Dejar caer el teléfono en el agua siempre es una pesadilla. Ahora imagina que cae en un agujero de pesca en medio del Ártico, se hunde tres metros y se queda ahí atrapado bajo el hielo durante cinco horas.
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Eso le pasó al Galaxy S23 Ultra de un guía sueco... y el teléfono simplemente se encendió como si nada hubiera pasado.
Una historia helada con final feliz
Según cuenta Samsung Newsroom, Mikael Krekula, guía en la remota región del río Kalix en Suecia, estaba probando su equipo de sonar cuando su Galaxy S23 Ultra resbaló de su guante (sí, guantes + hielo + tecnología = desastre).
El teléfono cayó por un agujero en el hielo y se hundió hasta perderse de vista. Lo que siguió fue una pequeña odisea que involucró herramientas improvisadas hechas con ramas de abedul, bolsas plásticas y hasta una red de pesca de verano atada a un palo.
Cinco horas después, y varios agujeros en el hielo más tarde, Mikael logró recuperar el teléfono. Y aquí viene la parte sorprendente: se encendió al instante. No solo eso, mostró llamadas perdidas como si hubiese estado en modo avión y no atrapado en un congelador natural.
Más allá de lo esperado
El Galaxy S23 Ultra tiene una clasificación IP68, lo que teóricamente lo protege contra agua y polvo hasta 1,5 metros de profundidad por 30 minutos en agua dulce.
Pero esto no era agua dulce común, era agua del Ártico, mucho más fría, más profunda y, bueno, con una dosis extra de dramatismo invernal. Así que superar estas condiciones no es poca cosa.
Y no es un caso aislado: hace unas semanas, un Pixel 8 salió ileso tras pasar cuatro días en un jacuzzi. La competencia de teléfonos más resistentes del año está oficialmente encendida.
Conclusión: agrega una red de pesca a tu kit tecnológico
Para Mikael, su teléfono no es solo una herramienta de comunicación; también es esencial para navegación, traducción y fotografía en medio de la nada ártica. Tras esta experiencia, decidió añadir una red de pesca a su equipo de supervivencia.
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Porque si algo aprendimos de esta historia, es que en el mundo real, incluso los teléfonos tienen que saber sobrevivir. Y al parecer, algunos lo hacen mejor de lo que imaginamos.
