Hace 57 años, un jueves 4 de abril de 1968, a las 6:01 de la tarde en el balcón del Hotel Lorraine de la ciudad de Memphis, Tennessee, una bala atravesó el cráneo del Dr. y Rev. Martin Luther King, Jr. acabando una vida dedicada a la denuncia y lucha contra el racismo, la violencia y el empobrecimiento.
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Hoy es una ocasión propicia para reflexionar sobre el aporte del Rev. King a nuestra compleja y cruda realidad tanto a nivel nacional como internacional. Uno de los aportes más importantes de King fue su capacidad de tener una visión interseccional de la realidad de opresión, discrimen y exclusión.
El 8 de septiembre de 1962 en la cuidad de Monticello, Nueva York en la Convención del distrito 65 de la Unión de Tiendas por Departamento, Al por mayor y Al detal (UTDAMD), King presentó su primer borrador de los Tres Males Sociales Principales, un acercamiento crítico de la sociedad estadounidense. Estos males eran el racismo, la guerra y la pobreza. Sin dudas estos males siguen presente en el Puerto Rico y el mundo del 2025.
La realidad del racismo, el discrimen y la exclusión sigue siendo una realidad palpable en nuestro mundo. Vivimos en una sociedad patriarcal. Sociedad que tiene sus bases en el racismo, el discrimen y la exclusión de los sectores que no se conforman el modelo ideal de la sociedad capitalista neoliberal: varón, blanco, heterosexual, adinerado, guapo, cristiano fundamentalista, la dominación y la violencia.
El sexismo y la misoginia siguen presente en la violencia física contra las mujeres, asesinatos, violaciones, acoso. También en la violencia simbólica como menos paga por el mismo trabajo, exclusión de esfera de poder o no paga para el trabajo doméstico y el discrimen. Los incidentes de violencia doméstica en Puerto Rico el pasado año fueron de 6,641. Se cometieron 81 feminicidio.
El discrimen y la exclusión a la comunidad lgbttqi+ se hace realidad al desear negarles derechos o prohibirles beneficios. Un ejemplo es el proyecto del senado 1 donde el sector conservador y fundamentalista cristiano busca el privilegio de poder discriminar contra quienes no se ajustan a su ideología religiosa. Los vemos en las políticas migratorias represivas y abusivas de la administración Trump.
La guerra, la violencia y el armamentismo la seguimos experimentando. Vivimos en una sociedad violenta por patriarcal, racista y sexista. En este momento existen en el mundo 56 conflictos armados reconocidos. El gasto militar ascendió de 4.4% al 7.4% desde el 2020. Desde octubre del 2023 somos testigos de un genocidio diario a través de las redes sociales. En Puerto Rico la tasa de homicidios es de 15.3% por cada 100 mil habitantes.
Vivimos en una sociedad donde se nos educa a imponer nuestro criterio si es necesario por la fuerza, con armas o con bates. Vemos la violencia simbólica contra los sectores empobrecidos de nuestra sociedad cuando se les acusa de ser vago, de no querer trabajar, de ser unos aprovechaos. El presidente Trump utiliza a diario un lenguaje violento y opresor al amenazar a países de invadirlos o imponerles sanciones políticas y económicas sin ninguna justificación. Además de imponer por decreto medidas que afecta la salud, la seguridad y la vida de mujeres, niños, personas de diversidad sexual o género, viejos o extranjero.
La realidad del empobrecimiento, la explotación, son una realidad hoy. La pobreza en el mundo es del 38.1% (11.3 millones de personas) de la población mundial. En Puerto Rico la pobreza es de 39.6% de la población. La pobreza en la niñez alcanza el 55% y entre adultos mayores 40%.
La explotación y empobrecimiento lo vemos en la destrucción y privatización de nuestras playas, la contaminación de nuestro medio ambiente con carboneras, aumento de plantas de gas, la corta y tala indiscriminada de árboles. Experimentamos un creciente proceso de gentrificación que pone en peligro la vida de familias y sobre todo de adultos mayores y familias jóvenes al encarecer las rentas y el mantenimiento de las viviendas. Además, de dificultar el acceso a ayudas o préstamos para la compra de un hogar.
Este análisis sigue vigente 63 años después. King afirmaba que “…sabemos que todavía en nuestro mundo hay un gran abismo entre lo superfluo, la riqueza desproporcional y la despreciable y mortal pobreza”. Reconociendo esa realidad King nos hace una invitación “…nos hemos dado cuenta de que, si queremos ser libres, somos nosotros los que tenemos que hacer algo”. La responsabilidad de transformar la sociedad en que vivimos es nuestra. De que quienes tenemos un compromiso de luchar, todos los días, para hacer real una sociedad donde todos, todas y todes quepamos y podamos vivir en igualdad, equidad y justicia. Para eso es necesario que nos organicemos y luchemos tal como lo hizo King. Hoy más que nunca necesitamos renovar este compromiso.