Gastronomía

Carmelo Rodero: Ingenio y figura del vino español

Visitamos la bodega de Carmelo Rodero donde su creador relató cómo construyó su camino al éxito.

Carmelo Rodero Carmelo Rodero muestra sistema que patentizó para trabajar las uvas por gravedad en la elaboración de sus vinos. (Suministrada Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero)

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RIBERA DEL DUERO, ESPAÑA - El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la palabra ingenio como la facultad del ser humano para discurrir o inventar con prontitud y facilidad. Mientras ingenioso se define como que tiene ingenio. He aquí el adjetivo perfecto para Carmelo Rodero, creador del aclamado vino que lleva su nombre.

Y es que aquel crío que con 13 años solo pudo aguantar 15 días internado en un colegio de sacerdotes, ha sido impulsado desde entonces por su ingenio para crear un gran emprendimiento, inicialmente en la agricultura y luego en el mundo del vino. “Brinqué la pared (del colegio), agarré el autobús, me vine a casa y le dije a mi madre, si me vuelves a enviar allí vuelvo a brincar la pared y me voy a donde Dios me de a entender, tu ve a ver lo que haces”, recordó Rodero de aquel episodio en su vida. Su madre tuvo la sabiduría de contratar a una persona del pueblo para que le impartiera clases particulares al jovencito. “Conseguí sacar el certificado de estudios primarios y esos son mis estudios, el certificado de estudios primarios. La verdad que yo que sí he sido una persona con iniciativas”, relató Rodero desde su bodega en Ribera del Duero.

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Esas iniciativas le hicieron ver que era más efectivo comprar una empajadora usada que comprar el alimento para los animales de la granja de su padre. Ya a los 16 años, Rodero adquirió equipo nuevo e hizo un contrato con la Sociedad de Peña Fiel. “Ese año hice yo más dinero que mi padre y ahí fue cuando comencé a comprar hectáreas para viñedos. Tenemos unas 170 hectáreas de viñas de producción”, contó, además de agregar que inicialmente vendía su producción a la famosa bodega Vega Sicilia. Para Rodero la materia prima (uva y terreno) en la elaboración del vino es fundamental. “Yo tengo la suerte de haber seleccionado tierras adecuadas para sembrar”, contó.

En el año 1988, Rodero tomó la decisión de producir su propio vino y comenzó a construir él mismo su bodega que ha ido extendiéndose por fases. La parte moderna del edificio se construyó en el año 2019.

Carmelo Rodero Carmelo Rodero frente a su bodega en la Ribera del Duero. (Suministrada Consejo Regulador DO Ribera del Duero)

La inquietud de su ingenio puede apreciarse en los procesos de su bodega donde incluso ha patentizado sistemas, por los que ha sido reconocido internacionalmente. En Bodegas Carmelo Rodero todo se vinifica por gravedad.

Tengo un sistema que es perfecto, perfecto, perfecto. Es perfecto. Poca gente lo tiene, es único, hasta patentado. Que me lo habrán copiado… Yo he hecho eso en el 2004. Algo, habrán copiao’, pero eso es perfecto”, muestra con orgullo Rodero. Se trata de un sistema mecanizado para el proceso de recepción de la uva. La uva entra directamente al deposito, sin pasar por cintas. Relató que cuando tuvo la idea vinificando en barricas abiertas y la comunicó, le dijeron que estaba loco. Hoy muestra con orgullo el sistema por el cual fue premiado.

Para Rodero la integración de la tecnología ha cambiado para bien el proceso de vinificación. El bodeguero y emprendedor vela cada detalle del proceso.

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Al pasar a la nave de barricas, se escucha música clásica. Y es que Rodero integró música tenue en el espacio para abonar a una sensación de paz y tranquilidad. “Pensé que el vino es un ser vivo, entonces por qué al vino le va a molestar la música. Todo lo que sea para mejorar la calidad del vino, aquí en esta bodega lo hacemos, aunque el bodeguero no esté en chaqueta”, comentó mientras caminaba entre las barricas.

Opta por barricas nuevas de roble francés porque son más limpias que barricas antiguas. Dijo que es un sacrificio económico que suma a un vino de mayor calidad.

Al pasar por los pasillos de barricas, Rodero recordó que en el inicio de su emprendimiento él mismo subía las barricas a los puntos más altos de la nave. Ahora se cuestiona cómo lo hacía, pero él mismo se responde que era la ilusión de su proyecto lo que lo impulsaba.

Hoy día, el problema que Rodero trata de descifrar cómo atender es la alta demanda por su vino alrededor del mundo entero que los enfrenta con escasez en la bodega. “Nunca hemos gastado dinero en publicidad y ahora tenemos un problema gordo, que la gente se queda sin vino con celeridad”, dijo el bodeguero sobre el problema que evidencia la recompensa de conquistar un inquietante sueño de emprender y destacar en una de las principales zonas vinícolas de España.

Mira un poco de la visita a la Bodega de Carmelo Rodero:

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