En los actos oficiales de la celebración de los 69 años del Estado Libre Asociado (ELA), el presidente del Senado, José Luis Dalmau, indicó el domingo que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se unió a la conmemoración.
En el evento llevado a cabo en el Paseo Real Marina en Aguadilla, Dalmau procedió a leer la carta enviada por Biden previo a ofrecer su mensaje.
PUBLICIDAD
Aquí las expresiones del presidente de Estados Unidos con motivo a la conmemoración del ELA:
“Me complace unirme a ustedes en la conmemoración del 69 aniversario de la adopción de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Durante más de un siglo, el pueblo de Puerto Rico ha hecho grandes contribuciones a las causas nobles de la democracia y la libertad, que están recogidas en la constitución de la isla.
Puerto Rico es una parte vital de nuestro país, y estamos muy agradecidos por las innumerables aportaciones puertorriqueñas en los derechos civiles, la ciencia, la industria, la educación y las artes, que están entrelazadas en la formación de la historia de los Estados Unidos.
Nuestra nación tiene una deuda de gratitud con las generaciones de puertorriqueños que han participado en cada operativo militar de envergadura de los Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial. Estos patriotas militares siempre serán venerados y sus sacrificios recordados.
Hoy en día, más de ocho millones de boricuas -más de cinco millones en los Estados Unidos continentales y más de tres millones en la isla- participan en todas las facetas de la vida estadounidense. Los puertorriqueños enriquecen la cultura americana, la identidad y la visión estadounidenses y ayudan a formar una nación más diversa y vibrante.
Han tenido retos, y a lo largo de los años, los puertorriqueños han enfrentado y superado la adversidad, porque el pueblo de La Isla del Encanto cede, pero no se rinde.
PUBLICIDAD
Inspirados por la fortaleza de Puerto Rico y su compromiso con la democracia, nuestra nación se une con orgullo a ustedes en la conmemoración de este Día de la Constitución”, lee la carta de Biden.
El presidente del Senado agradeció las palabras de Biden y su trabajo arduo “para ayudar a Puerto Rico”. Asimismo, expresó agradecimiento hacia el alcalde de Aguadilla, Julio Roldán, “por el honor que me confiere de dirigirme ante ustedes en esta importante actividad”, al ser el orador principal de la actividad.
Aquí el mensaje que ofreció Dalmau en los actos oficiales para conmemorar el aniversario del ELA:
“Cada vez que visito este hermoso municipio, la mirada queda atrapada ante su singular belleza. El horizonte se ilumina con la majestuosidad del mar que le arrulla, con el verdor de sus praderas y con el recuerdo de las aportaciones de innumerables compatriotas, quienes, desde este lugar, iniciaron un legado imborrable en la historia colectiva de nuestro pueblo.
Fue desde aquí, que el prócer José de Diego despertó el amor patrio a través de sus interminables luchas; fue desde aquí, que Miguel Ángel García Méndez, inició una destacada carrera en el servicio público que aún nos inspira; fue desde este rincón del oeste, que Manuel Méndez Ballester comenzó su obra literaria que despertaba el intelecto y nos llenaba de ilusiones; donde Carmen Gómez Tejera -educadora por excelencia- convertía la defensa del idioma español, en su causa de vida; y donde el doctor Rafael del Valle, daba los primeros pasos de un modelo de salud universal, al fundar el primer hospital gratuito de la región.
Fue desde estas hermosas playas, que Ramón Añeses, profundizaba en sus travesías de historia; donde Plácido Acevedo componía su lírica y deleitaba con su trompeta; donde Alberto Vadi creaba su obra artística y la poetisa María Bibiana Benítez; exponía con sus letras, los justos reclamos del movimiento feminista, que tanta pertinencia toman en estos tiempos.
Por eso, al repasar ese legado, el municipio de Aguadilla resulta ser el lugar idóneo para conmemorar nuestra Constitución, porque, en ese cúmulo de vivencias, de grandes aportaciones y de obra creadora, no hay mejor testimonio de agradecimiento que honrar a quienes dieron sus mejores años a las causas de la patria.
Y es, precisamente en ese contexto, que toma mayor relevancia la convocatoria de hoy al conmemorar el 69 aniversario de nuestra Constitución; la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, que resulta ser la conquista más importante que ha alcanzado el pueblo de Puerto Rico, en respuesta a su propia voluntad.
Es esa Constitución, la que nos garantiza una Carta de Derechos cuyas protecciones, superan a otras constituciones en toda América, porque hacen -de los principios de democracia y el respeto a la dignidad humana- el marco principal de nuestras aspiraciones colectivas.
