De acuerdo a las proyecciones publicadas por el Fondo Monetario Internacional, al final del año 2021 la economía de los Estados Unidos (medida en Producto Interno Bruto nominal) ascenderá a $22,675,271 millones, mientras que la economía e China ascenderá a $16,642,318 millones. Esto significa que el PIB nominal de China representa el 74% de la economía de Estados Unidos, y esta proporción se proyecta que continuará aumentando. Estos dos gigantes económicos se han despegado del resto de países, dejando muy atrás a economías avanzadas como Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña. De hecho, el proyecto de la Unión Europea se concibe como mecanismo de integración económica para poder competir en espacios de influencia con las economías de China y EEUU. No obstante, el proyecto europeo no parece engranar de forma consistente, lo cual ha permitido que Estados Unidos y China se consoliden como las dos súper potencias del Siglo XXI.
A pesar de que ambos países compiten por el acceso a los mercados globales y por la hegemonía económica, la realidad es que los modelos de crecimiento y desarrollo económico son muy diferentes. Los Estados Unidos es el gran consumidor global (el consumo privado de los hogares representa dos terceras partes del PIB nominal), ostenta instituciones sólidas (fuerzas armadas, Reserva Federal, Departamento del Tesoro), y su economía está ampliamente tercerizada (mucha actividad en sectores como seguros, real estate, finanzas, y servicios). El dólar es la moneda de referencia global y es la divisa que mayor confianza genera para el intercambio comercial. Por otro lado, la economía de China tiene un fuerte componente manufacturero y es orientada hacia las exportaciones, razón por la cual (de acuerdo a los datos de International Trade Statistics) ocupa la posición número uno en la lista de países exportadores, superando a países como Estados Unidos, Japón, Alemania y Corea del Sur. El resultado de una política económica orientada a la exportación es que le permite a China tener un superávit comercial con respecto a Estados Unidos.
PUBLICIDAD
En el tema económico tampoco se puede ignorar que China es el país más poblado el mundo; y por razones culturales, los ciudadanos chinos son ahorradores naturales. Este ahorro interno le ha permitido a la economía china tener un buen financiamiento interno para el desarrollo de infraestructuras, a la vez que le ha permitido convertirse en uno de los principales acreedores de la deuda pública estadounidense y de otras potencias económicas del mundo occidental. Su posición como acreedor ha logrado que la moneda china (renminbi) sea moneda de reserva (junto al dólar y el euro) en el Fondo Monetario Internacional.
Esta breve descripción y comparación de dos economías extremadamente complejas es para ilustrar que en el Siglo XXI existen dos súper potencias que están obligadas a entenderse. En estos momentos existen dos robots merodeando en el planeta Marte, uno de ellos representa la tecnología estadounidense, el otro representa la tecnología china. En el tema ambiental, ambos países encabezan la emisión de gases de invernadero, los cuales son la causa principal del cambio climático. Por lo tanto, el futuro civilizatorio de la humanidad depende de la capacidad de estas dos grandes potencias para dialogar, colaborar y cooperar en materia de globalización, lucha contra el cambio climático, y erradicación de la pobreza. Si la actitud de estos dos países es la competencia y el deseo desenfrenado de uno prevalecer sobre el otro, estaremos ante una nueva modalidad de guerra fría, que promovería mayor gasto militar y conflicto entre países, en lugar de promover la ciencia, la educación, y el desarrollo como mecanismos para avanzar hacia el mejor de los mundos posible.