Opinión

Denis Márquez: Protejamos nuestros terrenos agrícolas

Lee aquí la columna del representante del Partido Independentista Puertorriqueño.

La dramática pérdida de terrenos agrícolas en Puerto Rico es alarmante. De acuerdo con los datos del Censo Agrícola del 2017, en los últimos 60 años censados, hemos perdido alrededor de 70% de tierras agrícolas. Del 2007 al presente, el promedio de pérdida fue de 67,637 cuerdas cada cinco años. El inventario actual de tierras agrícolas es de 487,775 cuerdas, o un 22% del territorio. Esta proporción resulta ser más baja que la del promedio mundial.

Tras el huracán María, se anunció la asignación de fondos públicos para, entre otras cosas, la construcción de viviendas y proyectos a escala industrial de energía renovable. Incluso, ya se han aprobado proyectos en terrenos de alto valor agrícola y ecológico.

Nos reiteramos en que la forma correcta, ordenada y planificada de proveer vivienda a las familias e individuos que la necesitan es mediante un enfoque de reconstrucción, rehabilitación o reparación de estructuras existentes – que, según estadísticas del gobierno, rondan los 257,798 hogares – y no a través de la construcción de vivienda en los pocos terrenos disponibles, cuyo uso debe destinarse a la conservación y protección, debido a su valor ecológico, y para la producción agrícola tanto en el presente como en el futuro previsible.

De igual forma, la consideración de proyectos energéticos en terrenos designados para usos agrícolas es contraria a la ley y la política pública vigente, y representa una amenaza para la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola del país. Insistimos también en la alternativa de instalaciones solares en techos y microredes en áreas urbanizadas, como ha propuesto la facultad de Ingeniería Eléctrica del Recinto Universitario de Mayagüez, cuyos estudios demuestran que en Puerto Rico existe suficiente espacio en los techos de estructuras en zonas urbanas para colocar placas fotovoltaicas y generar varias veces más electricidad de lo que se requiere para uso doméstico.

Estas opciones librarían al país de sacrificar sus terrenos de valor agrícola sin detener el desarrollo económico, de viviendas y energético del país.

Más columnas de Denis Márquez Lebrón:

Tags

Lo Último

Te recomendamos