Las inteligencias artificiales no solo consumen datos, también calor. Mucho calor. Y para mantener frescos los cerebros de silicio que mueven la IA, Microsoft se metió en un campo tan peculiar como prometedor: la microfluídica. ¿La idea? Que los chips tengan su propio sistema circulatorio para refrigerarse desde adentro, como si tuvieran venas.
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Una solución tan científica como poética
La microfluídica, en palabras simples, es la ciencia que estudia cómo se comportan los fluidos en canales microscópicos. Y Microsoft decidió que esa era la vía perfecta para reimaginar el enfriamiento de chips.
Hasta ahora, el método más usado era la llamada “placa fría”: un bloque metálico que se pega al chip y extrae el calor con ayuda de un líquido refrigerante. Pero este sistema necesita bombas, ventiladores y otros accesorios energéticamente costosos. Y con la demanda creciente de IA, esos gastos se disparan.
Bienvenidos, chips con venas
El nuevo enfoque de Microsoft consiste en tallar microcanales directamente en los chips, permitiendo que un líquido refrigerante fluya justo por donde se genera más calor. Literalmente, como si el chip tuviera venas.
Según pruebas de laboratorio, esta técnica permite enfriar hasta tres veces mejor que los métodos tradicionales. En algunos casos, incluso lograron reducir un 65% la temperatura de una GPU. ¿La clave? El líquido toca directamente el silicio, sin capas intermedias, y no necesita estar tan frío, lo que ahorra aún más energía.
Un diseño digno de la naturaleza
Microsoft no lo hizo solo. Trabajó con la startup Corintis, especializada en aplicar inteligencia artificial para optimizar procesos térmicos. Gracias a esta colaboración, diseñaron patrones de microcanales inspirados en las venas de una hoja o las alas de una mariposa: estructuras eficientes, naturales y bellamente funcionales.
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El diseño se adapta según qué partes del chip se calientan más, lo que permite enfriar con precisión quirúrgica. También jugaron con diferentes fórmulas de refrigerante y espesores de grabado para afinar el resultado.
¿Y ahora qué? Chips apilados y más potentes
Más allá de mantener fríos los chips, esta tecnología abre la puerta a nuevas generaciones de microprocesadores. La microfluídica facilitaría el apilado tridimensional de chips (como una lasaña de silicio), permitiendo más potencia en menos espacio, sin el riesgo de sobrecalentamiento.
¿El objetivo final? Aumentar la capacidad de cómputo sin disparar el consumo eléctrico. Y si los chips ya pueden tener “venas”, ¿quién dice que no puedan tener también pulmones?
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Microsoft lo tiene claro: en la guerra contra el calor, lo más inteligente es dejarse ayudar por la naturaleza. Y si eso significa que los chips tienen que imitar cuerpos vivos, que así sea. Total, ya piensan como humanos. Ahora, también sudan como nosotros.