ARANDA DEL DUERO, ESPAÑA - Si hay dos bodegas que no necesitan presentación en Puerto Rico son Protos y Arzuaga. El boricua amante del vino español sabe que con etiquetas de estas dos casas siempre asegurará una gran experiencia. Precisamente eso fue lo que atestiguamos en el restaurante El 51 del Sol en Aranda del Duero en España, una gran experiencia, un lujo de encuentro para catar con los bodegueros Ignacio Arzuaga y Fernando Villalba.
Protos y Arzuaga son las dos bodegas más visitadas de Ribera del Duero. Sus vinos son distintivos de esta región vinícola. Sentados en una misma mesa, Arzuaga y Villalba no lucen como competencia, sino más bien aliados embajadores de la Ribera del Duero. Uno destaca la calidad del otro, y viceversa, en una cata de vinos seleccionados por ambas bodegas.
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“Aquí tienen dos conceptos porque al final las bodegas lo que hacemos es interpretar la uva y el terreno. Esto es como cuando cogemos un pernil, se lo damos a tres cocineros, los tres van a estar muy buenos, pero es diferente porque cada uno le da el toque, que yo creo que es lo bonito, que al final que estos dos vinos son reconocibles como Ribera, pero que tengan sus dos personalidades. No quiere decir que uno sea mejor que otro. Son personalidades distintas que es lo que el enólogo quiere imprimir al vino”, resumió Arzuaga en la primera ronda de cateo con un Arzuaga Crianza 2019 y un Protos Crianza 2018.
Por un lado el Arzuaga Crianza 2019 es un vino con mezcla de varias uvas, mientras que el Protos Crianza 2018 es 100 por ciento tempranillo. “Es un vino que lo que se trata es que sea fácil de beber, pero que deje ese impacto de lo que es Ribera del Duero. Ribera del Duero es una tierra de extremos por sus suelos, por su clima, pero al final es potencia con elegancia”, resumió Arzuaga. Mientras que Villalba enfatizó que al Protos Crianza 2018 le llaman el Protos del futuro porque en el 2017 comenzaron procesos diferentes. “Buscamos menos extracción, buscamos un vino que sea entrecomillas más fácil de beber. Siempre va a ser contundente, pero en este caso hemos usado menos barrica, es barrica francesa, pero menos nueva….Es un mega hit, es muy representativo de la región”, dijo el ejecutivo de Protos al catar en primicia esa añada.
Las referencias a Puerto Rico estuvieron muy presentes por parte de Arzuaga durante la jornada, pues el bodeguero es un asiduo visitante de nuestro archipiélago. Por ejemplo, sobre el Crianza 2019 dijo que iría muy bien con el lechón de Guavate. “Es un vino que lo que se trata es que sea fácil de beber, pero que deje ese impacto de lo que es Ribera del Duero. Ribera del Duero es una tierra de extremos por sus suelos, por su clima, pero al final es potencia con elegancia. Va a pasar tanto con el mío como con el Protos”, aseguró.
Como leen, ambos bodegueros no se limitaron a mostrar sus vinos sino que presentaron mutuamente. “La Ribera es verdad que hay muchísimas Ribera, pero yo creo que si hay bodegas que debemos estar orgullosos es bodegas como Arzuaga, que son bodegas históricas […] Poder estar con ellos es un gusto”, destacó Villalba.
Al pasar al Arzuaga Reserva 2018, su bodeguero destaca que no sacan al mercado todas las añadas de ese vino. “Aquí la selección de la uva es mayor, es de viñedos de unos 50 años. Principalmente es uva Tempranillo, tiene algo de Cabernet y tendrá como un 1 % de Albillo Mayor que es la uva blanca permitida por el Consejo, que en viñedos viejos lo podemos encontrar junto con el tempranillo. La elaboración de este vino es una vendimia manual, una maceración en frío, una fermentación a baja temperatura, lo que sí que aquí cambia es que en un momento dado la fermentación, la temperatura puede ser más alta porque buscamos más estructura, más cuerpo y no nos importa perder esos aromas florales porque luego con el largo envejecimiento en barrica lo vamos a perder de todas formas porque este vino es 100 % la fermentación malo láctica en barrica y una cosa a destacar es que en este vino, como en todos los vinos de Arzuaga, las fermentaciones son naturales. La fermentación malo láctica se ha hecho en barricas nuevas y luego se ha envejecido cerca de 30 meses en esas barricas más usadas. Para mi es un vino que representa muy bien lo que es Ribera del Duero, lo que decía al principio: la potencia, la elegancia, las notas minerales, la suavidad. Creo que es un vino, digamos de un corte un poquito más tradicional que los vinos que hacemos en Arzuaga”, explicó el bodeguero. La producción de este Reserva no muy grande.
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Arzuaga destacó que están utilizando barricas de casi 10 años para algunos de sus vinos contrario a lo que fue tendencia de utilizar barricas nuevas. “Yo creo que en el vino tienes que buscar el equilibrio en la maduración de la uva, en la fermentación, en el envejecimiento … Hemos visto que son vinos muy equilibrados y eso es lo importante”, destacó.
