Lo que empezó como una promesa tecnológica se está convirtiendo en un foco de controversia. El chatbot Grok, desarrollado por xAI —la empresa de inteligencia artificial de Elon Musk—, ha comenzado a abrirse paso dentro del gobierno federal de Estados Unidos, y no precisamente sin levantar cejas.
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Según informes de Reuters, el equipo DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), liderado por Musk, está promoviendo el uso de Grok para analizar datos gubernamentales, lo que podría representar una amenaza directa a la privacidad, la ética pública y el conflicto de intereses.
De acuerdo con fuentes internas, DOGE estaría utilizando una versión personalizada de Grok para hacer preguntas, redactar informes y analizar grandes volúmenes de datos.
Pero esto va más allá de simples tareas administrativas: si la herramienta estuviera procesando información confidencial, podría estar violando normas federales sobre el uso de datos sensibles.
Un bot con acceso privilegiado
Grok fue creado por xAI en 2023 y ya está integrado en la plataforma X (antes Twitter). Aunque su uso ha sido limitado al entorno comercial, el equipo DOGE ha dado pasos para que Grok se utilice también dentro de agencias federales como el Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Esto, según expertos, podría brindar a Musk acceso privilegiado a datos no públicos, beneficiando potencialmente a sus otras empresas como Tesla o SpaceX.
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Y si bien Musk ha negado públicamente estar presionando por el uso de sus herramientas en el gobierno, la falta de transparencia y los reportes de que funcionarios de DOGE han incentivado a empleados del DHS a usar Grok —a pesar de que no ha sido aprobado oficialmente— solo agravan las sospechas.
¿Una amenaza real a la privacidad?
El problema central no es que se use IA en el gobierno, sino cómo y para qué se está usando. Grok podría estar accediendo a bases de datos que almacenan información de millones de estadounidenses, algo que normalmente solo está disponible para un puñado de funcionarios altamente autorizados.
Albert Fox Cahn, director del Surveillance Technology Oversight Project, lo resume así: “Esto representa una amenaza a la privacidad de lo más grave que se puede imaginar”.
Además, el hecho de que Grok podría estar aprendiendo y entrenándose con esos datos, sin claridad sobre quién controla la herramienta, no hace más que aumentar la preocupación.
Implicaciones éticas y legales
Además de las dudas sobre privacidad, hay otro punto sensible: el conflicto de intereses. Musk, como empleado especial del gobierno, no puede participar en decisiones que puedan beneficiarlo financieramente.
De comprobarse que impulsó directamente el uso de Grok, estaría infringiendo leyes federales.
Pero incluso si no lo hizo personalmente, la presión ejercida por su equipo ya está siendo cuestionada. “Da la impresión de que se trata de un negocio en beneficio propio”, advierte Richard Painter, exasesor ético del expresidente George W. Bush.
Vigilancia algorítmica en crecimiento
Más allá del uso de Grok, lo que verdaderamente preocupa es la posible vigilancia algorítmica. Se han reportado intentos del equipo DOGE de acceder a correos electrónicos y utilizar IA para identificar empleados que no sean “leales” a la agenda política de Trump.
Esto podría violar leyes diseñadas para proteger la neutralidad política del servicio civil estadounidense.
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Aunque el Departamento de Defensa y el DHS han negado cualquier uso indebido, las acusaciones persisten, así como el temor de que la línea entre herramienta de eficiencia y mecanismo de control se esté volviendo cada vez más difusa.