Han pasado tres meses desde que desapareció la indígena navajo Ella Mae Begay, una artesana de 62 años, y la falta de respuestas a veces amenaza con abrumar a su sobrina.
Seraphine Warren ha organizado búsquedas en la vasta zona de la Nación Navajo en Arizona, cerca de la casa de su tía, pero se está quedando sin dinero para pagar por la gasolina y la comida para los voluntarios.
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“¿Por qué está tomando tanto tiempo? ¿Por qué no hay respuestas para nuestras oraciones?”, pregunta.
Begay es apenas una de miles de mujeres indígenas que han desaparecido en Estados Unidos. Algunos casos no reciben ninguna atención pública, una disparidad que se extiende a muchas otras personas de razas no blancas.
En cambio, la desaparición de Gabby Petito, una joven blanca de 22 años que se desvaneció en Wyoming el mes pasado durante un viaje en furgoneta por el país junto con su novio, ha atraído un frenesí de cobertura en Estados Unidos, tanto de medios tradicionales como en redes sociales, atrayendo nueva atención al fenómeno conocido como “síndrome de la mujer blanca desaparecida”.
Muchas familias y activistas por las personas no blancas desaparecidas están satisfechos de que la atención dada a la desaparición de Petito. Creen que eso ha ayudado a descubrir pistas que muy probablemente llevaron al trágico hallazgo de su cuerpo y se duelen junto con la familia, pero algunos cuestionan por qué el foco público, tan importante para encontrar a personas desaparecidas, ha dejado otros casos como los suros, cubiertos de incertidumbre.
“Me hubiera gustado ver esa premura, esos esfuerzos, para encontrar a mi tía más pronto. Eso todo lo que deseo”, dijo Warren, que vive en Utah, uno de varios estados por los que Petito y su novio Brian Laundrie pasaron en su travesía.
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En Wyoming, donde se haló el cadáver de Petito, apenas 18% de los casos de mujeres indígenas desaparecidas en la última década han recibido cobertura de la prensa, de acuerdo con un reporte del estado dado a conocer en enero.
“Alguien desaparece cada día… de una comunidad tribal “, dijo Lynnette Grey Bull, que es de las etnias Hunkpapa Lakota y Arapaho y dirige la organización Not Our Native Daughters (No nuestras hijas originarias). Más de 700 personas indígenas desaparecieron en Wyoming entre 2011 y 2020 y alrededor de 20% de esos casos seguían sin resolverse tras un mes. Esa tasa es el doble que la de la población blanca, dice el reporte.
Un factor que ayudó a que la gente sintiera una conexión con Petito fue su cuenta en Instagram, donde ella expresó su sueño de viajar por Estados Unidos. Otros usuarios de redes sociales contribuyeron con pistas, incluso una pareja en viaje que dijo que había visto la furgoneta de Petito y Laundrie en su propio video en YouTube.
Aunque las autoridades no han confirmado que el video llevara al descubrimiento, la vastedad de espacios en el Oeste estadounidense puede plagar los equipos de búsqueda durante años y cualquier cosa que enfoque el área de búsquedas es bienvenida. Las presiones de la gente pueden también asegurar que las autoridades den prioridad a un caso.
No obstante, no todo el mundo tiene la oportunidad de enriquecer un perfil en redes sociales, dijo IllumiNative, una organización de justicia social encabezada por mujeres indígenas.
Las causas tienen varios niveles, pero el sesgo implícito en favor de los blancos y de los estándares convencionales de belleza tienen su papel, junto con una falta de diversidad en las decisiones de las redacciones de prensa y la policía sobre cuáles casos priorizar, dijo Carol Liebler, profesora de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Syracuse, Nueva York.
“Lo que se comunica es que las vidas blancas son más importantes que las de las personas no blancas”, dijo.
