opinión

Desnudando emociones

Hace unos días, escuché al actor escocés Alan Cumming narrar durante una entrevista una anécdota que se convirtió para mí en una profunda lección de vida.

El hombre estaba actuando en una obra de teatro en Broadway cuando notó una pequeña luz encendida en el público y lo que parecía ser una mujer filmando la escena con su celular.  En todos los teatros se prohíbe tomar fotos y videos en las salas porque, entre otras razones, se convierte en una distracción para el talento en escena. 

Cumming narraba lo mucho que le molestó ver aquello, y cómo tan pronto salió del escenario para un cambio de vestuario le advirtió al personal de producción lo que estaba ocurriendo para que alguien interviniera con la mujer.  Abonando a su preocupación estaba el hecho de que en la próxima escena el estaría completamente desnudo y le preocupaba que la persona estuviera filmándolo y compartiendo en redes sociales ese video de una escena tan íntima. 

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Llegó el momento del desnudo, el actor salió a escena, y la bombillita continuaba encendida.  En ese momento, el actor se debatió entre si debía detener la función y llamarle la atención a la persona, o quedarse callado y confiar en su equipo de trabajo, que le había asegurado que resolvería la situación.  Optó por la segunda opción y terminó la escena.   

Cuando salió nuevamente del escenario pidió, molesto, explicaciones.  ¿Por qué no se había intervenido con la mujer?  Fue entonces que se enteró de que la lucecita que él veía desde el escenario era la bombillita de un pequeño amplificador de sonido que se ofrece a personas con problemas auditivos cuando van a esos teatros. La señora no era ni irrespetuosa ni desconsiderada, sino, más bien, sorda. 

El hecho de haber pensado antes de actuar, de haber controlado sus emociones y de haber confiado en su equipo de trabajo le ahorró el bochorno que hubiese seguramente opacado una actuación magistral. 

Te invito a que recuerdes esta anécdota cuando sientas la tentación de juzgar a la ligera.  Las emociones, muchas veces, nos traicionan. Respira, piénsalo dos veces, y confía.     

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