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La ruta secreta del gas de New Fortress Energy

Seguridad, impacto comunitario y ecológico son las preocupaciones que deja entre comunidades puertorriqueñas el plan para exportar gas que abarca a toda una región del este de Estados Unidos.

Del CPI.

Te voy a enseñar la ruta”, dice Fermín Morales Ayala. Se quita los espejuelos, revisa un mapa impreso en una hoja de papel que lleva en un folder rojo. Luego mira a través de una verja por donde se ve una vía de tren, bordeada por gravilla y taludes forrados con maleza. Parece una vía abandonada en un pueblo rural deshabitado. Pero a unos pies de distancia se ven casas, de dos pisos, apiñadas en calles rectas que se reproducen por la extensa red urbana de Filadelfia, la sexta ciudad más grande de Estados Unidos.

“Yo creo que es ésta. Sí, ésta es supuestamente la ruta”, dice Morales.

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Se refiere a la ruta de tren que usaría la compañía New Fortress Energy para transportar gas natural licuado. Los trenes saldrían de Wyalusing en Bradford County, al norte de Pensilvania, en donde una subsidiaria de New Fortress desarrolla una planta para procesar gas natural.

Los trenes recorrerían alrededor de 200 millas, atravesando diez condados de Pensilvania hasta llegar a New Jersey. Desde allí New Fortress planifica exportar el gas   proveniente de Pensilvania, para lo cual comenzó el desarrollo de un terminal marítimo en los predios de lo que era una planta de dinamita de la compañía de químicos y semillas transgénicas DuPont.

New Fortress Energy es uno de los suplidores de gas natural licuado de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) de Puerto Rico y opera un puerto de importación en San Juan. Jake Suski, portavoz de prensa de New Fortress, dijo al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) que los proyectos de la compañía en Pensilvania y New Jersey no están relacionados a Puerto Rico.

“Nuestro suministro de gas a Puerto Rico proviene del mercado global de gas natural licuado”, dijo Suski por correo electrónico. No contestó a qué países sería destinado el gas que planifican extraer de Pensilvania y transportar hasta New Jersey para su exportación.

En Estados Unidos, el plan de New Fortress para transportar gas natural licuado por tren, una práctica sin precedentes, impactaría a varias comunidades puertorriqueñas.

La vía sobre la que se encuentra Morales, es sólo una parte de la ruta de trenes con material altamente inflamable que atravesaría una zona densamente poblada de Filadelfia, la ciudad más grande de Pensilvania.

“Aquí viven 200,000 personas. Las áreas más pobres de Filadelfia son todas esas áreas por las que este tren va a pasar”, dice Morales, mientras por la vía pasa a toda velocidad un tren de pasajeros de la línea Amtrak. Los trenes cargados con gas consistirían de 100 vagones de tanques especiales por cada unidad, indica la evaluación ambiental de la agencia federal Pipeline and Hazardous Materials Safety Administration (PHMSA) enviada a Energy Transport Solutions, subsidiaria de New Fortress que solicitó el permiso de transportación.

Morales nació en Moca, Puerto Rico. Lleva una polo de rayas, pantalón de mahón corto y tenis. Está parado en una acera, sobre un puente de tránsito vehicular de dos carriles que cruza sobre las vías del tren en North Front Street, una de las zonas de mayor concentración puertorriqueña en la ciudad. Electricista de profesión, vive aquí, en Filadelfia, la segunda ciudad de Estados Unidos con la mayor población boricua, hace 50 años. Y le preocupa que haya un accidente con uno de los trenes cargados con gas que provoque una tragedia en su barrio.

“Esto nunca se había hecho a este nivel”

Desde la ciudad de Allentown, a unas 60 millas al norte de Filadelfia, Bob Elbich, ingeniero experto en temas de regulación y primera respuesta a emergencias, comparte la preocupación de Morales. La ruta del gas de New Fortress incluye a Allentown, la tercera ciudad más grande de Pensilvania y hogar de alrededor de 30,000 puertorriqueños.

“Estamos hablando de 100 tanques en trenes pasando dos veces al día con varios millones de galones (de gas natural licuado) todos los días. Eso es un montón de producto… Esto nunca se había hecho a este nivel”, dijo Elbich, comisionado demócrata de Lehigh County, al que pertenece Allentown.

