Sabrosía

Pan sin culpa: cómo disfrutar tu rebanada favorita sin engordar (y con mucha energía)

Comer pan no es pecado: estudios dicen que, si es integral, en porciones adecuadas y dentro de un estilo de vida activo y balanceado, puedes saborearlo sin sumar kilos. ¡Aquí te contamos cómo hacerlo con alegría y sin remordimientos!

El pan no es el villano nutricional.
Pan sin engordar El pan no es el villano nutricional.

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¿Es posible comer pan sin engordar? ¡Claro que sí! Diversos estudios científicos han desmentido que el pan sea el villano nutricional que muchos creen. Lo clave está en qué tipo de pan, cuánto y cómo lo acompañas. ¡Descubramos cómo disfrutarlo sin culpa ni balanza en contra!

Primero, la prestigiosa Escuela de Medicina de Harvard advierte que una pieza de pan por semana es el límite prudente cuando se trata de pan blanco; cada unidad puede contener hasta 13 gramos de azúcar, y los límites diarios recomendados son de 24 g para mujeres y 36 g para hombres. Por eso, si comes más, podrías pasarte con el azúcar y, a la larga, con el peso y la salud cardiovascular.

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Pero no todas las voces coinciden con Harvard. La Organización Mundial de la Salud (OMS) es más permisiva: indica que, en contextos de una dieta bien equilibrada y actividad física regular, se puede consumir hasta 250 gramos de pan al día, lo que equivale a una baguette pequeña o dos rebanadas. ¿Ves? ¡Hay espacio para el pan si se hace con cabeza!

¿Y qué tipo de pan eliges marca la diferencia?

Un estudio en el British Journal of Nutrition encontró que disminuir el consumo de pan blanco, pero no de pan integral, dentro de un patrón de dieta mediterráneo está asociado a menor aumento de peso y de grasa abdominal. El pan integral es más saciante, gracias a su mayor contenido de fibra, y ayuda a controlar el azúcar en sangre.

También es importante no cenar con pan en cada comida. Un nutricionista español señala que una sola rebanada aporta aproximadamente 140 calorías; si se consume en cada comida, puede sumar hasta 1.500 calorías extra a la semana, lo que se traduce en un kilo de grasa en poco más de un mes sin mucho esfuerzo físico.

Y atención, porque no es solo calorías; el pan blanco tiene un índice glucémico alto, lo que significa que provoca picos de azúcar en la sangre, seguidos de bajones de energía y más apetito, lo cual puede llevar a comer de más. En cambio, el pan integral o fermentado como el sourdough tiene menor impacto glucémico y más fibra, vitaminas del grupo B y minerales.

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Entonces, ¿qué hemos aprendido?

Comer pan no es pecado: lo importante es la calidad, la cantidad y, sobre todo, el contexto general de tu dieta y actividad física.

Prefiere pan integral o artesanal, limita el pan blanco, y controla las porciones.

Si tienes un estilo de vida activo y balanceado, puedes darte el gusto con más libertad; si no, opta por moderar sin prohibir.

En definitiva, con un poco de atención y alegría, el pan puede seguir siendo protagonista de esa tostada matinal, ese sándwich del almuerzo o la merienda, sin sacrificios ni cansancio emocional. ¡Disfrútalo con responsabilidad y sabor!

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