Ayer el representante popular Orlando Aponte anunció que su esposa -de quien dijo se divorciará- desistió de la orden de protección que había presentado en su contra bajo señalamientos serios de maltrato. Sin embargo, la Comisión de Ética de la Cámara decidió que continuará la investigación que se había activado a raíz de la denuncia doméstica.
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Hoy, la representante Mariana Nogales del Movimiento Victoria Ciudadana enfrenta denuncias de la maltrecha Oficina del Fiscal Especial Independiente.
Estos son los dos casos más recientes que agudizan el problema de imagen que tiene ante el país nuestra clase política.
Ante todo esto vemos opiniones de todas partes sobre lo que deben hacer los partidos y los políticos involucrados. ¡Que renuncien! ¡Que sean separados de sus cargos! Eso piden algunos asumiendo que en la política aplica el dicho prehistórico de que “la mujer del César no solo tiene que serlo sino parecerlo”.
Otros piden que se respete la presunción de inocencia y que esperemos a la culminación de los casos para juzgar. Los más creativos y que quieren quedar bien con todos, abogan por castigos políticos, pero si hay causa en la vista judicial inicial o en algún punto determinado de los procesos legales o éticos.
La realidad es que no puede haber varas altas para unos casos y varas cortas para otros. No puede haber pedidos de castigos duros cuando son opositores y ser blandengues cuando se trata de uno de los suyos. No puede adoptarse el discurso de crímenes graves en unos casos y bendito, fallas inofensivas involuntarias en otros.
En estos momentos de tanta desconfianza en las instituciones y ante señalamientos de peso, los partidos tienen que actuar con una misma vara, cual sea, de manera consistente. No pueden tratar a los opositores distintos a los “nuestros”.
El amigo y profesor Néstor Duprey ayer publicaba en su podcast sus comentarios sobre el caso de Nogales y hacia un recuento de cómo nació el Movimiento de Victoria Ciudadana. También relataba como decidió renunciar a sus aspiraciones en ese movimiento ante unos señalamientos en su contra que al final quedaron en nada, pues se aplicó la vara que el entendía debía prevalecer en ese grupo. Bajo esa premisa, dijo que Nogales debe renunciar no importa el resultado del evento judicial de hoy.
Su señalamiento le provoco un ataque virulento y racista de parte de un abogado vinculado con ese partido emergente. Entonces, uno se pregunta, ¿son tan distintos a los “partidos tradicionales” como profesan ser?
Yo creo que el MVC representó y sigue representando una alternativa para el electorado, pero deben recuperar cuanto antes cualquier asomo de percepción de que son mas de lo mismo. En el MVC, Proyecto Dignidad, PIP, PNP, PPD y en otros movimientos electorales hay mucha gente buena con aspiraciones a puestos con el deseo de mejorar las cosas en Puerto Rico, pero los tiempos llaman a sus líderes demostrar que no toleran a los que fallan. Sino los emergentes y tradicionales terminarán en la misma mogolla politiquera del que el país esta cansado.