“La energía de un tanque [de gas natural licuado] corresponde a 620 toneladas de dinamita. La de 100 tanques sería de 62 kilotones de dinamita. Mientras la bomba nuclear de Hiroshima era de 14 kilotones… Esto no significa que toda la energía [de los tanques de gas] va a ser liberada instantáneamente al mismo tiempo. La comparación es solo para dar una idea de la cantidad de energía que están planificando mover por aquí diariamente”, dijo Elbich en una conferencia virtual llamada Frack Gas Bomb Train, en donde participaron 166 residentes de estados que podrían ser impactados por los planes de exportación de New Fortress, como Pensilvania, New York, New Jersey, Delaware y Maryland.

El gas natural licuado es considerado un “material peligroso” extremadamente inflamable, que puede encenderse fácilmente por calor o chispas de flama y cuyos contenedores pueden explotar y convertirse en proyectiles, según el 2020 Emergency Response Guidebook de PHMSA, que pertenece al Departamento de Transporte de Estados Unidos.

PHMSA aprobó en diciembre de 2019 el permiso especial que autoriza a New Fortress a transportar gas natural licuado en vagones de ferrocarril desde Wyalusing, Pensilvania, a Gibbstown, New Jersey. El permiso fue solicitado por la compañía en agosto de 2017 por medio de su subsidiaria Energy Transport Solutions. En el borrador de evaluación ambiental para este permiso especial, PHMSA reconoce que transportar gas natural licuado por tren “podría resultar en impactos al medio ambiente y representar un riesgo a la seguridad y la salud”.

Un terreno en donde habían casas

En Wyalusing, un pueblo pequeño de unos 549 habitantes del condado de Bradford, el paisaje rural se cruza con el ruido y el movimiento industrial de camiones de carga. Bordea el río Susquehanna y a ambos lados de la carretera principal se ven zonas verdes intercaladas por comercios tipo drive in, mini markets, una oficina del servicio postal, un motel con letrero de neón, diners y puestos de gasolina.

Por debajo de ese paisaje, a unos 900 pies de profundidad, yace parte de la formación rocosa Marcellus Shale, la cual se extiende desde Nueva York hasta la cordillera Apalache, con grandes reservas de gas natural. Aquí, en Bradford, hay más de mil pozos de gas activos.

De rato en rato se asoman en el camino viejas vías de tren que van en paralelo al río Susquehanna y a la carretera de la Ruta 6. Por ahí pasan los trenes que transportan la arena que se utiliza en la extracción de gas natural con la tecnología de ‘fracturación hidraúlica’ o fracking en inglés. Son los mismos rieles que usaría New Fortress Energy para llevar el gas de Pennsylvania a New Jersey.

El gas natural es una fuente de energía fósil que se forma en lo profundo de la tierra y cuyo componente químico principal es el metano. Se usa principalmente para generar energía eléctrica. En Estados Unidos más del 25% de la energía eléctrica proviene del gas natural. También se utiliza para calefacción y energizar vehículos de transporte como autobuses y camiones.

Gobiernos como el de Trump en Estados Unidos y los partidos Popular y Nuevo Progresista en Puerto Rico, así como la propia industria energética, han promovido el gas natural como una fuente de energía más limpia y barata que el petróleo. También se ha presentado como una transición a energías de fuente renovables.

Pero su método de extracción, el fracking, con el que se impulsan agua y químicos a presión en lo profundo de la tierra para que el gas salga a la superficie, tiene un largo historial de efectos adversos al medio ambiente y a las comunidades cercanas de donde se practica. Un estudio científico de la Agencia para la Protección Ambiental (EPA en inglés) evidencia su impacto en los recursos de agua potable.

El gas natural licuado, una vez extraído, ha sido enfriado a menos de 260℉ hasta llevarlo de su estado gaseoso a líquido, lo cual reduce su volumen en alrededor de 600 veces para poder almacenarlo y transportarlo más fácilmente.

El suplidor de gas de New Fortress Energy sería William Gas Company, que opera varias instalaciones de extracción de gas en la zona de la Formación Marcellus al norte de Pensilvania. El gas sería transportado por un gasoducto desde la fuente de extracción hasta la planta de licuefacción que comenzó a desarrollar New Fortress en Wyalusing, para luego transportarlo en trenes o camiones hasta New Jersey, especifica el acuerdo de construcción de la planta.

