Opinión

La nueva lucha por la dignidad, la igualdad y la protección de la mujer

Lee aquí la columna de opinión de la consejera profesional y miembro del Consejo de Gobierno de Proyecto Dignidad.

En el mes de la mujer pienso sobre el camino escabroso que hemos recorrido las mujeres. No dejo de preguntarme, ¿en qué momento se decidió intercambiar el camino ascendente de la dignidad, igualdad y protección plena de la mujer, por el callejón oscuro del feminismo radical identitario que conduce a la verdadera invisibilidad de nuestra singularidad?

Examinando la literatura, la legislación y otros aspectos relevantes al entorno social del desarrollo de la mujer en Puerto Rico, a lo largo de las últimas décadas, podemos aseverar que nuestra Isla se ha destacado por ser pionera en la aprobación de políticas públicas relativas a los derechos de la mujer. No solo en la región caribeña, sino también latinoamericana. El renglón educativo ha representado uno de los mayores avances para la mujer. La mujer en Puerto Rico tiene pleno acceso a la educación. En la Isla, la educación superior se imparte de manera mayoritaria a la población femenina.

Los datos indican que, en las últimas dos décadas, la población universitaria está representada por mujeres en un 60 %. De otra parte, en el ámbito laboral sobrepasamos la legislación y cobertura de varios estados de la nación norteamericana. Dicho esto, ¿a quién se le ocurriría pensar que en pleno siglo 21 se asoma una nueva lucha para proteger y reafirmar nuestra identidad y dignidad, así como la de nuestras hijas? ¿A quién se le ocurriría pensar que las que se autoproclaman exclusivas defensoras de los derechos de la mujer ponen en peligro con sus actos nuestra seguridad, protección e igualdad de derechos?

Y es que, en los últimos años, en nombre del progresismo, y gracias al feminismo de género e interseccional, las mujeres nos encontramos luchando nuevamente por un pleno reconocimiento y respeto. Cínicamente, en nombre de los derechos humanos montados en el concepto construido del “género” en lugar del sexo, se transgreden y se desdibujan los nuestros. Los derechos por los que tanto luchamos, por la naturaleza de nuestra unicidad sexual femenina, ¿ya no importan? Una vagina ya no te hace mujer, pero un lápiz labial y unos tacos sí. De ser mujeres, hemos pasado a ser una constelación de géneros donde cualquiera puede usurpar nuestra identidad y desplazarnos. Basta solo autodenominarse mujer y listo. Esto sirviéndose de un neolenguaje en donde las palabras crean una falsa nueva “realidad”. Por eso ya no somos mujeres menstruantes y mujeres embarazadas; ahora nos llaman, impositivamente, “personas menstruantes” y “personas embarazadas”. Ya no hay espacio que se salve de la locura: política, legislación, sistema de justicia, sistema carcelario, universidad, escuela, deporte y hasta los baños.

Las mujeres se están viendo obligadas a permitir el daño a su dignidad, incluso por la invasión a sus espacios privados y femeninos. A ceder su derecho a la igualdad y sus espacios de oportunidad y crecimiento a favor de esta absurda y grotesca cosmovisión. No importa si su seguridad es puesta en riesgo, si son desplazadas, lo que importa es que se logre una reconfiguración social donde la complementariedad entre hombres y mujeres sea cosa del pasado. Si somos todo, a la vez seremos nada. El resultado neto es la cancelación de lo ganado. La esterilidad y la esquizofrenia social se adopta como la nueva norma.

Ante este sombrío escenario es cuando más necesitamos de mujeres valientes, con entendimiento y acción. Tres características, a mi entender, cruciales en esta batalla cultural. Mujeres que trasciendan la burla y la cancelación, tan propias de esta era, para proteger su identidad, dignidad y los derechos que hacen posible su pleno desarrollo, así como su particular aportación a la sociedad. Me atrevo a decir que las mujeres de Puerto Rico no quieren este tipo de “progresismo” tan arcaico e inhumano. La inmensa mayoría de mujeres de Puerto Rico quieren verdadera igualdad de derechos, respeto y protección.

Más columnas de miembros del Proyecto Dignidad:

Tags

Lo Último

Te recomendamos