Opinión

Apoyo al policía

Lee aquí la columna del periodista y director de programación de NotiUno.

Alex + columnistas
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Hace seis días el agente de la policía, Eliezer Ramos Vélez, perdió su vida haciendo lo que algunos críticos de la uniformada no tienen el valor de hacer, exponer su vida por la seguridad del pueblo. Es bien fácil estar desde las gradas lanzando gritos, epítetos, y criticando sin pasar lo que pasa un policía. Obviamente eso de poner comida de perros a unos agentes es una falsa “valentía”. Solo se atreven hacer eso cuando están rodeados de su corillo y porque hay cámaras de televisión grabando. De seguro no son tan bravos de ponerle comida de perro a unos agentes cuando están solos y sin cámaras. Estoy seguro de que todos los que le pusieron comida de perro a los agentes en aquella huelga de la universidad se orinarían encima, y perdonen la expresión, si enfrentaran a estos delincuentes en un encuentro fortuito.

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En la Policía de Puerto Rico, como en cualquier organización gubernamental, política, privada y hasta sin fines de lucro, puede haber figuras que se aparten de la ley, pero eso no es sinónimo que todo el organismo sea igual.

Quien entra hoy a la Policía de Puerto Rico es porque lo desea de corazón y eso yo lo admiro, lo respeto y lo aplaudo de pie. Ese reconocimiento debemos hacerlo todos. El agente Ramos Vélez tenía solo 35 años de vida y 12 años en la fuerza policiaca. ¿Fue una buena decisión del agente caído lanzarse en persecución tras estos asesinos sin que hubiesen llegado aún los refuerzos? Pues uno pudiera pensar que no, por su propia seguridad. Sin embargo, probablemente él pensó que, de otra forma, hubiese perdido el rastro de los delincuentes y puso eso por encima de su seguridad. Eso es compromiso con su trabajo, con la ciudadanía.

En los últimos años hemos responsabilizado a la Junta de Control Fiscal de casi todos nuestros males porque son los que aprueban o desaprueban los presupuestos y hasta legislaciones. En primer lugar, ese organismo fue impuesto a nuestro gobierno por sus propios actos, por su mala administración. Si no estuviera la Junta, hoy estaríamos en taparrabos por la crisis fiscal que tendríamos ya que la clase política no ha tenido voluntad de cambio. Es con la Junta y siguen presentando y aprobando leyes de impacto fiscal al garete, imaginen si estuvieran por la libre, sin controles.

Desde mi perspectiva, nuestro desarrollo como isla está en cuatro pilares: desarrollo económico, educación, salud, y seguridad. Todas están interconectadas y unas dependen de otras, pero sin desarrollo económico olvídese de las otras tres porque no habría fondos para mantenerlas. Lo otro son impuestos, pero ¿de dónde se pagarían si no hay desarrollo económico, empleos, trabajos bien pagados, etc.? El presupuesto para la seguridad, en mi opinión, no es suficiente, pero el gobierno no ha sido efectivo persuadiendo a la Junta ni desarrollando propuestas de recaudos para ese fin, y no hablo de impuestos.

En todas partes hay criminalidad, narcotráfico, y nuestra isla no es la excepción. Incluso, aunque en nuestro hemisferio las rutas del transporte de drogas de Suramérica a Norteamérica se han diversificado, Puerto Rico sigue siendo una ruta importante para los narcos y traficantes de armas. La criminalidad que nos cuesta vidas en Puerto Rico está concentrada en los asesinatos relacionados al trasiego de drogas. Si usted resta eso, no queda gran cantidad de asesinatos, en comparación con lo que tenemos.

Nuestra fuerza policial se ha reducido sustancialmente y aunque la tecnología puede ayudar a cubrir una parte del desempeño del recurso humano, no es proporcional los agentes que hemos perdido en el cuerpo policíaco con lo que puede cubrir esa tecnología. No hay inteligencia artificial que pueda cubrir la ausencia de un agente investigador, de un supervisor, entre otros, en la lucha contra el crimen. Una cámara de seguridad ayuda, pero no sustituye una buena sesión de rondas preventivas en patrullas.

Agraciadamente, aunque tenemos un serio problema de salud mental en la isla, no llegamos a los niveles de Estados Unidos donde un desquiciado entra a un cine, a una escuela elemental, a una universidad, a un centro comercial abriendo fuego indiscriminadamente contra personas inocentes. Tampoco tenemos el libertinaje que existe en los estados donde se le pone un arma en las manos a cualquier loco. No obstante, aunque los números apuntan a que la criminalidad ha reducido algo, los asesinatos por trasiego de drogas y armas siguen ahí.

Aquí, aunque no sea la intención de la ley, la misma protege más al delincuente que al inocente. Un policía tiene que casi recibir un tiro en el pecho para poder defenderse si no quiere correr el riesgo de que lo acusen o lo pelen en los medios de comunicación.

Hace unos años un menor que estaba en un auto robado intentó escapar de la policía, al entrar en una calle sin salida, imagino con la adrenalina en high, puso el auto en marcha en retroceso y de manera temeraria hacia los policías que lo tenían bloqueado. Estos abrieron fuego y lamentablemente el joven falleció herido de bala. Aunque el propio auto puede ser un arma letal, al lanzarlo contra los agentes, todavía hoy se busca cómo culpar a los policías porque el menor no estaba armado. ¿Y cómo iban ellos a saberlo? Les lanzaron un auto, que es un arma letal, encima ¿y se suponía que ellos le dijeran “por favor, con cuidado que estamos aquí y puede hacernos daño?”. Lamentablemente no funciona así, aunque quieran forzar las versiones de que los policías son siempre los villanos, hasta cuando se defienden o protegen sus vidas.

Son muchos más los que están comprometidos con el pueblo, como lo estuvo el agente Eliezer Ramos Vélez. A él, a los que quedan y los que vendrán, nuestro respeto y agradecimiento por su trabajo, por asumir esos riesgos para proteger a la ciudadanía y que podamos vivir en un mejor Puerto Rico.

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