Para construir la planta de procesar gas, New Fortress, a través de una subsidiaria llamada Bradford County Real Estate Partners, compró alrededor de 220 cuerdas de terreno entre la Ruta 6 y el río Susquehanna. Tumbó las casas que había y taló el terreno, que antes era verde. Ahora es un terraplén marrón cercado, como si fuera un gran parque de béisbol que nadie utiliza, a la espera de que la compañía obtenga, o no, los permisos que necesita para construir la planta.

Al lado de ese terreno está el Wyalusing Valley Personal Care Home, un hogar de alrededor de 36 personas retiradas. Desde un balcón de esa estructura de madera con forma de cabaña, algunos de sus residentes vieron caer la última casa que quedaba en medio del terreno donde se haría la planta de New Fortress Energy. Era el hogar de una pareja de 90 años y algunos residentes del centro de cuidado lloraron al verla hecha ruinas, contó Malinda “Mindy” Merritt, quien lleva 21 años trabajando allí.

“Mucha gente de alrededor se mudó porque les compraron sus casas. Algunas de las casas todavía están en pie pero no hay nadie en ellas, porque esta compañía de gas es dueña de esas casas. Y cuando conduces por la carretera, a ambos lados de la calle, esas casas probablemente estén vacías”, dice Merritt desde el mostrador del hogar de personas retiradas.

Por detrás del terreno, escondida entre árboles, hay una casa de dos pisos que parece habitada, pero nadie salió al toque de la puerta. A poca distancia de esa casa está la vía del tren.

“Entraron con esta empresa de bienes raíces que no tiene nada que ver con gas y compraron en privado todas las propiedades por aquí. Y nadie sabía realmente lo que ellos se proponían hasta después que compraron la tierra y dijeron ‘adivinen lo que vamos a hacer’”, cuenta David A. Buck, un hombre retirado que vive al otro lado del río Susquehanna, el cual nace en New York y desemboca en la bahía Chesapeake en Maryland.

“La escorrentía de los diferentes cruces de arroyos y toda la construcción que están haciendo [New Fortress] afecta el río”, dijo Buck, quien solía manejar un negocio de kayaks en el Susquehanna.

“Esto es un ejemplo de lo que pasa cuando Estados Unidos promueve la energía de gas por todo el mundo… Aquí hay fracking por toda el área”, dice Diana Dakey, residente de un pueblo cercano a Wyalusing y miembro de la junta de la organización ambiental Citizens for Pennsylvania ’s Future.

El pasado 26 de agosto, Penn Future y otros grupos ecologistas solicitaron a la junta del Departamento de Protección Ambiental de Pensilvania la anulación de un permiso de contaminación de aire que la agencia otorgó a la subsidiaria de New Fortress, Bradford County Real Estate Partners.

Las organizaciones señalan que la agencia no calculó correctamente el potencial de emisiones contaminantes que produciría la planta de gas de New Fortress, como el químico amoníaco y las emisiones de gases de efecto invernadero, uno de los fenómenos causantes del calentamiento global.

En 2018 la administración municipal de Wyalusing aprobó los dos permisos de uso condicional que necesitaba Bradford County Real Estate Partners para la adquisición de los terrenos. Hasta el 30 de junio de 2021, New Fortress había gastado $128 millones en el desarrollo de la planta, de los cuales alrededor de $106 millones corresponden a la compra del terreno. Pero aunque tumbaron las casas y talaron el terreno, la construcción no ha comenzado porque no le han otorgado los permisos ambientales, de construcción y zonificación, según el último informe trimestral de la compañía.

La Oficina de Zonificación y Permisos del Municipio de Wyalusing está a cuatro minutos en carro del terreno que New Fortress adquirió para construir la planta. Es de un piso, con una bandera de Estados Unidos, con dos puertas y cinco estacionamientos al borde de la carretera. No tiene letrero. Un lunes a las 11:00 am en septiembre el estacionamiento está vacío. En la puerta hay una hoja con el correo electrónico y el número de teléfono del encargado de zonificación, y otra que indica que la hora para la inspección de códigos de construcción es los martes de 8:00 a 10:00 am.

