Sam Altman puede presumir de ser el rostro más visible de la inteligencia artificial moderna, pero ni siquiera su sonrisa —ni la popularidad de ChatGPT— puede ocultar el elefante en la habitación: OpenAI está perdiendo dinero a un ritmo histórico. Según varios informes financieros, la compañía ha quemado tanto capital que sus pérdidas ya son comparables al Producto Interno Bruto de países enteros.
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Y aun así, su ambición no frena ni un poco: planean salir a bolsa con una valoración que podría romper récords.
Una máquina de gastar (y de prometer)
Hace apenas unas semanas, Altman presumía en público del crecimiento de OpenAI, señalando el lanzamiento de Sora para móviles Android, una herramienta capaz de generar videos sin necesidad de un ordenador.
Pero detrás de esa fachada de innovación futurista, los números cuentan otra historia: 11.500 millones de dólares en pérdidas solo en el último trimestre.
Según The Register y Futurism, la compañía se ha convertido en una auténtica “hoguera de dólares”, con cifras tan grandes que hacen palidecer a más de una startup del boom tecnológico.
Microsoft —dueña del 27% de OpenAI— reconoció en su informe financiero una reducción de 3.100 millones de dólares en sus beneficios netos debido a su participación en la empresa.
¿Cómo se pierde tanto dinero y se sigue sonriendo?
Fácil: con ambición y una visión a largo plazo (muy, muy largo). OpenAI se ha reconvertido en una empresa con ánimo de lucro, y sus planes son tan ambiciosos como arriesgados. El objetivo es salir a bolsa con una valoración de 1 billón de dólares, una de las mayores Ofertas Públicas Iniciales (OPI) de la historia reciente.
Eso sí, los ingresos todavía no acompañan. En la primera mitad de 2025, OpenAI generó apenas 4.300 millones de dólares, pero perdió unos 13.500 millones. Aun así, la empresa espera cerrar el año con más de 20.000 millones en ingresos. Un salto de fe (financiera) solo posible en Silicon Valley.
El problema de tener demasiados usuarios… gratis
OpenAI presume de tener 800 millones de usuarios activos, una cifra impresionante. El inconveniente es que solo 20 millones pagan por ChatGPT Plus. El resto disfruta de la IA sin poner un centavo, lo que deja un modelo de negocio que parece más de red social que de empresa rentable.
Por si fuera poco, su gasto en infraestructura es astronómico. El acuerdo con Oracle, por ejemplo, compromete 300.000 millones de dólares en potencia informática durante los próximos cinco años. Y eso sin contar los costos energéticos o los servidores especializados para entrenar sus modelos.
¿La nueva burbuja tecnológica?
Los analistas ya comienzan a trazar paralelismos entre el auge de la inteligencia artificial y la burbuja de las puntocom de principios de los 2000. El entusiasmo es enorme, las inversiones se disparan, pero las ganancias… siguen sin aparecer.
Si bien se espera que OpenAI alcance 200.000 millones de ingresos anuales para 2030, la pregunta clave sigue en el aire: ¿será sostenible este ritmo de gasto antes de que los inversores pierdan la paciencia?
Conclusión: el precio de soñar con el futuro
OpenAI es hoy el epicentro de la revolución de la IA, pero también un recordatorio de que la innovación cuesta, y mucho. Sam Altman y su equipo están apostando todo por un futuro en el que la IA lo haga todo… incluso generar el dinero que hoy están perdiendo.
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Hasta entonces, OpenAI seguirá siendo la empresa que quema dinero más rápido de lo que ChatGPT puede escribir esta frase.

