Era un viernes cualquiera, de esos que pasan sin pena ni gloria, ordinario, que daba punto final a una semana de mucho trabajo, pero tranquila a la vez. Y cuando estaba a punto de retirarme a mi hogar, un compañero periodista me pidió que pasara por su oficina, que no iba a creer lo que me iba a enseñar.
“Naaaaah”, dije yo, porque en esta industria de los medios de comunicación hay una tendencia enferma a dañarle el viernes a cualquiera con alguna noticia de último momento, alguna peripecia publicitaria del Gobierno para informar sin informar, una masacre, un anuncio del presidente, lo que sea que retrase tu partida a casa. Pregúntele a cualquier periodista. Hay una relación seductora de la noticia jugosa con los viernes.
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Entré a la oficina de Álex y me apuntó al monitor de su computadora. En ella pude ver a un hombre con gabán y lacito, indumentaria un poquito estrujada, y una amplia sonrisa de esas de cuando uno se las echa de comiquito.
“Fue invitado a tener sexo con dos mujeres, el sueño de muchos hombres, y cayó en la trampa. Su señoría, póngase en sus zapatos”, dijo el hombre ante nada más y nada menos que el temido juez federal Juan Pérez Giménez. ¿Qué, quééé?
En ese momento pensé que lo había leído todo. Piénselo. ¿Qué más heavy que un abogado le diga a un juez que el sueño de todo hombre es tener sexo con dos mujeres? Y que encima lo invite a ponerse en su lugar. En la época medieval pa mí que lo mandaban al calabozo y se tragaban la llave.
Movida por la incredulidad continué leyendo la nota que describía cómo el abogado había comenzado su argumentación ante el juez diciendo que tomó ese caso “muy personal” porque “cualquiera puede ser Juan Matos”. ¡Jesucristo amado! De verdad, de verdad, a mí me interesa conocer cómo ese caso le resultaba tan personal al abogado con ambiciones tan angelicales.
Busqué en la foto a ver si usaba anillo de matrimonio para no solamente lamentarlo a él, sino ponerme a orar por ella. Y no porque me las quiera echar de santurrona o de planchahábitos, sino porque yo siendo ella de seguro comenzaba de inmediato a cambiar citas en el beauty, en el dentista y con el jardinero.
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Yo me imagino al delincuente acusado de violar a una menor en la consecución de su sueño de estar con dos mujeres cuando al buscar defensa llegó donde este abogado: “Sí. Hola, licenciado. Tuve relaciones con dos mujeres varias veces. Una de ella es mi vecina y viuda de mi amigo, por lo tanto, amiga de mi esposa. Un día me invitó a tener sexo y, pues, no me di cuenta de que tenía 15 años, y ahora me he metido en este lío de madre. Total, que yo no entiendo cuál es el problema. Le di $200 pesos a cada una. Eso sí, pero nunca nunca me di cuenta de que una de ellas era una nena”.
Nada podría superar este cuento tan increíble a no ser que el abogado le dijera: “Tranquilo, Juan. Te felicito porque cumpliste el sueño de todo hombre. Quizás pagarles fue un poco demasiado, pero, de hombre a hombre, te entiendo. Y seguramente el juez también entenderá. Al fin y al cabo es el sueño de todo hombre”. ¡Anda pa’l sirete!
Este tipo se ranqueó. Yo no soy abogada. Pero pensando en cómo hubiera defendido al Juan Matos, pienso que una adolescente de 15 años de estos días puede tener un cuerpo monumental. Yo no lo tenía a esa edad, que conste, pero he visto nenas que engañan. Hubiera sido más decente decirle al juez que el acusado no tenía la menor idea de que una de las “compradas” era menor, porque tenía tremendo cuerpo y que no lo aparentaba, y que como él no estaba allí para hablarle y notar su madurez y hablar de filosofía, pues no se fijó.
Mal y delito, pero menos descarado. Creo que eso es mucho más creíble. Pero credibilidad aparte, el mero hecho de que una persona supuestamente honorable se le ocurra hacer semejante defensa debería ser, más que un chiste, una vergüenza y una decepción. Este señor no abona a la confianza pública en el sistema, más bien pone de manifiesto la imperfección de este.
Que el juez revocara el acuerdo de culpabilidad me parece fantástico. A veces uno desearía estar en la época medieval. A menos que en esa época también hubiera sido “el sueño de todo hombre”.
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