En esa pequeña oficina, entre dos o tres funcionarios, se aprueban permisos que luego tienen impacto en toda una región, señala Dakey.

Puerto Rico como sede caribeña del gas natural

Cuando el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, era Comisionado Residente en Washington D.C., impulsó la idea de que Puerto Rico se convirtiera en un centro de distribución de gas natural para el Caribe.

“El Congreso debería aprobar mi legislación para aumentar el número de buques calificados para transportar gas natural licuado desde los Estados Unidos a Puerto Rico, y solicitar que el Departamento de Energía (DOE en inglés) prepare un informe sobre la posibilidad de que el territorio se convierta en un centro de distribución de energía producida en Estados Unidos para la región del Caribe”, dijo Pierluisi en una vista del Subcomité de Energía y Recursos Naturales de la Cámara de Representantes en 2016.

La comisionada residente Jenniffer González dio continuidad a la idea con una legislación del 2017, que no ha sido aprobada, para facilitar la exportación de gas natural licuado de Estados Unidos a Puerto Rico. Y en 2018 el representante Rob Bishop dijo en una visita a la isla que “Puerto Rico pudiera ser la sede [del gas natural] para todo el Caribe”.

El mismo año, la subsidiaria de New Fortress Energy en Puerto Rico, NFEnergía, sometió una “solicitud de autorización de franquicia” al Departamento de Transportación y Obras Públicas de Puerto Rico (DTOP), para la importación, almacenaje, venta y distribución de gas natural a granel para toda la isla”. El documento dice que el DTOP recibió cartas del Grupo Ferré Rángel, la compañía naviera Luis Ayala Colón y la manufacturera Pan American Grain, “alegando su disponibilidad a adquirir Gas Natural de NFEnergía”.

En 2019, la administración Rosselló abogó por una exención a la Ley de Cabotaje que permitiera “igual acceso de Puerto Rico a las fuentes de energía de gas natural disponibles en Estados Unidos”. Ese año, NFEnergía firmó un contrato de $1,500 millones con la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE) ​​para convertir dos unidades de la central San Juan de diesel a gas natural y proveer el combustible. Antes de obtener ese contrato, Fortress Investment, matriz de New Fortress Energy, había sido uno de los bonistas que compró deuda chatarra del Gobierno de Puerto Rico.

A pesar de que existe un contrato para que New Fortress provea gas natural a la AEE, actualmente la empresa no lo está suministrando porque tiene que subsanar una deficiencia en su muelle de San Juan, indicó Tomás Torres, representante de los consumidores en la Junta de Gobierno de la AEE.

Si no suple gas natural, New Fortress tiene que entregarle el diésel que necesita la corporación pública para generar energía o pagarle para que la AEE lo compre, según lo establece el contrato.

Josúe Colón, director ejecutivo de la AEE, ha expresado en reuniones de la Junta de Gobierno de la Corporación Pública y ante el Negociado de Energía que está buscando que New Fortress cumpla con pagarle por la compra del diésel que ha tenido que adquirir para generar electricidad.

Mientras, la conversión a gas natural de las unidades generatrices San Juan 5 y 6 para la que fue contratada New Fortress aún no ha sido completada, según un documento del Negociado de Energía que obtuvo el CPI.

Paralelos entre instalaciones de San Juan, Wyalusing y Gibbstown

NFEnergía opera además un puerto de importación en San Juan, en donde construyeron en 2019 una planta de procesar gas natural licuado sin solicitar los permisos de la Comisión Federal Reguladora de Energía (FERC, en inglés).

En 2020 la FERC ordenó a New Fortress demostrar por qué la instalación no estaba sujeta a la jurisdicción del ente regulador. La compañía respondió, y al año siguiente la FERC determinó que las instalaciones de New Fortress en Puerto Rico estaban sujetas a su jurisdicción bajo la Ley de Gas Natural de Estados Unidos. Y ordenó a la compañía a solicitar un permiso de operación en 180 días. Aun así, la FERC permitió que la instalación continuara operando para no afectar los servicios que la empresa provee a la AEE. New Fortress sometió la solicitud de permiso el 29 de septiembre y la FERC le ha solicitado demostrar el cumplimiento de más de 15 categorías de requisitos.

