Tras una cerrada primaria, el nuevo secretario general del PPD declaró a la prensa que la situación del partido es “delicada”. Según lo reportado, los problemas apremiantes son la reorganización del partido, las finanzas y la necesidad de funcionarios electorales para los comicios del 2024. También se mencionaron las serias acusaciones pendientes contra los alcaldes de Ponce y Trujillo Alto, así como la controversia sobre las enmiendas electorales.
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El consenso es que el PPD se juega la vida en las elecciones de 2024. La mayoría de los “expertos” y “analistas” políticos de los medios afirman que de lograrse una alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana, el PPD sería desplazado como segunda fuerza política del país. El liderato del Partido Nuevo Progresista ha convencido al liderato legislativo del PPD que su mayor enemigo es la alianza PIP-MVC y que cualquier ganancia de ésta es a costa del PPD.
Esta visión de “suma cero”—la ganancia de una alianza PIP-MVC es pérdida para el PPD—encubre que el PNP es también una fuerza política en descenso. La alternancia bipartidista está en peligro de muerte y sólo la sostiene el modelo electoral vigente, según el cual gobierna el partido o candidato que más votos saque. Desde las elecciones de 2012 ningún gobernador ha sido electo con 50% o más de los votos emitidos. Tanto el PPD como el PNP han reducido la porción de su electorado a una tercera parte o menos. El país se ha dividido en tres tercios electorales: PNP, PPD, PIP/MVC/PD. El último tercio está fragmentado pero tiene como denominador común: la desafección del bipartidismo cerrado.
El PNP ha convencido al liderato legislativo del PPD que ambos son la mayoría del país y que las minorías son la amenaza a su continuidad en el poder político. Según esta lógica, para retener el poder compartido hay que limitar la participación a las organizaciones de minoría en el proceso de decisiones de la Comisión Estatal de Elecciones. Esta visión suma cero que presenta al PNP y al PPD como un bloque que comanda el 65% del electorado, encubre que lo opuesto también es cierto. Si el PPD encontrara convergencias y acuerdos con los partidos de minoría, ellos serían parte de una coalición de oposición al PNP que comandaría dos terceras partes (66%) del electorado.
Los enemigos más poderosos del PNP y el PPD son la corrupción y el inmovilismo político sobre el estatus. La corrupción del PNP es la base del nacimiento del Proyecto Dignidad, así como el inmovilismo sobre el estatus impulsó a un grupo importante del Partido Popular a fundar Victoria Ciudadana, capturando una porción importante de los soberanistas desafectos del PPD.
Pero la política puertorriqueña ha cambiado mucho. El estatus ya no es el eje principal del comportamiento político de los/as votantes. Los nuevos ejes de la política puertorriqueña son el género, la raza y el medioambiente. A estos nuevos ejes se unen la agudización de la desigualdad y la crisis de los servicios de salud, energía y agua. Esta es la explicación del auge del MVC y el nuevo discurso del PIP sobre la “patria nueva”. La corrupción y el agotamiento del debate tradicional del estatus son la base del realineamiento político presente.
El gran reto para el nuevo liderato del PPD es entender e interpretar las nuevas coordenadas de la política puertorriqueña y reposicionar a su partido dentro de la nueva configuración política. En las elecciones de 2020 el liderato del PPD pretendió buscar votos entre el electorado conservador y fracasó. La pregunta necesaria para el PPD de cara a las elecciones de 2024 es si sus enemigos son las fuerzas emergentes o las fuerzas declinantes. La agenda del PNP a corto plazo es mantener al PPD como socio débil en una coalición gobernante para liquidarlo a mediano plazo y capturar el sector anexionista de este partido. Pensar que la oferta de una alianza PNPPD implícita en un proyecto de enmiendas al código electoral para excluir a las fuerzas emergentes PIP/MVC y PD resultarán en un resurgir del PPD, es proponer al PPD subir una jalda caminando de espaldas.