En el momento en que decidimos mudarnos, nuestros ojos usualmente se dirigen hacia la Florida. Tal como nuestros padres y familiares decidieron enfilar sus cañones hacia Nueva York, la mayoría de nosotros lo hacemos hacia la Capital del Sol. Sin embargo, usted puede considerar cualquiera de los 50 estados, el Distrito de Columbia e incluso a otras jurisdicciones como son las Islas Vírgenes de los Estados Unidos y hasta Guam, en el Pacífico.
Mi amiga y antigua roommate de universidad, Marisel Badillo-Brant, lleva 14 años viviendo en los Estados Unidos, de los cuales los últimos ocho los ha vivido en Findlay, Ohio. Al principio le costó trabajo adaptarse, pero poco a poco fue haciendo amigos tanto hispanos como anglosajones, los cuales, dice, le ayudaron a descubrir los encantos de la ciudad. “Entre las cosas que más me gustan de Findlay es que está bien orientado hacia el deporte y las artes, así como la manufactura y desarrollo de negocios”, me comentó Marisel en una reciente conversación por Facebook. “Es una buena opción para los puertorriqueños especialmente esos jóvenes que están comenzando su carrera profesional, ya que hay muchas oportunidades de prácticas empresariales y de empleo”.
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Otra que optó por un lugar diferente, fue mi amiga de la infancia Milagros Méndez, quien lleva 20 años viviendo en Kentucky. Recientemente, conversamos por Facebook y me contó que ella lo recomienda porque es un buen lugar para vivir y uno de los estados más económicos en los Estados Unidos. Su esposo se mudó primero para establecerse y ella le siguió unos meses después. Cuando se mudaron, él tenía dos trabajos y ella comenzó a trabajar y estudiar. Hoy día, su esposo tiene su negocio propio y ella es Asistente de Enfermería Certificado y Flebotomista. “La verdad que mudarnos a Kentucky ha sido lo mejor que nos pudo haber pasado”, me confesó Milagros.
Por su parte, mi amiga y compañera de escuela, Gladys Richter, vive en los Estados Unidos desde hace 26 años, de los cuales los últimos 20 los ha vivido en Westerly, Rhode Island. Me dijo Gladys, que durante sus primeros años en Westerly, solo habían unas cuatro familias latinas y había mucho desconocimiento e indiferencia hacia los puertorriqueños y otras culturas. Ha sido un proceso, pero Gladys me comentó que ha medida que fue conociendo a más personas e involucrándose en la comunidad, fue ganándose el respeto. “Lo bueno de este pueblo es que es muy limpio, la gente es súper educada, es muy tranquilo y tiene un excelente ambiente para criar a nuestros hijos”, me contó ella por Facebook, quien hoy día es dueña de su propio negocio.
Como ellas, conozco a muchos otros puertorriqueños que viven en otros estados fuera de Florida o del área triestatal de Nueva York, como Hawái, Minnesota, Georgia, Texas, California, Nevada y Delaware, entre otros. Y como las de estas tres amigas, podría contarle muchas otras historias de éxito, pero el espacio no me alcanzaría.
Si usted está considerando mudarse, no está solo; hay muchos que están pasando por el mismo proceso. Al momento de tomar una decisión, tenga en cuenta que la ruta que usted está por seguir, ya otros la caminaron y en muchas ocasiones hasta allanaron el camino para los que están por llegar. Si hasta el coquí, que creíamos que fuera de nuestra tierra se moriría, sobrevive en Hawái, créame que usted también podrá lograrlo, si así lo decide.