La determinación de la FERC vino luego de una demanda que sometieron los grupos ecologistas Sierra Club de Puerto Rico, Enlace Latino de Acción Climática y grupos comunitarios del barrio Sabana en Guaynabo, aledaños a la planta de gas y que serían los más afectados en caso de un accidente.

La decisión sobre San Juan podría tener repercusiones en la construcción de la planta de gas de Wyalusing, Pensilvania, y en el terminal de Gibbstown, New Jersey, en donde al igual que en Puerto Rico, New Fortress ha tratado de establecer que la FERC no tiene jurisdicción.

“Como resultado de la decisión de FERC sobre el terminal de San Juan, las subsidiarias de New Fortress en Wyalusing y en Gibbstown solicitaron a la FERC una declaración de que esos proyectos no están bajo su jurisdicción… La FERC todavía no ha decidido si asumirá jurisdicción en esos dos proyectos, pero todo parece indicar que sí lo hará”, dijo Tracy Carluccio, fundadora de Delaware Riverkeeper Network, organización ecologista con sede en New Jersey.

Por su parte, la decisión de si la FERC tiene o no jurisdicción sobre el puerto de New Fortress en San Juan ahora está en la mesa del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia.

En entredicho la culminación del plan de New Fortress

En su último informe trimestral para la Comisión de Bolsa y Valores, la empresa indicó que no puede asegurar que completará la planta de Pensilvania por los retos financieros y las dificultades para obtener los permisos. Sobre el terminal de Gibbstown, New Jersey, no hay ninguna mención.

Jake Suski, portavoz de prensa de New Fortress Energy, refirió al CPI a un fragmento de una entrevista de Bloomberg con el CEO de la compañía, Wesley Edens, en donde dice, “no nos sentimos obligados a hacerla [la planta de gas en Wyalusing] en este momento. Pero es una buena idea si se consigue el financiamiento adecuado”..

Suski no contestó preguntas sobre el estatus de los proyectos en Pensilvania y New Jersey, ni sobre la posición de la compañía en cuanto a las preocupaciones de seguridad de las comunidades en la ruta del gas. Una solicitud de entrevista con Edens, el CEO de New Fortress, no fue concedida.

Mientras, en el terreno, el plan de New Fortress para exportar gas natural licuado, aún sin completar, ya ha dejado huellas.

Gibbstown, New Jersey

Camiones arrastrando tanques de gas cruzan constantemente por el camino residencial que lleva a las instalaciones de la vieja planta de dinamita de la compañía DuPont en Gibbstown, New Jersey. Detrás del portón, en donde hay una caseta con un guardia de seguridad, está el puerto en donde New Fortress espera completar el “Gibbstown Logistic Center”, el cual incluye un muelle para exportar el gas natural licuado que traería en camiones y en tren desde Wyalusing. El gas que llega ahora a las instalaciones en camiones viene de otras fuentes y se distribuye al interior de Estados Unidos.

La vía del tren en Gibbstown cruza por la calle residencial Repauno Avenue, cerca de la entrada a la vieja planta de DuPont y por el frente de casas de madera multi familiares de dos pisos.

“Como puedes ver, muchas de estas casas son viejas, llevan aquí cien años”, dice Carluccio, fundadora de Delaware Riverkeeper Network, organización que reveló el plan de New Fortress luego de solicitar información a través del Freedom of Information Act a la FERC.

“Te traje a la calle para que veas lo estrecha que es. Cuando estaban desarrollando el terminal, eran camiones de carga, camiones de basura y de todo pasando por aquí. Y muchos vecinos salieron a protestar”, cuenta Jim Stewart, parado sobre la vía del tren. Es un hombre retirado que de joven trabajó en la cafetería de la planta de DuPont, vive a unas cinco millas del lugar, en una casa separada de la vía del tren por solo dos millas en West Deptford, y se opone al desarrollo del terminal de New Fortress.

Otros residentes del lugar y funcionarios del gobierno local están a favor de que vuelva a haber actividad económica en las instalaciones que han estado clausuradas por más de 20 años. La propuesta de New Fortress promete una inversión de $450 millones, la creación de 300 empleos de construcción y 150 empleos permanentes. El liderato de las uniones obreras Iron Workers Union, Piles Drivers Union y la International Brotherhood of Electrical Workers, sometieron cartas de apoyo al proyecto ante la agencia interestatal Delaware River Basin Commission.

