En su más reciente episodio de política comercial estilo terremoto, Donald Trump volvió a sacudir el tablero con declaraciones que ya están generando olas en la industria tecnológica. Después de amenazar con un impuesto del 25% a los productos de Apple, el presidente confirmó que su medida no se limitaría a la empresa de la manzana.
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Samsung y “cualquiera que fabrique ese producto” —léase: teléfonos inteligentes— también entrarían en el radar arancelario.
De la manzana... al universo Android
Trump, hablando desde la Oficina Oval, declaró que su propuesta de arancel a Apple no sería un castigo exclusivo. Samsung —sí, ese otro gigante que no se vende en Cupertino— también tendría que pagar.
¿La razón? Evitar que los fabricantes no estadounidenses escapen del impuesto solo por tener base fuera de EE. UU. Según Trump, si Apple va a sentir el golpe, Samsung también. Fair play, pero con tarifa.
Esto se suma a su ya polémico plan de imponer un arancel del 50% a la Unión Europea si no se llega a un nuevo acuerdo comercial, otro anuncio que dejó a los mercados globales tambaleando.
Y aunque los teléfonos inteligentes sean los protagonistas del momento, no queda claro si otros productos tecnológicos podrían verse arrastrados al mismo remolino arancelario.
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Impacto inmediato: mercados nerviosos, oro al alza
Como era de esperarse, los anuncios no tardaron en impactar en el mundo financiero. Los principales índices bursátiles, tanto en Estados Unidos como en Europa, cayeron.
El dólar perdió fuerza y el precio del oro —ese clásico refugio cuando todo se pone feo— subió. Los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense también bajaron, en una clara señal de que el temor al freno económico por estos aranceles no es un tema menor.
¿Y ahora qué?
Si bien los aranceles a Apple ya eran motivo de alarma, la confirmación de que Samsung también entraría en la lista abre la puerta a una ola de incertidumbre más amplia.
Se espera que estos nuevos impuestos entren en vigor a finales de junio, aunque aún no hay detalles sobre cómo se implementarán ni si habrá excepciones.
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Una cosa queda clara: la guerra comercial versión 2.0 no se limitará a una sola marca ni a un solo sistema operativo. Tanto los fans de iOS como los de Android podrían sentir las consecuencias… en el precio de su próximo teléfono.