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George R.R. Martin irá a tribunales por culpa de Juego de Tronos y ChatGPT

Todo tiene que ver con un ejemplo de “secuela alternativa” propuesta por ChatGPT que podría ser “sustancialmente similar” a dicha obra.

George R.R. Martín tiene mayor participación en House Of The Dragon.
George R.R. Martín tiene mayor participación en House Of The Dragon. (HBO)

La discusión sobre IA generativa ya no es solo filosófica ni de foros tech: llega al estrado. El juez Sidney Stein permitió que siga adelante la demanda presentada por Martin y un grupo de escritores de renombre, quienes acusan a OpenAI y Microsoft de entrenar modelos con libros protegidos.

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El detonante: una salida de ChatGPT que bosquejaba una continuación de Canción de Hielo y Fuego con elementos lo bastante próximos al universo original como para merecer juicio detallado.

Qué decidió el juez (y por qué importa)

El 27 de octubre de 2025, Stein determinó que “un jurado razonable podría concluir” que ciertos resultados de ChatGPT son sustancialmente similares a las obras de los demandantes.

No es sentencia, pero sí pasaporte a un juicio donde se discutirá de lleno cómo se entrenan y qué reproducen los modelos de lenguaje. Para la industria, es un caso testigo: fija el campo de juego sobre límites, licencias y compensaciones.

La chispa: “Danza de Sombras”, una secuela que nadie pidió

En la demanda, los abogados aportan un ejemplo práctico. Le piden a ChatGPT: “redacta un esquema detallado para una secuela de Choque de Reyes distinta a Tormenta de Espadas”.

La IA responde con “Danza de Sombras”: aparece una heredera Targaryen (Lady Elara), una secta rebelde de los Hijos del Bosque y una antigua magia ligada a dragones. ¿Es diferente? Sí. ¿Se parece demasiado al armazón creativo de Martin? Suficiente como para que el tribunal lo examine.

Quiénes demandan (y qué alegan)

No está solo el “padre” de Westeros. Entre los firmantes hay nombres como Michael Chabon, Ta-Nehisi Coates, Jia Tolentino y Sarah Silverman, entre otros.

El núcleo de la acusación: uso no consentido de obras protegidas para entrenamiento, y salidas que imitan lenguaje, estilo, tramas e ideas.

Meses antes, autores como Margaret Atwood y Nora Roberts ya habían firmado una carta abierta denunciando una “explotación sin consentimiento, crédito ni compensación”.

¿Qué está en juego para la IA generativa?

  • Entrenamiento: ¿se pueden usar libros protegidos sin licencia explícita?
  • Salida del modelo: ¿cuándo una respuesta pasa de “inspiración” a infracción?
  • Responsabilidad: si hay copia sustancial, ¿quién responde y cómo se compensa?
  • Mercado creativo: los autores sostienen que la IA inunda con textos “derivativos”, devaluando el trabajo humano.

El contraargumento que se viene

OpenAI y Microsoft previsiblemente insistirán en doctrinas como uso justo, transformación y no literalidad de las salidas. También subrayarán que los prompts condicionan el resultado y que el modelo no contiene obras, sino patrones estadísticos.

El jurado deberá navegar zona gris: ¿qué es “sustancialmente similar” en un contexto probabilístico y creativo?

Por qué este caso marcará época

Más allá de Westeros, el expediente puede acelerar reglas sobre licencias, etiquetado, trazabilidad de datasets y mecanismos de compensación.

Si prospera la tesis de los autores, veremos acuerdos de licencia masiva, herramientas de opt-out/opt-in más claras y —tal vez— modelos entrenados solo con catálogos licenciados.

Si no, se afianzará la idea de que el entrenamiento con material protegido puede ampararse en excepciones… pero con cautelas.

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La IA ya no es invitada de piedra en la cultura; es parte del proceso. Y el sistema legal empieza a decidir dónde trazar la línea entre inspiración, imitación e infracción. Mientras tanto, Martin no esperará a que nieve en verano: camino a juicio.

       

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