El plan no es nuevo

 El plan de New Fortress tiene mucho sentido desde el punto de vista energético y financiero, según Steven R. Miles, miembro del Center for Energy Studies del Baker ’s Institute for Public Policy, un think tank de Rice University en Houston, Texas. Esto porque la gran cantidad de gas natural disponible en las reservas de la Formación Marcellus hace que su precio sea bajo. Pero dice que no hay suficientes líneas de gasoductos para llevarlo a donde realmente se necesita en Estados Unidos, como a la costa noreste.

A la vez, Miles reconoce que en el lugar donde se propone el proyecto, al noreste de Estados Unidos, es muy difícil conseguir los permisos de infraestructura, en parte debido a la oposición de grupos ecologistas. Recordó que en el pasado se han propuesto varios proyectos similares que no han obtenido los permisos. Dijo que comprende completamente las preocupaciones ambientales, pero al mismo tiempo considera que los riesgos que implican los planes de New Fortress ya existen en el entorno de la zona.

“Filadelfia ya exporta petroquímicos, tiene una gran planta energética en el sur, ya hay barcos cargando combustible, hay grandes tanques de almacenamiento, toda esa energía que va y viene en camiones, trailers o gasoductos. Yo creo que la parte de todo esto que es más interesante y realmente nueva es el concepto de traer el gas natural licuado desde la planta hasta el terminal en tren. Pero si vas por la ciudad [de Filadelfia], te darás cuenta de que ya hay trenes con tanques llenos de gasolina… La gasolina es mucho más inflamable y explosiva que el gas natural licuado”, dijo Miles.

Los accidentes también forman parte del historial que describe Miles. En 2015 en el sur de Filadelfia 11 vagones de tren que transportaban petróleo crudo se descarrilaron. Otro tren que también transportaba petróleo crudo se descarriló parcialmente y algunos vagones quedaron colgando sobre el río Schuylkill de Filadelfia. Ese mismo año ocho personas murieron luego de que un tren de Amtrak se descarrilara en el área norte de la misma ciudad. En las fotos del accidente se puede ver que los vagones de pasajeros cayeron cerca de tanques de gas o gasolina que estaban estacionados en las vías paralelas. En 2019 hubo una explosión masiva en una refinería de petróleo al sur de Filadelfia, que si bien no provocó ninguna muerte, lanzó a la atmósfera más de 3,200 libras de un químico altamente tóxico llamado ácido fluorhídrico.

​El permiso especial de New Fortress

En Estados Unidos el gas natural licuado es transportado en camiones. Por tren sólo puede transportarse en tanques especiales que siguen un estándar internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con la aprobación de la Federal Rail Administración y PHMSA. La subsidiaria de New Fortress solicitó usar un tipo de tanque diferente, conocido como DOT-113C120W. Este sería más costo efectivo, pero no ha sido utilizado anteriormente para transportar gas natural licuado, según la solicitud del permiso especial que expira en noviembre de 2021 y que podría ser renovada.

En abril de 2019 el ex presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para que el Secretario de Transportación federal creara un reglamento para permitir el transporte de gas natural licuado por tren a nivel nacional, sin la necesidad del uso del tanque especial aprobado por la ONU ni la aprobación de la Federal Rail Administración y PHMSA.

“El Gobierno Federal debe promover un proceso de permisos eficiente que facilite la construcción de la infraestructura necesaria para transportar recursos energéticos a través del comercio doméstico e internacional. Debe reducir las regulaciones que actualmente crean incertidumbre, encarecen los proyectos de infraestructura energética y desalientan la inversión… Al promover el desarrollo de nueva infraestructura energética, Estados Unidos hará que la energía sea más asequible, al mismo tiempo que protege el medio ambiente y adelanta los intereses económicos y geopolíticos de nuestra nación”, dice la Orden Ejecutiva firmada por Trump.

Secretarios de Justicia de 16 estados, grupos ecológicos y comunitarios y representantes en el Congreso se opusieron al transporte de gas natural licuado por tren al que da paso la orden de Trump.

