Puerto Rico se levanta

Corriente de ayuda para sus vecinos

La familia compuesta por Roberto Gotay, Sandra Nevárez y su hijo Roberto, aprovecharon la emergencia del huracán para tender la mano a sus vecinos

familia carolina Rafael Morales

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Una familia de Carolina no dudó en compartir su generador y aliviar la falta de energía eléctrica en su comunidad.

Durante años, la vida apresurada de la mayoría de las familias puertorriqueñas ha limitado dramáticamente la interacción entre vecinos.

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Contrario a la pasada generación, no es poco común que pasen días, semanas y hasta meses, y personas que viven puerta con puerta, no crucen palabras y tan siquiera miradas.

Entonces llegó María.

El poderoso huracán trastocó el orden familiar y obligó a todos a alterar rutinas.

Y en medio de la falta de servicios básicos, hay personas que no solo se han preocupado por mantener el bienestar de su familia, sino que han decidido extender sus manos para ayudar a sus vecinos, y por ende, a su comunidad.

Roberto Gotay, residente en un complejo de apartamentos en Carolina, se encontraba preparado para enfrentar la evidente falta de energía eléctrica que se avecinaba ante la amenaza del huracán. Para eso, hace años había adquirido un potente generador de electricidad que le permitiría a él y a su familia mantener su hogar funcionando con relativa normalidad.

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Sin embargo, el director atlético del Colegio San José de Río Piedras –junto a su esposa e hijo– determinó que en lugar de utilizar “la planta” para “prender” su apartamento, brindaría un respiro a sus vecinos.

Desde que el huracán dejó sin electricidad a todo el país, cinco familias vecinas de Roberto mantienen sus neveras, y una que otra bombilla o abanico encendidos, gracias a su generador.

El padre de un adolescente de 15 años explicó que sus vecinos aportan para la compra de la gasolina que consume el generador.

“La idea no es que yo tenga mi apartamento prendido con aire acondicionado y tener a los vecinos a menos de 15 pies de mí y que no tengan la misma facilidad. Vamos a compartir lo primordial, lo esencial, que son los alimentos, una nevera, una bombilla, un abanico”, indicó.

Su esposa Sandra Nevárez aseguró que tener la planta eléctrica ha servido para unir a los vecinos. “Hemos llorado, hemos reído, hemos compartido […] Nos hemos sentido muy bien como familia y nuestro hijo ha aprendido mucho de esto”, sostuvo.

De hecho, ambos padres y su hijo atribuyen a la situación provocada por el huracán contar con el tiempo para compartir más como familia.

Durante las pasadas semanas han cenado juntos y disfrutado de juegos de mesa. Y Roberto hijo ha escuchado de sus padres relatos de cuando el wifi no era un elemento indispensable del diario vivir.

La labor comunitaria de la familia se extendió al Colegio San José, donde se unió a decenas de voluntarios para realizar labores de limpieza y remoción de escombros para facilitar la eventual reapertura de la institución.

Agradecidos

Los vecinos de Roberto y Sandra sienten un profundo agradecimiento por el gesto del matrimonio.

Juan López destacó que gracias a sus vecinos, su familia ha podido mantener alimentos frescos en su nevera, lo que les ha permitido consumir una dieta adecuada en medio de la emergencia. 

López coincidió en que la experiencia ha provocado una mayor unión entre quienes a pesar de conocerse hace más de 15 años, no acostumbran compartir más allá de ocasiones especiales, como Navidad.

Aun con el generador, las noches sin el servicio de electricidad son lentas y calurosas. Para estos vecinos de Carolina, conectados –literalmente por extensiones eléctricas– los fines de semana se han convertido en momentos de confraternización, en los que se conversa, se comparte lo que cada uno tiene, y se trata de dejar a un lado, al menos por un rato, la realidad que enfrenta el país.

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