Es esa Constitución, la que nos provee las herramientas necesarias para el progreso social, el desarrollo económico, la educación como un derecho; y la que hace, de nuestro sistema legal, uno más justo y equitativo al asegurarle participación, representación y votos a las minorías existentes en nuestra sociedad.
Es esa Constitución, la que concede protecciones laborales a los trabajadores; la que procura la protección ambiental, la que vela por el balance de poderes, el respeto a la diversidad y la que combate con todas sus fuerzas, el discrimen y el odio.
Es esa Constitución, nuestra Constitución, la que protege los derechos del individuo sobre los excesos del Estado; y la que garantiza una transición ordenada y pacífica cuando el pueblo, a través del voto libre, decide cambiar sus gobiernos.
Pero ese documento no fue un acto fortuito. Y no lo fue porque, al examinar el Diario de Sesiones de la Convención Constituyente, encontramos en sus páginas doradas, los testimonios más elocuentes de toda una generación la cual supo sembrar semillas de esperanzas aún desde partidos distintos.
Una generación cuya obra monumental fue el resultado de quienes colocaron los intereses colectivos por encima de los individuales. Y fue precisamente ese momento, lo que marcó el punto de partida de una nueva era para Puerto Rico. Un nuevo camino, en la vida de un pueblo, que renovó su espíritu de lucha y en el cual aprendimos que, al unir nuestra voluntad, somos capaces de alcanzar grandes metas.
Es el orgullo que bien explica el compositor aguadillano Rafael Hernández, el jibarito -hijo predilecto de estas tierras- quien, a través de sus obras musicales, pudo plasmar el sentimiento meritorio de quien busca su propósito de vida, al enmarcar con justa causa, la agenda que nos une y no la que nos separa.
Son esas letras, las que nos recuerdan a todos, que, en esta vida, cada uno de nosotros, tenemos la obligación -desde el lugar que nos corresponda- de emular las lecciones en defensa de las grandes causas, como lo hicieron en su momento Betances, Baldorioty y Barbosa; o que podemos soñar -como lo hizo Hostos- con un país de primera y con una América unida, donde la bandera de Puerto Rico flote con distinción.
Por eso, las letras de don Rafael Hernández, toman mayor sentido cuando repetimos la lírica del destino anhelado, de aquel que nos une en un solo canto:
Si yo no hubiera nacido en la tierra en que nací, estuviera arrepentido de no haber nacido allí…
Y es ese amor que sentimos por nuestra patria, lo que nos inspira y nos guía. Y es esa bandera, que ondea ante nosotros, donde se fijan las esperanzas de todo un pueblo que suspira con emoción al observar con orgullo cuando nuestros niños salen a la escuela, o cuando los obreros salen a sus talleres; o cuando las enfermeras y médicos salen a salvar vidas; y también lo sentimos, cuando nuestros atletas salen a representarnos llevando sobre sus pechos nuestra insignia nacional.
Es a ellos, a nuestros atletas olímpicos; hombres y mujeres de bien, a quienes dedicamos estos actos. Y lo hacemos, porque ellos -a través del deporte- no solo nos honran, sino que nos inspiran porque en su esfuerzo -al igual que los constituyentes en el pasado- son forjadores de sueños, símbolos de perseverancia y testimonios de entrega a las causas que nos engrandecen.
Esas imágenes las celebramos y las honramos con mucha emoción sin olvidar que esa realidad se hace posible gracias a la soberanía olímpica que está asegurada bajo el Estado Libre Asociado.
Y es esa realidad, la que nos permite admirar -como lo hicimos hace dos días- al ver nuestra hermosa bandera, enarbolada por una nueva generación, desfilando por derecho propio, junto a otros países del mundo, en ese recinto de convergencia deportiva.
Es, en esa bandera, donde se recogen las plegarias de todo un pueblo que, si bien anhelamos un mejor futuro, no estamos dispuestos a renunciar a nuestra historia, ni desvirtuar nuestro idioma español; y mucho menos, a permitir que nuestra bandera -la de la estrella sola, vistosa y hermosa- jamás se disuelva entre otras estrellas.
Es ese símbolo rescatado por nuestra Constitución, el que ejemplifica la concertación de ideas y de valores porque, como bien dijo Luis Muñoz Marín, la bandera puertorriqueña es un instrumento de unidad que nos pertenece a todos sin distinción.
Simboliza ella, nuestra identidad de pueblo, nuestras raíces culturales, nuestra autonomía olímpica y encierra en sus colores, la maravillosa realidad de que somos una nación que vive orgullosa de su historia y que mira con optimismo hacia el mañana.
Por eso, cuando iniciaba mis palabras expresaba que hoy es un día especial. Y lo es, no solo porque venimos a honrar nuestro pasado, sino también porque venimos a hablar del futuro.