Una coalición de 94 organizaciones de la costa noreste de Estados Unidos, entre ellas Delaware Riverkeeper, el Sierra Club y Philly Boricuas, firmaron una carta y una petición al presidente Joe Biden para que cancele el permiso federal y la parte de la Orden Ejecutiva que permitiría a New Fortress transportar gas natural licuado por tren en vagones cisterna.

La orden de Trump podría beneficiar a toda una industria enfocada en la exportación de gas natural licuado de Estados Unidos para suplir un consumo global que va en aumento. Según el Baker Institute for Public Policy, se espera que en tres décadas el consumo global de gas aumente de 23% a 28% como fuente de energía primaria del mundo, sobrepasando el carbón para 2030, y potencialmente al petróleo en muchas economías industrializadas.

Cuando Trump firmó la Orden Ejecutiva que permite el transporte de gas natural licuado por tren, la única compañía que había solicitado un permiso especial para transportar ese material en tanques diferentes a los aprobados por la ONU era Energy Transport Solutions, la subsidiaria de New Fortress Energy, encontró el CPI en los archivos de PHMSA.

Ahora la Orden Ejecutiva está siendo revisada por la administración Biden y el Departamento de Transportación propondrá suspenderla, según Bloomberg.

De inversionistas a distribuidores de gas

New Fortress Energy es una subsidiaria del fondo de inversión Fortress Investment Group. Uno de los clientes de Fortress Investment Group fue el entonces magnate de las bienes raíces Donald Trump. En 2005, Fortress Investment otorgó un préstamo a The Trump Organization, el conglomerado de compañías de Trump, para financiar la construcción del Trump International Hotel and Tower en Chicago. En 2012, Fortress Investment Group canceló la deuda de Trump luego de un acuerdo en el que el hoy ex presidente pagaría alrededor de la mitad adeudada, según una investigación de Mother Jones.

Fortress Investment fue creado en 1998 por Rob Kauffman y Wesley Edens. En 2007 la firma de inversión adquirió la Florida East Coast Railway. La conversión de la fuente de energía de diesel a gas para mover esa línea de trenes de carga, impulsó la inmersión de Fortress Investment en la industria energética. Ante la falta de suplidores de gas para el volumen pequeño que usaban las locomotoras de la compañía de trenes para moverse, la firma de inversiones construyó su propia unidad de producción en Miami y consiguió autorización para exportar el sobrante, contó Edens en una entrevista a Bloomberg.

Hoy New Fortress Energy opera instalaciones de gas natural en Jamaica, Puerto Rico y otros países de América Latina, Asia y Europa.

En un túnel las agencias reguladoras

En su primera propuesta para desarrollar el terminal de New Jersey en 2016, New Fortress, a través de su subsidiaria Delaware River Partners, propuso usar un muelle para exportar frutas, vegetales, autos, flores y otros productos. En 2018 obtuvo los permisos de la Delaware River Basin Commission y al año siguiente solicitaron expandir la operación con un segundo muelle que sería usado para la exportación de gas natural.

“Es muy difícil saber exactamente lo que está pasando, todo se mantiene en secreto”, dice Carluccio, la fundadora de Delaware Riverkeeper.

“El truco fue que ofrecieron algo y después lo cambiaron por otra cosa. Todo era secreto. Incluso, ellos negaron que fueran a hacer algo como almacenar gas natural licuado ahí”, dice Carluccio señalando a la entrada del terminal en Gibbstown, que se ubica a solo unos pasos de un centro de cuidado pre-escolar.

“Pero a puerta cerrada se estaban moviendo hacia adelante con el plan. No nos enteramos hasta el 2019, cuando [New Fortress] fue a la Delaware Basin Commission para solicitar los permisos. Después nos enteramos, a través de una organización de allá arriba, del centro norte de Pensilvania, en donde se hace el fracking, de que querían construir una planta de gas natural licuado allá para transportar el material en camión hasta acá al río Delaware”, dice Carluccio.

“Así que hicimos un poco de investigación y encontramos que era la misma compañía [que estaba solicitando los permisos para el terminal de New Jersey], New Fortress Energy. Delaware River Partners es el nombre que usaron para solicitar los permisos del terminal de New Jersey, y Bradford Real Estate Partners es el que usaron para el de la planta de gas en Pensilvania. Para obtener los permisos de transportar el gas por tren usaron la subsidiaria Energy Transport Solutions. Siempre usan subsidiarias y eso es de cierta manera una forma de esconderse y mantenerse en la oscuridad. Tú tienes que investigar para descubrir que es la misma compañía”, dice Carluccio.

