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¡Gracias a Los Nuestros!

Jerohim Ortiz Menchaca explica lo que significó #LosNuestros para un pueblo, y la felicidad que le dieron al país en momentos difíciles

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Las pasadas dos semanas fueron mágicas para Puerto Rico.

La declaración parece un contra sentido a juzgar por el hecho de que, en ese periodo, comprendimos a cabalidad la agenda destructiva de la Junta de Control Fiscal, el alcalde hostigador se aferró a su silla, confirmamos que el desempleo está aumentando y nuestra gente sigue emigrando. Pero por dos semanas, todo eso nos importó un bledo.

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Nuestra imaginación estaba concentrada casi en su totalidad en el desempeño heróico del Equipo Nacional de Béisbol que por segundo ciclo consecutivo llegó hasta la final del Clásico Mundial.

No obtuvimos un trofeo;tuvimos un reencuentro con lo que somos y significamos para nosotros mismos.

Y es que durante los pasados años el bombardeo a nuestra siquis ha sido intenso. Que estamos en quiebra, que no tenemos herramientas ni capacidad para atender nuestros problemas. Que somos incompetentes, vagos, que todo lo hemos hecho mal, que somos los responsables de que se nos imponga una dictadura colonial y toda esa sarta de falsedades que se dicen y hemos dicho de nosotros.

Por eso capturó nuestra atención la pasión, el tesón, las ganas de darlo todo, la cría y la gallardía que Los Nuestros impusieron en el terreno de juego día tras día. Con cada oportunidad demostraban al mundo que, a pesar de las embestidas que han acometido contra nuestro espíritu, nuestro ánimo y nuestra decisión de existir, aún respiramos, seguimos vivos y por eso vencimos a cada equipo que se puso en nuestro camino.

Quedamos embelesados admirando y disfrutando de nuestra poderosa naturaleza como nación concentrados en ser únicamente lo que somos sin ninguna otra pretensión.

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Fue impresionante ver como la solidaridad colectiva iba emergiendo. En cuestión de días Puerto Rico se tiñó de rubio soñando con que somos capaces de cosas grandes todavía.

Mientras escribía estas líneas lágrimas de alegría brotaban atravesando mis mejillas porque meditaba en los niños de esta patria que, al igual que yo un día, viven en situación de pobreza, desamparo y agonía ante el reto de subsistir y no tener una mano amiga que les de una verdadera oportunidad para salir del atolladero y brillar como Los Nuestros.

Estas semanas todos ellos observaron y comprendieron que todo lo que necesitan es una oportunidad para ser algo distinto a lo que han vivido.

Fue esa magia la que logró que la criminalidad se erradicara en el país durante el transcurso del torneo. Evidenciando así lo obsoleto de enfrentar la criminalidad con balas y chalecos.

Ahora, no podemos permitir que la lección que nos dieron se vaya por el barranco. La misma entrega y afán con el que jugaron es la que tenemos que utilizar para enfrentar a los que quieren dejarnos sin educación, salud, pensiones, servicios y trabajo. Puerto Rico merece la oportunidad de volver a brillar en todos los renglones tanto como brillaron ante el mundo Los Nuestros.

Ellos nos devolvieron la alegría, la esperanza y el alma colectiva. Eso es algo que ni el equipo de Estados Unidos ni la MLB podrán arrebatarnos en toda la vida.

Nuestro equipo dominó el torneo. Por eso el capitán de los estadounidenses admitió que su inspiración en el juego final fue echar a perder el magno recibimiento que teníamos preparado para ellos. Estoy seguro que les dolerá más el hecho de que, aunque intentaron, fracasaron.

Que el desenlace de la final no nos quite el sueño. Déjenlos que ellos se queden con ese trofeo -producto de la envidia- y su águila de Todo a Peso.

Por más de mil razones Puerto Rico se queda con Los Nuestros.

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