Sin categoría

Opinión: ¿Por qué ya no se escuchan chistes de dominicanos?

PUBLICIDAD

Estaba pensando en los dominicanos. Es muy difícil no tenerlos en mente porque están por todos lados. Aquí en Puerto Rico me atrevo a decir que todos tenemos relación con un dominicano, muchos ya de segunda generación.

Recordaba cuando en mis años de prensa activa todas las semanas reportábamos la llegada de dominicanos indocumentados a la isla. A veces reportábamos más de una a la semana, generalmente por la costa oeste. Eran tantas llegadas que les confieso con un poco de vergüenza que en las salas de redacción poco a poco dejaron de ser noticia.

PUBLICIDAD

No muchos periodistas se lo admitirán, pero su llegada era comparada en términos noticiosos con “los sin agua”, lo que significaba que era tan natural reportar la llegada de indocumentados deshidratados y en sufrimiento como informar o advertir sobre rotos de tuberías y sectores en la isla donde no había agua. Sí, la profesión a veces te convierte involuntariamente en cínico e insensible. (¿O somos cínicos y después nos convertimos? No sé si vino primero el huevo o la gallina).

Se convertía en noticia si había muertos, heridos o casos tan dramáticos como la joven que habiendo dado a luz previo a su partida de la República pudo alimentar con su leche materna a sus compatriotas durante el trayecto hacia Puerto Rico. Ese caso jamás se me olvidará.

Y pensaba en ellos porque ya no escuchamos esas noticias. Con los años me parece que disminuyó la frecuencia de esos riesgosos viajes, gracias a Dios y a la economía. No soy socióloga ni economista, pero no hay que serlo. Desde mi punto de persona común puedo ver que dejamos de ser merecedores del riesgo de vida de nuestros hermanos dominicanos.Ya no les ofrecemos lo de antes. Y comento sobre los dominicanos porque son los más, pero igual hubo un tiempo no tan lejano en que haitianos, cubanos y chinos vieron en nuestras costas un lugar de bienestar, generalmente, aunque fue como puente a Estados Unidos.

Podemos discutir si eso es bueno o malo, porque siempre está quien argumenta que  aceptar indocumentados es quitarle la oportunidad a un local. Yo respetuosamente difiero. Hace mucho tiempo que muchos puertorriqueños dejaron de interesarse, por lo que nuestros hermanos dominicanos  o extranjeros indocumentados no han tenido problemas en hacer. Y fíjese bien que digo “indocumentados”, porque, no importa la situación legal, ningún ser humano es ilegal.
Piense en un Puerto Rico sin dominicanos, sin cubanos, sin extranjeros. No existe.

En República Dominicana todavía se enfrentan innumerables retos, pero con coger un avión por 30 minutos concluimos que están creciendo, que se están fajando, que tienen problemas como cualquier nación, pero que no se rinden. Aterrice. Verá la industria del hospitality casi a nivel perfecto, construcciones por todos lados, un progreso que se hace cada vez más evidente y, sobre todo, una calidad humana increíble. Nosotros, que los acogimos a ellos por muchos años casi como “protectores”, ahora llegamos allá y somos “los bori” y por mi madre que lo dicen con amor de hermanos.

PUBLICIDAD

Veo otra diferencia. Antes te comentaban sobre sus familiares en Puerto Rico, que si llegaron indocumentados, que si se dedican a limpiar casas, que si son “chiveros”, pues les tengo noticias. En mis últimas visitas he tenido testimonios de familiares que están aquí que son ejecutivos, médicos, empresarios, modistas, en fin, exitosos. Todo va cambiando. Y ahora entre ellos se mezclan y se pelean por espacio lo europeos. Los aman, y cada vez les hacen más posible sus condiciones de placer y vida allí.

Yo creo que por eso es que los boricuas hemos dejado de hacer chistes sobre los dominicanos. Porque sabemos que no aplican ya, que la xenofobia es un atraso, porque sabemos que nuestros prejuicios han sido invertidos. Me perdonan, pero yo he escuchado a dominicanos burlándose de la vagancia del boricua. No aplaudo los chistes por razón de raza, no permito un ataque contra un boricua, pero sí aceptó una condena por razón de vagancia, sea de la nacionalidad que sea.

Soy puertorriqueña porque Dios me dio la gran bendición de nacer en esta tierra por la que mato y muero donde sea. Luego soy cagüeña, porque me crié ahí 20 años, aunque nací en San Juan. Soy americana, porque legalmente lo soy, porque mi gente ha luchado con sangre por serlo y porque, si pudiera yo, también lo haría. Soy algo argentina, porque con quien me casé me enamoró irremediablemente de esa segunda patria, me ha hecho tía tres veces y me ha dado allí una familia cinco estrellas.

Pero adoro a los dominicanos. Son más que mis vecinos. Son mi gente. Soy yo.

Vea también estas notas:

  1.  
  2.  

PUBLICIDAD

Tags

Lo Último