Pero ese futuro tiene que partir de la ruta trazada en el destino colectivo. Ese futuro que hoy emprendemos, tuvo su nacimiento cuando en el 1952, el pueblo de Puerto Rico avaló con el 82% de sus votos nuestra Constitución.
Y fue desde entonces, que también comenzó paralelamente un incesante debate sobre el futuro político que aún nos consume y el cual muchas veces agobia.
Un debate que, aunque necesario e importante, en muchas ocasiones se torna inoficioso porque cada cual se aferra a su trinchera particular, bloqueando las aspiraciones de otros y transformando esa agenda, en una prolongada tertulia más que una acción creadora de cambio social.
Por eso, lo oportuno ahora no es debatir sobre el tema del estatus, sino encaminar su solución. Pero debe hacerse de forma seria, responsable y justa. Y subrayo esto, porque los tiempos en donde un gobierno excluye alternativas caprichosamente, se tienen que acabar.
Los tiempos en donde algunos pretenden hacerle creer al pueblo de Puerto Rico -equivocadamente- que sus únicas alternativas son la estadidad e independencia, tienen que cesar.
Por eso hoy, como presidente del Senado y como presidente de la Conferencia Legislativa de la mayoría parlamentaria que dirige el poder legislativo, quiero dejar meridianamente claro dos posiciones sobre este asunto:
Primero, será Puerto Rico y nadie más, quien decida nuestro futuro político entre las tres alternativas reales que tenemos ante nosotros: la integración como un estado de la unión, la independencia de los Estados Unidos o la autonomía política, que se recoge en el desarrollo del Estado Libre Asociado.
En otras palabras, son tres las alternativas y no dos; y, por eso, desde Aguadilla, les decimos a los detractores del ELA que por más que lo intenten, por más que inventen e insistan en excluirnos, el Estado Libre Asociado estará en la papeleta; punto.
Y tiene que estar, porque en las verdaderas democracias, los gobiernos no escogen los resultados antes de que se cuenten los votos.
En segundo lugar, toda consulta que pretenda modificar las relaciones políticas entre Puerto Rico y los Estados Unidos, tendrá que canalizarse a través de un mandato claro y no con mayorías pírricas que cambian como las veletas con el pasar del viento.
Cuando asumí la presidencia del Senado, expresé que, aunque difiero del resultado sobre la estadidad en las pasadas elecciones, habría de respetar el término de un año que se autoimpuso el pasado gobierno estadista, para reclamar una respuesta del Congreso sobre ese voto. Ese término, sin embargo, tiene fecha de caducidad.
Esa fecha es el 3 de noviembre de este año, que fue la que dispuso la pasada administración en el estatuto. De hecho, cuando hice esas expresiones, aún quedaban 10 meses para vencerse el término establecido en ley.
Hoy, sin embargo, le informo al señor gobernador Pedro Pierluisi que el reloj sigue corriendo y que solo le restan 4 meses para una respuesta, en lo que parece ser el desenlace inevitable, al suplicio anexionista.
Por eso, ante el inminente vencimiento del término dispuesto en la ley y ante la ausencia de legislación congresional que tenga posibilidades reales de aprobarse, hoy les anuncio que, en las próximas semanas, estaremos encaminando una acción legislativa sin precedentes, que perseguirá el inicio de un proceso formal de diálogo entre el pueblo de Puerto Rico, el Congreso y la Casa Blanca a través de comités de negociación representativo de las tres alternativas de estatus reconocidas – la integración, la independencia y la asociación política – con igual participación e igualdad de recursos.
El propósito de este esfuerzo, es que el mismo culmine con una votación de los electores hábiles sobre sus preferencias de estatus. No obstante, esa iniciativa descansará sobre un procedimiento informado y bajo un mecanismo certero que deje fuera el discurso demagógico y las ofertas irreales que solo confunden al electorado.
Para lograrlo, sin embargo, ese comité de diálogo -que surge de la rama constitucional más representativa del pueblo- habrá de concertar una mesa de trabajo, siguiendo las guías del estatuto federal que fuera firmado por el presidente Barack Obama en el 2014, el cual ordena la realización de un proceso de validación de las tres fórmulas de estatus ante el Departamento de Justicia federal, como paso previo a cualquier votación.
Esa es la forma seria de atender este asunto y de lograr una consulta vinculante con el gobierno de los Estados Unidos. Los miembros de los comités de negociación serán seleccionados, inicialmente, por los partidos políticos representativos de cada sector ideológico, pero haciendo la salvedad que, si algún partido político declina integrarse al esfuerzo, el mecanismo proveerá para que otros grupos y ciudadanos reconocidos como defensores de determinada fórmula, puedan asumir la representación de esa ideología.
