El Vaticano defendió enérgicamente el miércoles la trayectoria del papa emérito Benedicto XVI en la lucha contra los abusos sexuales del clero después que un informe independiente destacó su mal manejo de cuatro casos de abuso cuando era arzobispo de Múnich. Advirtió contra los “chivos emisarios fáciles y los juicios apresurados”.
El director editorial de la Santa Sede, Andrea Tornielli, publicó la primera respuesta significativa del Vaticano al informe en un editorial en el portal de prensa Vatican News. Tornielli recordó que Benedicto XVI fue el primer papa que se reunió con las víctimas de abusos, emitió normas estrictas para sancionar a los curas violadores de menores y ordenó a la iglesia seguir un camino de humildad al pedir perdón por los crímenes de sus clérigos.
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“Nada de esto se puede olvidar ni borrar”, escribió Tornielli.
Una firma de abogados emitió un largo informe la semana pasada realizado por encargo de la iglesia alemana acerca de cómo se manejaron los casos de abuso sexual en la arquidiócesis de Múnich entre 1945 y 2019. El entonces cardenal Joseph Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, fue titular de la arquidiócesis de 1977 a 1982, cuando partió al Vaticano para encabezar la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Los autores del informe culparon a Ratzinger por el manejo de cuatro casos, así como a sus predecesores y sucesores en Múnich por permitir que curas depredadores siguieran ejerciendo el oficio.
Ratzinger, de 94 años, ha dicho por intermedio de su secretario que responderá al informe cuando lo considere oportuno. Ya ha reconocido un error editorial en su declaración escrita a los investigadores acerca de una reunión en la que se discutió el envío de un cura pedófilo a Múnich. Ratzinger reconoció esta semana que, efectivamente, asistió a esa reunión, pero negó que se discutiera el regreso del cura a la obra pastoral. El cura recibió una condena en suspenso por manosear a un niño.
Tornielli no entró en los detalles de los casos, aunque deploró que la prensa prestara “previsiblemente” tanta atención a los cuatro años de Benedicto en la arquidiócesis de Múnich. En cambio, destacó su actuación como prefecto de la congregación de 1982 a 2005 y luego como papa de 2005 a 2013, cuando se retiró.
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En 2001, cuando era prefecto de la congregación, Ratzinger ordenó que todas las denuncias de abuso sexual del clero pasaran por su oficina porque vio que los obispos en el mundo trasladaban a los violadores de una parroquia a otra en lugar de sancionarlos bajo el derecho canónico. Durante de los últimos dos años de su pontificado, Benedicto XVI apartó del sacerdocio a casi 400 curas.
Tornielli observó que se solía tratar a las víctimas como “enemigos” de la iglesia y que Ratzinger ayudó a cambiar esa mentalidad al escuchar a las víctimas y pedirles perdón, a pesar de que los conservadores calificaban las denuncias de abuso en la prensa de ataques a la iglesia.
“Fue Benedicto XVI, contra la opinión de muchos autotitulados ‘ratzingerianos’, quien defendió en medio de la tormenta de escándalos en Irlanda y Alemania el rostro de una Iglesia penitente, que pide perdón con humildad, que siente consternación, remordimiento, dolor, compasión y empatía”, escribió.
Tornielli observó que el informe de Múnich no era una sentencia judicial y que sólo será útil para combatir el problema si la información “no se reduce a la búsqueda de chivos emisarios fáciles y juicios apresurados”,
El actual arzobispo de Múnich, cardenal Gerhard Marx, prevé realizar una conferencia de prensa el jueves acerca de las conclusiones del informe.