Barcelona y aledaños en el noreste de España están regresando a la cuarentena general para frenar una ola de la variante delta del coronavirus que se propaga de manera desenfrenada entre jóvenes no vacunados.
Las autoridades regionales aguardan la autorización de un juez para volver a imponer un toque de queda nocturno, como parte de la campaña para reforzar las restricciones y desalentar los encuentros sociales en los que se propaga el virus.
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El toque de queda afectaría a poblaciones de más de 5.000 habitantes con una tasa de contagio que supere los 400 por cada 100 mil habitantes durante 14 días.
La cepa delta, altamente contagiosa, está provocando un aumento de casos en muchos países, incluso en Europa, donde las campañas de vacunación están en marcha y se cuenta con buenos sistemas de salud pública. Pero Cataluña duplica el promedio español y es una de las zonas más afectadas del continente, con más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes a lo largo de 14 días. La situación solo es más grave en Chipre, según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades europeo.
Las escenas de juergas se multiplicaron en muchas ciudades españolas desde que el gobierno levantó en mayo un toque de queda nocturno que había regido por seis meses. Con ello esperaba enviar al extranjero el mensaje de que el país estaba abierto para la temporada veraniega de turismo, de importancia crucial para su economía. En ese momento, la tasa era inferior a 200 por 100.000 en 14 días. Dos meses después, ha superado los 450 y va en aumento.
Entre los jóvenes catalanes de 20 a 29 años la tasa es de 3.300.
“Todo comenzó con el fin de la escuela, que era un lugar seguro donde las medidas sanitarias funcionaban bien. Y entonces vimos una serie de viajes de los estudiantes para festejar el fin del año escolar y así comenzó”, dijo la secretaria de Salud catalana Carmen Cabezas. “Eso, combinado con el arribo de la variante delta… fue la tormenta perfecta”.
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