En otras palabras, nadie tendrá el poder de veto sobre este proceso. Igualmente, habrá espacios para aquellos partidos o grupos -como la sociedad civil- que, si bien no han asumido una preferencia sobre una fórmula de estatus en particular, puedan aportar su insumo e integrarse al éxito de este esfuerzo.
El objetivo es sencillo. Si el pueblo desea modificar su estatus actual, debe hacerse sobre bases claras e información precisa.
A manera de ejemplo, si Puerto Rico desea ser un estado de la Unión, que el país sepa antes de votar, cuáles serán las implicaciones sobre los impuestos federales en la economía local; que pasará sobre el pago de la deuda; sobre la pérdida de la autonomía deportiva, el efecto sobre nuestra identidad cultural y los requisitos de transición que exigirá el Congreso incluyendo, el tema del inglés en las escuelas y la posible exigencia de una super mayoría.
Asimismo, si el pueblo desea convertirse en un país soberano e independiente, que se conozcan también las consecuencias sobre la pérdida de la ciudadanía americana por nacimiento, la reducción de los programas de asistencia y la pérdida de fondos federales. A esos efectos, les anuncio que en la primera reunión de la Conferencia Legislativa de la próxima sesión ordinaria que comienza en agosto, presentaré el asunto para iniciar este esfuerzo.
Finalmente, no puedo culminar mis palabras sin dirigirme ahora al pueblo estadolibrista. A los miles de puertorriqueños y puertorriqueñas que ven en la obra de Luis Muñoz Marín, el presente de sus aspiraciones y el futuro de sus hijos.
De todos los sectores ideológicos, somos nosotros -el centro político del país- los que mayor responsabilidad tendremos a la hora de insertarnos en un proceso de atención al asunto del estatus.
Y asumiremos esa responsabilidad, porque nuestra propuesta parte del estado de derecho vigente y no de ideas abstractas. La ecuación es sencilla: la anexión no tiene los votos en el Congreso y la independencia no tiene los votos aquí en la isla.
Esa realidad innegable nos coloca nuevamente ante la historia, como la solución responsable, práctica y pragmática. Es el Estado Libre Asociado el punto de encuentro de todos los puertorriqueños, donde se puede armonizar nuestra realidad de quien valora su ciudadanía americana por nacimiento y su relación con los Estados Unidos; pero también de quien exige respeto a nuestra realidad como un pueblo latinoamericano y caribeño que no está dispuesto a renunciar a su identidad, a su cultura ni a su historia.
La faena que nos toca, es evitar que la polarización de los sectores políticos, nos dirija los destinos bajo un clima de desasosiego e incertidumbre. Por eso, los defensores del desarrollo del Estado Libre Asociado nos convertiremos -una vez más- en el espacio de conciliación y armonía entre todos los puertorriqueños. Esa acción es lo que evita el choque entre los extremos políticos que ven en su discurso ideológico su única razón de ser.
Ahora bien, para lograr el éxito que nos corresponde, tenemos que unirnos en una sola voz y una sola agenda. Tenemos que dejar a un lado el fraccionamiento, el protagonismo desmedido y la agenda individual sobre la agenda colectiva. Quiero repetir esto: para lograr el éxito que nos corresponde, tenemos que unirnos en una sola voz y una sola agenda. Tenemos que dejar a un lado el fraccionamiento, el protagonismo desmedido y la agenda individual sobre la agenda colectiva.
Y tenemos que hacerlo porque, en esta misión, todos somos indispensables. Y lo somos, porque contrario a lo que algunos piensan, los estadolibristas estamos muy claros en lo que queremos. Queremos el respeto al gobierno propio; queremos proteger nuestra identidad cultural y nuestra soberanía deportiva; queremos mantener una relación con los Estados Unidos que se fundamente en la voluntad del pueblo a través del voto.
De hecho, en el ELA de futuro no puede haber una Junta de Supervisión Fiscal.
Continuaremos promoviendo una sociedad más justa y equitativa; donde la lucha contra la pobreza tiene que seguir siendo la agenda moral de todo ciudadano y donde la familia sea el eje central de la transformación social que se necesita. Y en esa agenda abriremos nuevas oportunidades de progreso para nuestros jóvenes.
Tengamos claro que, para lograr esas metas, enfrentaremos grandes retos. Vendrán tiempos difíciles y tempestades. Pero si unimos nuestros corazones y remamos todos juntos hacia la misma dirección, llevaremos el barco a puerto seguro y habremos honrado la memoria de Luis Muñoz Marín.
Exclamando con orgullo, ¡Qué Bueno es el Estado Libre Asociado!
Que Dios bendiga a Puerto Rico, muchas gracias”, puntualizó el presidente del Senado.