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La encrucijada de Cuba

El 11 julio iniciaron masivas protestas en varias ciudades de Cuba contra el gobierno, por la crisis económica y sanitaria que atraviesa el país caribeño.

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Desde el pasado domingo Cuba vive una tensa situación interna, marcada por las marchas masivas y las medidas impuestas por el Gobierno para controlar este nuevo estallido social, que ha desplegado un gran número de sus fuerzas de seguridad y militares, deteniendo a los líderes más visibles del movimiento opositor y cortando el acceso a Internet y al teléfono en la isla.

La situación ha despertado variadas reacciones en el mundo y en especial Estados Unidos, que mantiene un bloqueo contra el país caribeño desde 1962.

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“El gobierno cubano ha culpado de las manifestaciones al embargo estadounidense, porque ha empeorado la situación económica interna, y a los programas estadounidenses de ‘promoción de la democracia’ que canalizan millones de dólares anuales a los opositores al régimen. Esto ha aumentado las tensiones bilaterales. Los informes de que el gobierno cubano está deteniendo a un gran número de disidentes también dañarán las relaciones bilaterales, porque el presidente Biden siempre ha sido un defensor de los derechos humanos”, explica a Metro William M. LeoGrande, profesor de gobierno en la Escuela de Asuntos Públicos de la American University, Estados Unidos.

“El dilema de Biden es que si hace algo ahora para relajar las sanciones, los republicanos le acusarán de rescatar al régimen cubano. Así que el bienestar de las familias cubanas está siendo rehén de la política interna de Estados Unidos… Si Biden no hace nada, corre el riesgo de que se produzca otra crisis migratoria como la del Mariel en 1980 y la de los “balseros” en 1994”, dice Leogrande.

Para Jorge Duany, director y profesor del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida, EE.UU., “las relaciones entre Estados Unidos y Cuba llegaron a un punto muy bajo durante los años de la administración Trump (2017-21) y, aunque Joe Biden prometió revertir esa situación, su administración no ha hecho ningún cambio en la política estadounidense hacia Cuba en los últimos siete meses. Por lo tanto, el proceso de ‘normalización’ de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, iniciado durante los dos últimos años de la administración Obama (2014-16), prácticamente se ha deshecho”.

Duany cree que “aunque el gobierno de Biden puede haber considerado a Cuba como una ‘baja prioridad’ en su agenda de asuntos exteriores, las dramáticas y repentinas protestas en Cuba que comenzaron el domingo pasado pueden ayudar a cambiar esa perspectiva. La Casa Blanca podría acelerar sus deliberaciones sobre qué hacer con respecto a Cuba, que probablemente será un punto intermedio entre los enfoques opuestos de las administraciones de Obama y Trump, es decir, ni el compromiso total con el gobierno cubano ni el aislamiento del mismo, como forma de promover los intereses de Estados Unidos en Cuba”.

“El presidente Biden tiene que decidir si continuar con las políticas de Donald Trump, que han empeorado la crisis humanitaria en Cuba, o tomar medidas para aliviar el sufrimiento del pueblo cubano; en concreto, restablecer la capacidad de los cubanoamericanos para enviar remesas a sus familias. Las recientes protestas en Cuba han obligado a incluir esta decisión en la agenda del presidente; no puede ser ignorada por más tiempo” William M. LeoGrande, profesor de gobierno en la Escuela de Asuntos Públicos de la American University, Estados Unidos.

 

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“En el futuro previsible, el aumento de la polarización política parece ser un resultado inevitable de las manifestaciones populares sin precedentes contra el actual gobierno. Un resultado más deseable (pero altamente improbable) sería que el gobierno cubano entrara en algún tipo de “diálogo” con su movimiento disidente, así como con algunos de los que todavía podrían apoyar su ideología pero están hartos de las actuales condiciones sociales, económicas y políticas” Jorge Duany, director y profesor del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida, EE.UU.

Relación Estados Unidos-Cuba

El presidente Trump revirtió casi todas las aperturas a Cuba que el presidente Obama adoptó en sus dos últimos años de mandato.
Durante la campaña presidencial de 2020, Biden prometió volver a una política de compromiso y revertir varias de las sanciones de Trump.

ANÁLISIS

Arnold August,
periodista y conferencista canadiense, es el autor de los libros La democracia en Cuba y las elecciones de 1997-98 (1999), Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento (2014) y Relaciones Cuba-EE.UU: ¿Qué ha cambiado? (2018).

P: ¿Por qué es tan importante la respuesta de Estados Unidos a las protestas en Cuba?

  1. Aunque mucha gente está comprensiblemente descontenta con la situación, un pequeño grupo de individuos está utilizando la situación para provocar una intervención de Estados Unidos en la isla. El objetivo sería subvertir la Revolución Cubana. Por lo tanto, la cuestión es si los EE.UU. responden a estos llamamientos llevando a cabo realmente tal aventura. Lo intentaron en 1961, cuando se produjo la famosa derrota estadounidense de Bahía de Cochinos. Biden lo sabe, aunque no lo admita.
  2. P: Háblenos de la relación actual entre los dos países.
  3. La relación es la misma ahora que desde que triunfó la Revolución el 1 de enero de 1959. Todos los presidentes de Estados Unidos desde entonces han intentado derrocar al gobierno, aunque utilizando diferentes tácticas. Por ejemplo, Washington cambió la táctica de Clinton, Reagan y Bush, consistente en la agresión, por la de Obama, consistente en la seducción. Por otro lado, desde 1959, Cuba ha intentado por todos los medios desarrollar relaciones mutuamente beneficiosas con Estados Unidos. Sin embargo, Cuba no renuncia a su derecho soberano a elegir su propio sistema político y económico.
  4. P: ¿Cómo podría afectar la situación a la relación?
  5. La relación sólo podría empeorar. La principal causa de la peor crisis económica que ha sufrido Cuba desde 1959 es el bloqueo estadounidense, cuyas repercusiones se han visto multiplicadas por la pandemia. Biden no parece moverse para aliviar el bloqueo anulando las más de 240 medidas adoptadas por Trump.
  6. P: ¿Qué se puede esperar en el futuro?
  7. El gobierno cubano y la inmensa mayoría de la población se niegan a renunciar a su soberanía y, como dicen, a entregar la Revolución a EEUU. Tampoco Cuba está dispuesta a renunciar a su apoyo al presidente Maduro, a pesar de la insistencia estadounidense. Sin embargo, ¿la creciente demanda, tanto a nivel internacional como en EEUU, obligará a Biden a hacer un movimiento? En cualquier caso, Cuba seguirá desarrollando su relación con importantes potencias como China, Rusia e Irán. El futuro está en la fuerza del creciente mundo multipolar en oposición al intento de EEUU de mantener su hegemonía mundial.

Dmitry Belyaev, MWN

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de agosto 1994 fueron las últimas grandes manifestaciones en cuba, conocidas como el “Maleconazo” en el Malecón de La Habana, que precedieron el tercer éxodo masivo de balseros desde el inicio de la revolución cubana.

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