¿Fue sin querer queriendo?

Lea la columna del periodista Julio Rivera Saniel

Metro Puerto Rico
Julio Rivera Saniel Metro Puerto Rico

Usted lo sabe. Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Faltan 10 meses, para ser exactos. Y esa esquina queda aún más cerca si tomamos en cuenta que las primarias serán en apenas cinco meses. Pero mientras el proceso electoral va a ritmo imparable, sobre el proceso de inscripción de nuevos electores no se puede decir lo mismo.

PUBLICIDAD

Sobre el tema ya han levantado bandera (lo han hecho hace meses, para ser justos) los comisionados electorales de los partidos de más reciente creación. Tanto Proyecto Dignidad como Victoria Ciudadana y candidatos independientes han puesto el dedo en la llaga de la lentitud en los esfuerzos que la Comisión Estatal de Elecciones debe impulsar para educar sobre las formas de inscribirse y, con ello, ampliar la base electoral. Porque, después de todo, si alguien debe estar interesado en ampliar la base electoral es la Comisión. ¿O me equivoco?

Según han revelado los comisionados electorales, entre ellos el del Partido Independentista Puertorriqueño, Roberto Iván Aponte, hasta la pasada semana la Comisión daba cuenta de unos 38 mil jóvenes que se han inscrito como nuevos votantes. El problema con esa cifra que sola podría dar la impresión de que se trata de “mucha gente” es que es minúscula si se compara con períodos electorales previos. Y claro que usted podría argumentar que la baja en nuevos electores es probablemente proporcional a la baja poblacional que vive la isla. Pero aún contando con ese elemento, la baja es desproporcional. Según los comisionados, el más reciente Censo de los Estados Unidos ubica a 150 mil jóvenes con el potencial de inscribirse y participar como nuevos electores en las primarias y elecciones de este año.

¿Es coincidencia la falta de inscripción de nuevos votantes? ¿Será acaso que no están interesados en votar? Algo de eso podría haber. Cualquiera que conversa con un adolescente puede confirmar la desilusión con el rumbo del país y las propuestas de los partidos.

Sin embargo, podría haber factores adicionales. El más lógico, la falta de orientación oficial sobre maneras para inscribirse, la casi total ausencia del personal de la CEE en escuelas superiores para orientar sobre la inscripción (cosa que ya no es obligatoria a la luz de los más recientes cambios en las reglas de juego) y el cierre de las Juntas de Inscripción Permanente. Sobre lo último, los números son evidentes. Tras los recortes promovidos a la hora de impulsar ahorros en el Gobierno, las “JIPS” son un animal en peligro de extinción. Antes, cada municipio contaba con una oficina. Ahora, apenas quedan 17 JIPS para toda la isla.

Ese cierre se supone que llegara acompañado de un proceso de inscripción digital que, según ha admitido la propia CEE, ha enfrentado problemas que han podido desanimar a potenciales nuevos votantes.

Porque si se intenta y se intenta, y el proceso no es amigable, entonces el resultado puede ser promover el desinterés sin querer queriendo. Añada a lo anterior que la CEE no ha iniciado aun una campaña para orientar sobre las nuevas formas de inscripción y tampoco ha agendado visitas a las escuelas superiores para incentivar al potencial nuevo votante.

Sobre lo primero, la dirección de la Comisión ha afirmado que la falta de una campaña de orientación es atribuible a la escasez de fondos. Tras la aprobación de dinero adicional por parte de la Junta de Control Fiscal el pasado diciembre, ahora sería cuestión de darle forma a la campaña y ejecutarla. Sin embargo, la creatividad quizá pudo haberse convertido en aliada del Gobierno ante la falta de fondos. Estoy casi seguro que incontables figuras públicas, influencers y artistas que responden al demográfico de los nuevos votantes podrían (y aún pueden) ayudar a divulgar el mensaje sin costo. Sobre lo segundo, no habiendo una obligación reglamentaria el interés en visitar centros educativos y reclutar votantes se ha desvanecido. Es un hecho que para generaciones previas a la de los futuros nuevos votantes, esas visitas a las escuelas superiores fueron fundamentales para lograr interés en el proceso electoral y atraer a nuevos votantes.

Uno piensa y piensa y se pregunta, ¿quién podría oponerse a que más personas se inscriban para votar? Porque, claro, si las acciones de los partidos son respaldadas por los discursos en los que se atribuyen las mejores propuestas, las mejores plataformas e identidades electorales vivas y atractivas, todos tendrían que querer atraer a nuevos votantes. ¿O no? Después de todo, cada voto se plantea decisivo en medio de un escenario electoral en evolución como el que vive la isla desde hace una década. Ese en el que las bases electorales son insuficientes y el cruce de votos de una esquina a otra de la papeleta son la norma. Rechazar la idea de promover electores nuevos solo podría responder al miedo a no poder convencer a nuevos votantes.

Si ese fuera el caso, tal vez convendría la autorreflexión. El reconocimiento de la necesidad de repensar estilos y propuestas y que ese ejercicio sea el arma para atraer a nuevos votantes. Aún hay tiempo si existen ganas.

Tags

Lo Último