Con la llegada de las fiestas, el sommelier Edwin Rubio recibe a los amantes del buen vino en El Hórreo de V. Suárez, donde comparte sus recomendaciones para celebrar entre copas, sabores y tradiciones.
“Nos encanta recibir a las familias que comienzan la temporada aquí, buscando ese vino que haga la diferencia en la mesa. La fiesta oficial comienza en Acción de Gracias, y nada une más que la buena mesa y los buenos vinos”, expresó mientras repasaba una selección cuidadosamente elegida para la ocasión.
El experto destacó que el pavo, protagonista de muchas mesas en esta época, es una carne blanca, tierna y ligeramente seca, lo que requiere vinos con buena fruta y acidez balanceada.
“El secreto está en encontrar un vino que refresque el paladar y complemente los sabores del plato. No queremos que uno opaque al otro, sino que se abracen”, explicó.
Su recomendación principal para esta combinación es un Chardonnay de California, específicamente el Rombauer Chardonnay, conocido por sus notas de manzana madura, piña y mantequilla.
“Es un vino muy interesante, que contrarresta el toque seco del pavo y realza su sabor. Aquí en El Hórreo lo vendemos muy bien porque es un clásico infalible”, aseguró el sommelier, destacando que debe servirse fresco, pero no helado, “para que el vino respire y se luzca”.
Aunque el pavo suele maridar mejor con vinos blancos, Rubio reconoce que muchos prefieren los tintos. Para esos paladares se recomienda el Beaujolais, elaborado con la uva Gamay en el sur de Borgoña, Francia.
“El Beaujolais es uno de los vinos más afrutados que existen, ligero, fresco y con mucha alegría en boca. Es ideal para Acción de Gracias porque se adapta a la variedad de acompañantes que solemos tener en la mesa: puré, rellenos dulzones o hierbas. Es un vino que abraza todo eso sin opacarlo”, explicó.
Cuando el menú incluye salsas más dulces o frutales, como arándano, frambuesa o ciruela, recomendó un vino con más cuerpo, pero igual de elegante: el Pinot Noir de Sonoma Coast, de la bodega Elizabeth Spencer, en California.
“Este Pinot Noir tiene una acidez refrescante y aromas a cereza, frambuesa y especias suaves. Es perfecto para esas salsas frutales que realzan el pavo. Además, viene de una bodega liderada por mujeres, con una historia preciosa y mucha atención al detalle”, destacó con entusiasmo.
A medida que las celebraciones se acercan a la Navidad y los sabores se tornan más criollos —con pavo, lechón o platos con sazón más intensa—, el sommelier invita a mirar hacia España.
“En ese momento hay que subir la intensidad y buscar un vino con más carácter y estructura. Una excelente opción es Landua, de la familia Alma de Carraovejas, en la Rioja”, señaló. “Es un 100% Tempranillo, con fruta negra madura, toques de vainilla y madera elegante. Va de maravilla con el pavo y también con carnes como el lechón o la ternera. Es el vino que aguanta una comida larga, con sazón y corazón boricua”, añadió.
Por supuesto, ninguna mesa festiva está completa sin un toque dulce. Para acompañar postres como el pie de calabaza, el flan de coco o el quesillo, Rubio propone el Moscato de Michele Chiarlo, de Italia, un vino alegre y ligero con notas de melocotón, cítricos y flores blancas. “Lo puedes disfrutar con el postre o solo, bien frío. A veces con una copa de Moscato ya tienes el postre resuelto… y menos calorías”, comentó entre risas.
Más allá de etiquetas o modas, Rubio insiste en que el secreto de un buen maridaje está en el balance y en el gusto personal. “Lo importante no es si el vino es caro o famoso, sino que te guste cómo sabe con tu comida. Si el vino domina al plato o viceversa, se pierde la magia. El maridaje es armonía, un contraste amable, una conversación entre sabores”, reflexionó.
Para el sommelier, la esencia del vino está en compartirlo. “Cada vino tiene una historia, y descubrir cuál acompaña mejor tu mesa también es parte de la celebración. Lo importante es disfrutarlo, brindar y dejar que cada copa cuente algo”, concluyó.

