La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró Patrimonio de la Humanidad este sábado a los palacios reales en los Alpes de Neuschwanstein, Linderhof y Herrenchiemsee.
La candidatura de estos recintos se gestó durante un cuarto de siglo.
El comité encargado de la elección, reunido en París, destacó que las construcciones representan el “espíritu romántico y ecléctico” de una época, la de la segunda mitad del siglo XIX, y explicó que las construcciones mezclan las influencias del Castillo medieval de Wartburg (Alemania), del Palacio de Versalles (Francia), así como de los cuentos de hadas alemanes y las óperas de Wagner.
Situados en el estado alemán de Baviera (sur), cerca de la frontera con Austria, los cuatro son espectaculares y ubicados en parajes excepcionales, aunque el más conocido es el de Neuschwanstein, que sirvió de inspiración a Walt Disney para el castillo de “La bella durmiente”. En la actualidad, recibe a casi un millón y medio de turistas al año, la mayoría extranjeros.
Cuento hecho realidad
“La inclusión de los castillos en la Lista del Patrimonio Mundial es un homenaje excepcional a estos impresionantes lugares”, declaró Maria Böhmer, presidenta de la comisión alemana de la Unesco. “Todos son obras maestras de la arquitectura y dan testimonio de la imaginación artística, pero también de la excentricidad del rey de cuento de hadas”, añadió.
Si bien la declaración no conlleva financiamiento, sí ayuda a impulsar el reconocimiento internacional y el turismo. También obliga al país anfitrión a preservar y proteger los sitios e informar periódicamente a la Unesco. El primer ministro de Baviera, Markus Söder, describió la noticia como un “cuento de hadas” hecho realidad. Afirmó que la designación honra la historia, la cultura y la arquitectura de Baviera.
DZC (EFE, dpa)