En el caso de Protos, seguimos con el Protos 27, un vino cargado de la historia de la bodega y de la región en sí misma, pues rescata la etiqueta original que tenía como marca Bodegas Ribera del Duero. Y es que esta bodega ubicada en Peñafiel fue fundada en 1927 por la unión de 11 viticultores de la zona, convirtiéndose en la primera bodega de lo que luego sería la Denominación de Origen Ribera del Duero. Para dar espacio al nombre de la Denominación de Origen, la bodega cambió el suyo a Protos que nace de una de sus marcas que era Protos 27. “(La marca) La recuperamos en la etiqueta para celebrar el 90 aniversario de la bodega”, explicó Villalba antes de pasar a catarlo. “Para nosotros este vino es icónico porque sí que ha marcado un poco la elaboración que queremos llevar a cabo. En este vino del 14, pero sobretodo en esta añada del 17 […] Son vinos donde buscamos más la elegancia y menos la contundencia en boca”, explicó el representante de Protos.
La cata avanzó a una de las grandes sorpresas de la noche. Amaya, un vino especial para la bodega Arzuaga, ya que se elabora conjuntamente con la diseñadora de modas, Amaya Arzuaga, hermana de Ignacio. Precisamente la identidad del vino busca explotar la elegancia asociada al nombre de la diseñadora. La botella cambia cada año y en su etiqueta aterciopelada destaca algún diseño de la afamada artista española.
Al catarlo, el hermano de Amaya destaca que el vino —elaborado con uva Tempranillo y Albillo Mayor— mantiene la potencia de su bodega, pero se mueve a buscar la elegancia. “Está fermentado con el racimo completo, con el raspón que es como se hacía el vino tradicionalmente aquí en Castilla. Fermentado en barrica francesa, la malo láctica nueva y mantener esa misma barrica durante 22 meses. Aquí lo que buscamos es con ese aporte del Albillo que le va a dar una fineza y un toque floral, buscar esas notas más florales. Es un vino con estructura, fuerza y de mucho impacto en la raíz, Es un vino profundo, con notas balsámicas, es un vino opulento. En la boca, un vino que nos impacta mucho, que nos llena mucho, goloso y es un vino de un concepto más moderno. Aquí no buscamos la longitud, sino el impacto inicial”, destacó Arzuaga. Definitivamente, catarlo fue memorable y una de las notas destacadas de la noche.
De Amaya pasamos a los vinos señores de la jornada. Protos Reserva 2015 5to año y Arzuaga Gran Reserva 2016.
El Protos Reserva 2015 5to año podría ser un gran reserva, pues tiene un mínimo de cinco años de maduración entre barrica y botella. “Buscamos que sea un vino fuerte. En nariz sale el licor, pero en color parece un vino joven. Lo que más hemos cambiado es el tipo de crianza, alargando un poco más el tiempo antes de ir al mercado para estar un poco más mercado”, explicó Villalba.
Contrario al Protos Reserva 2015 5to año que es 100 por ciento Tempranillo, en el Gran Reserva de Arzuaga 2016 se incluye un porcentaje de Cabernet Sauvignon más alto que puede llegar al 8 % y Tempranillo. Se envejece unos 50 meses en roble francés. “La idea es lograr destinos tradicionales del viejo mundo. Los vinos de envejecer, los vinos de complejidad, de añejamiento. Hacemos muy poquito de este vino”, explicó Arzuaga. Describió la experiencia de cata como la complejidad y la elegancia unidos en un vino. Se utiliza una botella mate para dar la imagen de preservar y protegerlo más de la luz. “Es un vino denso, profundo, intenso, con especiados —que muchos vienen del cabernet— pero es un vino serio, que se planta. En la boca, es un vino que nos llena, no es tan potente como el anterior (Amaya), es mucho más largo, más persistente, nos hace salivar más porque tiene más acidez, pero es un vino más pulido, más fino, más sutil en boca, más elegante, más aterciopelado”, resumió Arzuaga.
Protos es distribuido en Puerto Rico por V. Suárez & Co., mientras que Arzuaga es representado en el archipiélago por Plaza Cellars.
Enoturismo, un distintivo de ambas bodegas
En Ribera del Duero han desarrollado una Ruta del Vino que fomenta el enoturismo. Tanto Arzuaga como Protos son visitas claves en el destino.
“Junto con Protos somos las bodegas más visitadas. Lo principal es que queremos acercar a la gente a la cultura del vino. Que no vea el vino como una bebida alcohólica, sino que vea el vino como un complemento a la gastronomía”, explicó Arzuaga. De hecho, en la bodega cuentan con el restaurante Taller Arzuaga que tiene una Estrella Michelin, otro restaurante más alineado a la cocina tradicional de Castilla, un bar, un hotel de 96 habitaciones que fue el primero cinco estrellas de la provincia de Valladolid, un Spa, salas de catar y una finca, entre otros atractivos.
En el caso de Protos, Villalba destaca que “siempre estamos en el ranking de las bodegas más visitadas”. Esto no ocurre por casualidad. Protos, además de ser una de las bodegas con más historias, es una joya arquitectónica, que ha sido calificada como una obra maestra del siglo XXI. Su diseño estuvo a cargo de Rogers Stirk Harbour + Partners y Alonso Balaguer y Arquitectos Asociados. Son los mismos arquitectos del terminal del Aeropuerto de Barajas en Madrid, por lo que hay cierto aire de familiaridad, pero en un escenario completamente diferente, pues ubica bajo la ladera de la montaña del Castillo de Peñafiel.
“Estamos a una hora y media en coche de Madrid. No tenemos hotel, pero nuestra visita incluye una mezcla muy interesante con galerías subterráneas”, destacó Villalba.
Aunque no visitamos estas dos bodegas icónicas de la Ribera del Duero, lo cierto es que catar sus vinos nos transportó a su historia y su terreno; una tarea que queda pendiente para una próxima visita a esta rica zona cultural vinícola.