a la fuerza laboral. Retrasan el matrimonio y posponen tener hijos, lo que lleva a menos bebés. Tratar de sobornar a las mujeres para que tengan más hijos de los que quieren ha sido en gran medida infructuoso, incluso cuando el gobierno ofrece pagar el cuidado de los niños mientras la madre regresa a su lugar de trabajo.

Lo que ha ayudado a evitar que las tasas de natalidad en Estados Unidos se desplomen es la presencia de hispanos, que tienden a tener más hijos. De hecho, las estadísticas más recientes reflejan que la tasa de fertilidad de las mujeres hispanas en los Estados Unidos fue de 63.4 nacimientos por cada 1,000 mujeres. Esta tasa es superior a la de las mujeres blancas (52.5) y negras (55.2) en el mismo período.

Este pasado lunes, el gobierno anunció que el gobierno pagaría, a los inmigrantes ilegales, $1,000 para que se autodeporten, con la esperanza de reducir el gasto y las gestiones que requiere identificar a los “indocumentados”, procesarlos y sacarlos del país.

Sorpresivamente, el presidente Trump hasta comentó que su administración, como parte de esta medida, pretendía “trabajar con los inmigrantes para que, tal vez algún día, puedan regresar si son buenas personas, si son el tipo de personas que queremos”. Si el presidente habla en serio, debe entender que acelerar el trámite para legalizar su estadía en los Estados Unidos podría hacer mucho más que el programa de bonos para abordar nuestro dilema demográfico.

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