Japón es famoso por su funcionamiento en consenso, el cual se ha alterado por la decisión de efectuar los Juegos Olímpicos de Tokio.
En un lado, está el público japonés que enfrenta preocupaciones sobre el coronavirus en momentos en el que solamente 16% de la población está plenamente vacunada. En el otro, están los políticos que buscan salvar la imagen con la realización de los Juegos Olímpicos y el Comité Olímpico Internacional que tiene miles de millones de dólares en juego.
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“Estamos acorralados en una situación en la que ya no podemos parar. Estamos condenados si lo hacemos y también si no lo hacemos”, escribió Kaori Yamaguchi, miembro del Comité Olímpico Japonés y medallista de bronce en judo en 1988, en un editorial publicado por la agencia de noticias Kyodo. “El COI además parece pensar que la opinión pública en Japón no es importante”.
El apoyo para seguir adelante con los juegos parece dividido y hay una oposición persistente. Gran parte de la preocupación se debe a las dudas en torno a los riesgos sanitarios. Aunque el gobierno ha intensificado su campaña de vacunación tras un inicio lento, la gran mayoría de la población no estará inmunizada para cuando comiencen los juegos dentro de dos semanas.
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Debido a la fecha, el COI y el gobierno japonés han tenido que hacer malabarismos para sacar el compromiso adelante a pesar de las dificultades. El doctor Shigeru Omi, el principal asesor del gobierno para el COVID-19, consideró “anormal” efectuar la mayor justa deportiva del mundo durante una pandemia.
El costo oficial de los Juegos Olímpicos de Tokio es de más de 15.000 millones de dólares, aunque auditorías gubernamentales sugieren que la cantidad alcanzaría el doble. Todo, salvo 6.700 millones de dólares es dinero público. El COI sólo aporta 1.500 millones del costo total y algunas son contribuciones en especie que no involucran dinero en efectivo.
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Más allá de las preocupaciones financieras, efectuar sin contratiempos unos Juegos Olímpicos también es gran fuente de orgullo para el país anfitrión.
Antes de que se pospusieran las competiciones hace 15 meses, Japón iba sobre ruedas para realizarlos aun cuando fueran costosos.
Contaba con un nuevo Estadio Nacional hermoso, diseñado por el arquitecto Kengo Kuma, una organización meticulosa y un gran escenario para un país que organizó unos históricos Juegos Olímpicos de verano en 1964, apenas 19 años después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
El presidente del COI, Thomas Bach, describió y sigue describiendo al gran evento deportivo de Tokio como “los Juegos mejor preparados de la historia”.