Un examen de los casos de 247 adolescentes desaparecidos en Nueva York y California mostró que 34% de los casos de los adolescentes blancos fueron cubiertos por la prensa comparado con solamente 7% de los de los adolescentes negros y 14% de los adolescentes hispanos, dijo.
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Amigos de Jennifer Caridad, una trabajadora de una guardería de 24 años y de ascendencia mexicana, han usado las redes sociales para atraer atención a su caso en Sunnyside, Washington, luego de que apenas fue notado en agosto. Al igual que en caso de Petito, se piensa que Caridad fue vista por última vez con su novio. Éste fue arrestado por cargos de robo de auto e intento de asesinato tras dispararle a la policía durante una persecución luego de la desaparición de Caridad.
Hasta ahora, las autoridades no tienen respuesta para los padres de Caridad. Dos veces a la semana, Enrique Caridad acude a la estación de policía en busca de noticias sobre su hija.
“Ellos me dicen que no descansarán hasta que la encuentren” dijo. “Les digo que por favor me dejen saber de su paradero para poder ayudarles a encontrarla, pero me dicen que no me involucre, para no perjudicar el caso”.
Los detectives tomaron muestras de ADN de los padres y dijeron que había manchas de sangre en la camioneta SUV de Caridad, pero no han dicho si era la sangre de ella. Al inicio, los padres pasaron trabajos para entender a los detectives, que solamente hablaban inglés, pero cuando el caso fue transferido a un departamento de policía más pequeño, ellos pueden hablar en español con uno de los investigadores.
“No saber lo que pasa nos está matando: no saber si está viva o si fue herida por ese hombre”, dijo Enrique Caridad.
David Robinson se mudó temporalmente de Carolina del Sur a Arizona para participar en la búsqueda de su hijo, Daniel, que desapareció en junio. El geólogo negro de 24 años fue visto por última vez en un sitio de trabajo en Buckeye, en las afueras de Phoenix. Un granjero encontró su automóvil en un barranco un mes más tarde a unos pocos kilómetros del lugar. Sus llaves, su celular, su billetera y sus ropas fueron recuperados, pero no se hallaron indicios de él.
La saga de Petito elevó inesperadamente el caso de su hijo cuando las personas usaron el hashtag #findgabypetito en Twitter para atraer más atención a casos de personas desaparecidas que no son blancas.
“Trabajé arduamente durante tres meses para tratar de atraer atención nacional”, dijo Robinson, que ha hablado con otras familias sobre la disparidad de la cobertura. “Esto es más grande que lo que pensé… No se trata solamente de mi hijo Daniel. Es un problema nacional”.
Otra familia cuyo caso fue resaltado por ese hashtag —la de Lauren “El” Cho, una estadounidense de 30 años de ascendencia coreana y residente en California— dijo en Facebook que entiende las frustraciones, pero advirtió que las diferencias entre los casos “son más profundas que lo que ve la gente”.
Los asiáticos y asiático-estadounidenses definitivamente enfrentan el mismo problema de poca visibilidad en la prensa, dijo Kent Ono, profesor de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Utah. El “mito de la minoría modelo”, de que los asiáticos son exitosos y no se meten en problemas, también contribuye al problema.
“Entonces, eso dificulta mucho para lectores y televidentes imaginarse que las personas asiático-estadounidenses tienen algún problema, que no puedan cuidarse a sí mismas”, dijo.
La atención de la gente es vital para todos los casos de desapariciones, especialmente en los primeros dos días tras una desaparición, dijo Natalie Wilson, cofundadora de la Black and Missing Foundation, cuyo objetivo central es atraer atención sobre los casos poco reportados. Combatir el racismo y los estereotipos que vinculan a las personas desaparecidas con pobreza o delito es clave.
“A menudo, las familias… no sienten que sus vidas son valoradas”, añadió. “Necesitamos cambiar la narrativa sobre nuestros desaparecidos para mostrar que son nuestros hermanas, hermanos y abuelos. Son nuestros vecinos. Son parte de nuestra comunidad”.