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Opinión: La verdad es hija de Dios

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I’m back!

No se crean que se libraron de mí. No me habían leído porque mi salud estaba como el inglés del gobernador. Y, aunque consideré escribirles con el suero puesto en la mano izquierda y una bandeja con comida desabrida en el lado derecho, no creo que en el estado en que estaba podía aguantar ese odio hermoso que ustedes destilan cada vez que me leen (pero como quiera los quiero). Así que, ya sin las bellas drogas en mi sistema, vamos a meterle dembow a esto.

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El afán diario me consume. Soy una persona histérica que siempre tiene prisa, pero en las pasadas semanas tuve mucho tiempo libre para pensar y analizar las cosas que pasan en esta joya caribeña. He concluido una cosa: Puerto Rico me duele en el corazón.

Y antes de que empiecen a pelear conmigo sin terminar de leer, déjeme explicarme, este lugar es hermoso, tiene buenos atletas, excelentes profesionales, una industria de arte que es increíblemente talentosa y un pueblo con un corazón gigante… Pero la política y la masa tienen la imagen de esta colonia por el piso (y sí, dije colonia).

Por ejemplo, nuestra política es un circo. Ahora todo el mundo quiere llevar las riendas del país. La Lúgaro me da igual, ella está diciendo las mismas cosas que Bernabe dijo hace algún tiempo pero nadie le hizo caso por no tener fotos en traje de baño y una mirada de estrella porno. Quizás ella tiene las mejores intenciones, pero (como dice el dicho) de buenas intenciones está hecho el camino al infierno.

Cuando digo que nuestra política es un circo me refiero a que, mientras estuve en mi cuarto cinco estrellas en el hospital, me enteré de que el talentoso y creativo Reinaldo Ríos anunció que quiere ser gobernador. Fue en ese momento cuando pedí a los enfermeros que me pusieran más medicinas por el suero para poder soportar dicho suceso (aunque al ver que su campaña comenzó con un letrero editado por un infante utilizando el programa “Microsoft Paint”, pensé que todo era un chiste).

Pero no, somos noticia internacional porque un ufólogo nos quiere gobernar. Así que, y ya que la verdad es hija de Dios, voy a tomar un segundo para hablarle la clara a Reinaldo Ríos: Caballo, Puerto Rico no se convertirá en un Disney World a nivel especial, el “ovnipuerto” no se va a construir (acéptelo, sonría y continúe su camino), usted no puede eliminar la moneda así porque sí para que las personas solo utilicen tarjetas y la educación militar no se va a dar en una isla donde ni siquiera funciona el sistema educativo actual (que es uno bastante simple). Ah, y le voy a dar un consejo de pana, cuando envíe comunicados de prensa, no olvide los acentos.

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Entonces, ¿otra razón por la que Puerto Rico me da dolor de pecho? Me duele porque el tiempo pasa y seguimos en el mismo sitio. En el hospital tuve mucho tiempo para ver televisión local y, mano, sea la madre… “Entre Nosotras” me dan ganas de hincar rodillas para arreglar mi relación con Dios antes del fin de los tiempos, porque cuando te pones a ver los temas que tocan esas cuatro damas y después recuerdas que llevan casi ocho años de transmisión, lo único que puedes concluir es que el fin está cerca.

Los canales boricuas llevan 20 años transmitiendo los mismos programas (le cambian el nombre, y siguen andando). En un momento en que los nuevos talentos tienen sed de crear, la comedia en la televisión local es la misma que mi abuela veía cuando el Alzheimer no se había hecho dueño y señor de su mente.

Usted sabe que la masa (que son quienes les dan rating a esos programas) está estancada cuando lleva toda una vida riéndose de los mismos chistes. El boricua lleva desde Mr. Bloop, Don Pulula y Ramoneta Cien Fuegos intentando adivinar el tema en el panel de “Pégate al Medio Día”.  

Los años pasan y ni siquiera los cambios de cámara han evolucionado. Siento que la creatividad no pasó de “El Show De Las 12”. La isla se quedó en el mismo sitio porque, quienes tienen la oportunidad de alimentar la intelectualidad del pueblo, prefieren transmitir programas en el que la gente compite por ganarse un radio que ni siquiera tiene el espacio para conectar un cable de auxiliar (usted sabe, el cablecito para poner música del iPod o del celular).  

Ah, y no se crean que la radio y los periódicos no se van a llevar su aguacero sobre este tema, pero eso lo dejo para otro día. Hoy tienen permiso de pelear conmigo por decirles la verdad, y esa verdad es que nuestra política y nuestra televisión tienen algo en común: los dos son una comedia predecible, repetitiva y que aporta muy poco a la evolución de esta joya caribeña.

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