Opinión

Opinión de Alejandro Figueroa: El voto Latino en las elecciones de EEUU

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Alejandro Figueroa | Columnista

Tanto los demócratas como los republicanos tienen una narrativa que se cuentan a sí mismos sobre cómo construir una mayoría estable a largo plazo después de décadas de elecciones angustiosamente reñidas. Ambas historias giran en torno a sus estrategias para ganarse a los votantes latinos de la nación.

PUBLICIDAD

El realineamiento es la gran esperanza del Partido Republicano: el pronóstico de que millones de votantes latinos, en particular los votantes de cuello azul y los hombres jóvenes, cambiarán su lealtad al Partido Republicano, al igual que lo han hecho muchos votantes blancos de cuello azul. Esa teoría recibió un impulso después de las elecciones de 2020, cuando el expresidente Trump sorprendió a muchos demócratas al aumentar significativamente la cantidad de votos latinos que ganó, en comparación con su desempeño bastante pobre en 2016.

Con las elecciones de mitad de término acercándose y las elecciones clave pintando extremadamente reñidas, la pregunta de por quien votarán los latinos está una vez más entre las principales esperanzas y temores de ambos partidos.

La posibilidad de un cambio a gran escala de votantes latinos hacia el Partido Republicano es parte del dicurso triunfalista entre muchos republicanos del corazón del rollo y reiteraría su teoría de que realmente representan a la mayoría. A su vez, es parte del discurso apocalíptico entre muchos demócratas quienes no se cansan de explicar que a pesar de estar en el poder ahora, pueden estar a solo semanas de una deblacle si se produjera dicho cambio.

A pesar de todo eso, sin embargo, la evidencia que revelan las encuestas a nivel nacional sigue siendo ambigua.

Los demócratas han esperado durante años poder replicar a nivel nacional el dominio con los votantes latinos que han logrado en California y, en menor medida, en Arizona. En ambos estados, años de campañas republicanas que atacaron a los inmigrantes alejaron a una generación de votantes latinos. En California, eso ha provocado que el Partido Republicano se reduzca a una casi irrelevancia en las elecciones estatales. En Arizona, el apoyo latino fue clave para la victoria del presidente Biden en 2020.

Sin embargo, fuera de esos dos estados, la experiencia demócrata con los votantes latinos ha sido más complicada. En lugar de una historia de dominación, es parte de la historia más amplia de la lucha del partido por retener a la clase trabajadora estadounidense, incluso cuando depende cada vez más del apoyo de los votantes blancos con educación universitaria, cuyos intereses económicos a veces difieren de los de los clase trabajadora y cuyo interés en cuestiones de la economía a menudo pasa a un segundo plano frente a cuestiones de cultura e identidad.

Entre los votantes de cuello azul que son blancos, los demócratas han perdido terreno constantemente desde la década de 1990. Esa tendencia culminó con la victoria de Trump en 2016, en la que ganó casi dos tercios de los votantes blancos no universitarios, lo que le permitió ganar por poco en Wisconsin, Michigan, Pensilvania y la Casa Blanca.

Otra tendencia tuvo lugar en ese mismo período y también alcanzó su punto máximo con la campaña de Trump de 2016: un cambio en el Partido Republicano que vio a sus votantes oponerse cada vez más a la inmigración y, a menudo, a los inmigrantes y sus familias.

El presidente Reagan en 1986 firmó una amplia ley de reforma migratoria que otorgó amnistía a millones de personas que habían ingresado ilegalmente al país. El presidente George W. Bush tomó posiciones fuertemente a favor de la inmigración y propuso una legislación que habría reescrito aún más las leyes de inmigración de la nación. La derrota de esa legislación en el Senado en junio de 2007 marcó la primera gran victoria del movimiento de restricción de la inmigración y mostró su creciente fuerza entre los republicanos conservadores.

Trump abrió su famosa campaña de 2016 con una explosión en contra de los inmigrantes mexicanos, a algunos de los cuales calificó de violadores. Luego comenzó su presidencia con una prohibición de viajar a personas de siete países de mayoría musulmana y trató de mantener su mayoría en el Congreso en 2018 con advertencias agresivas contra las “caravanas” de inmigrantes.

Las actitudes de los votantes hacia la raza y la inmigración fueron los predictores más fuertes de quién votó por Trump en 2016, y esos temas siguen siendo los que más motivan a los principales votantes republicanos, según han encontrado repetidos estudios.

No es de extrañar que ese enfoque desalientara seriamente los esfuerzos republicanos por atraer a los votantes inmigrantes o a sus hijos. En 2004, Bush ganó alrededor del 40% de los votantes latinos. En 2016, Trump obtuvo solo el 28%, según un estudio detallado del electorado realizado por el Pew Research Center. Dos años más tarde, la participación de los republicanos en el voto latino en las elecciones de mitad de término se redujo al 25 %, descubrió Pew.

Los demócratas se regocijaron con los resultados de 2018, creyendo que habían vuelto al camino hacia una coalición mayoritaria duradera forjada al combinar el respaldo abrumador de votantes de color con una mayoría de graduados universitarios blancos, todos grupos que están ampliando su participación en la población del país.

Los resultados de 2020 acabaron con esas esperanzas. Biden ganó, en gran parte porque se desempeñó varios puntos porcentuales mejor entre los votantes blancos de cuello azul que Hillary Clinton cuatro años antes (33%, en comparación con 28%, según los datos de Pew), clave para recuperar Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Pero incluso perdiendo, Trump ganó terreno entre los latinos, ganando casi 4 de cada 10 de sus votos.

El análisis posterior a la elección realizado por Equis Research, que se especializa en estudiar a los votantes latinos, sugirió que muchos latinos asociaron a Trump con la prosperidad económica y a Biden con los cierres económicos relacionados con el COVID.

Trump también cambió significativamente su retórica, pasando del mensaje antiinmigración de 2016 a uno de ley y orden en 2020 que centró la atención de sus partidarios, en su mayoría blancos, en los manifestantes negros, en lugar de los mexicanos. Ese cambio puede haber eliminado una barrera que había impedido que los votantes latinos más conservadores se pusieran del lado del Partido Republicano.

El repunte del apoyo latino en 2020 ayudó a los republicanos a obtener varios escaños en el Congreso, incluidos varios en California, y dejó a los demócratas con una mayoría mucho menor de la que esperaban. Y llevó a algunos estrategas republicanos a proclamar que el Partido Republicano estaba a punto de convertirse en un partido populista de base amplia de clase trabajadora, a pesar de la realidad de que los votantes de su partido seguían siendo 85 % blancos, en comparación con poco más del 60 % de los demócratas.

¿Y ahora? Hay muchos votantes latinos que están indecisos, según el estudio de Equis. Están en proceso de cambio. Las encuestas hasta el momento no muestran ganancias republicanas continuas más allá de lo que logró el partido en 2020, pero tampoco muestran un resurgimiento demócrata. Los votantes inseguros tienden a estar fuertemente motivados por preocupaciones económicas por lo que habrá que ver cual de los partidos logra atraer a la mayoría de estos con un discurso que los convenza basado en promesas de bienestar económico y un mejor porvenir en tiempos donde la inflación y posible recesión les preocupan.

Tags

Lo Último