La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. anunció una revisión significativa a su estrategia de aprobación de vacunas contra el COVID-19 que dejarán sin protección a millones de personas.
Bajo las nuevas directrices, solo los adultos mayores de 65 años y las personas con al menos una condición de salud de alto riesgo recibirán rutinariamente las vacunas anuales contra el COVID-19.
Para individuos más saludables, las compañías farmacéuticas deberán llevar a cabo extensos estudios clínicos antes de que las vacunas puedan ser aprobadas.
Este nuevo marco podría limitar la disponibilidad de las vacunas a aproximadamente 100–200 millones de personas y ha generado preocupaciones sobre la accesibilidad y la cobertura del seguro para aquellos que no están claramente categorizados como de alto riesgo.
La política refleja un creciente escrutinio de las recomendaciones de vacunas contra el COVID-19 bajo el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., quien ha designado a críticos de los programas de vacunas en roles clave de salud.
La publicación de la guía en una revista médica, evitando los procedimientos estándar de borrador y comentarios públicos, se considera inusual. Los críticos argumentan que la nueva postura socava el papel asesor de los CDC y señalan evidencia de que las dosis de refuerzo aún pueden beneficiar a individuos saludables.
Este cambio de política ha generado un intenso debate entre expertos en salud pública, legisladores y defensores de los pacientes. Mientras algunos aplauden el enfoque más personalizado, otros temen que pueda conducir a una disminución en las tasas de vacunación y un aumento en la vulnerabilidad a futuros brotes.