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La gran escupida

Me temo que la atención desmedida a ese suceso efímero esconde una realidad. Solemos trivializar cualquier tema importante perdiéndonos en cuestiones fugaces.

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Ha sido asqueroso, salvaje, abusivo e indecoroso. Perpetrado con el único propósito de humillar. No importa tu ideología, tampoco si eres estadista, independentista, soberanista o colonialista. Ha sido algo de espanto que debe causar indignación total. De seguro los historiadores la conocerán como “La gran escupida”.

Nos escupió Estados Unidos que en 120 años nunca nos ha dado las herramientas económicas ni políticas necesarias para nuestro pleno desarrollo y que en la primera oportunidad que tuvo nos arrebató el limitado gobierno propio imponiendo una dictadura con su Junta de Control Fiscal. Esa que solo viene a cobrar el dinero que Wall Street quiere hacernos pensar que le debemos sin auditar ni importar el dolor y el desasosiego que sus acciones vayan a causar.

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Nos escupió la Junta de Control Fiscal que pretende imponer un plan que desmantelará el sistema de salud, destruirá la Universidad de Puerto Rico, nuestro ambiente, dejará a miles de madres y padres sin empleo y a nuestros viejos sin sustento.

Para demostrar su desprecio virulento la Junta busco sus fluidos mucosos más espesos y nos escupió con Natalie Jaresko. Una mujer imputada en múltiples ocasiones de corrupción, que llevó a la quiebra absoluta a su país -Ucrania- y se hizo multimillonaria como ministra de economía en medio de la guerra civil. Esa misma que tiene lazos entrañables con nuestros acreedores y con los que buscan oprimirnos desde el “Capitol Hill”.

Mientras dividen nuestras familias haciéndonos emigrar, a ella le pagarán casi un milloncito a son de 625 mil dólares, escolta, gastos de mudanza, viajes en primera clase y otros tantos cariñitos. Esa escupida la recordaremos muy bien en dos semanas, cuando rindamos nuestras contribuciones sobre ingresos y recordemos que parte de lo que pagaremos irá a sufragar las operaciones de la Junta y la indeseable Jaresko.

También nos ha escupido el gobernador Ricardo Rosselló que hizo del plan de la Junta su plan. Impondrá más de 1400 millones en nuevos arbitrios, incluyendo un aumento en la tasa contributiva del CRIM, cerrando casi 300 escuelas, y ya aprobó una reforma laboral que, lejos de crear empleos, en un mes dilapidó seis mil y ha empobrecido aún más al país.

El presidente del Senado, Thomas Rivera Shcatz no se quedó atrás. Ese nos escupe mientras critica día y noche los abusos de la Junta pero contrata por decenas de miles de dólares a candidatos derrotados, de dudosa reputación, con pésimo record legislativo o de administración.

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Y así podríamos hablar mucho más sobre esta gran escupida que han lanzado reiteradamente contra este pueblo y sus oportunidades de labrar un nuevo porvenir.

De la que en unos cuantos días nadie hablará es de la que le dio un estudiante insensato a un profesor busca bulla, en medio de un paro estudiantil, que tiene como fin la defensa de la institución más importante y exitosa del país. Francamente es irrelevante. Esa no quita ni añade un solo centímetro a la piscina de saliva maloliente en la que nos tienen nadando hace tantos años.

Me temo que la atención desmedida a ese suceso efímero esconde una realidad. Solemos trivializar cualquier tema importante perdiéndonos en cuestiones fugaces.

Como si la casa se estuviera quemando con todo el mundo adentro pero decidiéramos que ese es el momento para discutir porqué hay una mancha de café en el sofá.

Yo oro al Dios Todopoderoso para que algún día podamos utilizar ese gen de rabia e indignación colectiva para pararnos frente a las oficinas de la Junta, el Capitolio y la Fortaleza de forma masiva y gritarles a voz en cuello: ¡Que se vayan todos, no aguantaremos más escupidas!

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