Las agencias reguladoras aprueban estos proyectos poco a poco y de forma fragmentada, señala Carluccio. “Solo lo miran pieza por pieza y no lo ven como un solo gran proyecto. Es como si estuvieran en un túnel por donde solo ven una cosa, sin conectar los puntos. Nosotros somos los que estamos conectando los puntos, por eso es que estamos diciendo que FERC debería tomar jurisdicción, porque FERC en realidad sí podría conectar los puntos”.

En Wyalusing, Diana Dakey resaltó que, “en su conjunto todos estos proyectos de infraestructura promueven que se haga más fracking. El fracking tiene muchos efectos secundarios para las personas que viven cerca de donde se hace, como se ve en un informe reciente del Secretario de Justicia de Pensilvania, Josh Shapiro. Hay preocupaciones sobre la calidad del aire, la disposición del agua que impulsan tierra adentro para romper las rocas de donde sale el gas y que luego regresa a la superficie. La industria recicla parte de eso, pero otra parte se convierte en un producto de deshecho, con químicos que se le añaden. También están los residuos de la perforación y el lodo que vuelve a subir, todo eso tiene que ir a alguna parte”.

Cerca de ‘La Placita de Philly’

La ruta exacta del tren o de los camiones que también podría usar New Fortress Energy para transportar gas natural licuado aún no ha sido revelada por la empresa ni por el gobierno. Las dos posibles rutas, basadas en la disponibilidad de vías de tren y autopistas que conectan a Pensilvania con New Jersey, fueron trazadas por Delaware RiverKeeper.

El mapa que creó esa organización sin fines de lucro que desde los años ‘80 se dedica a la protección ambiental del río Delaware, que divide a Pensilvania y New Jersey, es el que lleva Fermín Morales en un folder rojo. Ahora lo usa para buscar la segunda vía del tren por la que pudieran pasar los tanques de gas por Filadelfia. “Voy a llamar a Tracy Carluccio para estar seguro de que estamos en donde es”, dice Morales.

La segunda ruta posible cruza por North 2nd Street, a través de una vía férrea bordeada por casas que conviven pared con pared en calles estrechas. Hay un edificio industrial de ladrillo que parece abandonado y un junker de carros cerca. Por el terreno de grama seca y gravilla que separa a las vías del área residencial hay cuartones de madera, latas, botellas, juguetes y otros desechos.

En el puente que cruza por encima hay dos mattress rotos, bolsas plásticas de basura, un carrito de compra y ropa tirada. Por la acera hay muchas jeringuillas de tapa anaranjada que hablan silenciosamente del problema de la epidemia del opioide que por décadas ha afectado a la zona.

“Esta es el área de Fairhill. Mira la basura que está allí. Esto a veces está bien sucio. Esto lo limpian una vez al mes, si es que lo limpian”, dice Morales refiriéndose al puente. “¿Y si queman esto aquí y empieza un fuego, y viene ese gas licuado por aquí? Eso lo que necesita es lo que le dicen un spark, una chispa, y puede prender un fuego”.

En un estacionamiento que está justo al lado del puente, bajo carpas, hay más de 20 mesas con ropa, zapatos, detergentes, carteras y jaulas con pájaros. Hay dos grandes almacenes con enseres y muebles de segunda mano a la venta. Hay un kiosko de alcapurrias y otro de bacalaitos con piña colada. A través de una bocina grande se escucha La Cura de Frankie Ruiz. Es un mercado que abrió recientemente y se llama La Placita, en referencia a la Plaza de Mercado del barrio Santurce en San Juan, Puerto Rico. El sábado, 21 de agosto a las 2:00 de la tarde, “La Placita de Philly” está llena. La gente come, hace compras, pintan grafitis en un vagón y bailan jula jup: disfrutan al aire libre antes de que llegue el invierno.

Este reportaje publica en Metro Puerto Rico gracias a un acuerdo colaborativo con el Centro de Periodismo Investigativo.

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