Tras una semana de su cuarta guerra, Israel y el grupo armado Hamas ya afrontan acusaciones de posibles crímenes de guerra en Gaza. Israel afirma que Hamas utiliza a los civiles palestinos como escudos humanos, mientras que las voces críticas afirman que Israel emplea una fuerza desproporcionada.
¿Quién tiene razón? Es difícil de decir, especialmente en medio del ruido de los combates.
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El lanzamiento de cientos de cohetes poco precisos contra Hamas por parte de Hamas y otros grupos palestinos está bastante claro. El derecho internacional prohíbe atacar a los civiles o realizar ataques indiscriminados en zonas civiles. Los cohetes que impactan contra bloques de apartamentos en Tel Aviv son una violación clara.
Pero en Gaza, donde dos millones de personas viven hacinadas en una estrecha franja costera, la situación es mucho más compleja. Ambas partes operan en un terreno urbano y densamente poblado porque básicamente es lo único que hay. Debido a la falta de espacio y a los intensos bombardeos, hay pocos lugares seguros a los que pueden ir los gazatíes. El bloqueo impuesto por Israel y Egipto después de que Hamas tomara el poder del territorio en 2007 hace que marcharse sea casi imposible.
Como movimiento de base, Hamas está muy integrado en la sociedad palestina, con una rama política y organizaciones benéficas que operan al margen de su brazo armado. Aunque Israel y los países occidentales ven a Hamas como una organización terrorista, en la práctica es el gobierno de Gaza, con decenas de miles de personas contratadas como funcionarios y policías. De modo que tener relación con Hamas no implica que alguien sea combatiente, y hay muchos en Gaza que se oponen al grupo, todos igual de expuestos y sin un sitio al que huir.
La Corte Penal Internacional inició este año una investigación sobre posibles crímenes de guerra cometidos por Israel y milicianos palestinos durante la última guerra, en 2014. Ambas partes parecen emplear las mismas tácticas en la nueva guerra.
A continuación, un vistazo a las posibles violaciones del derecho internacional.
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GUERRA URBANA
Está claro que los combatientes palestinos operan en zonas residenciales y han posicionado túneles, lanzacohetes e infraestructuras de mando y control cerca de escuelas, mezquitas y viviendas.
Un fiscal tendría que demostrar que los combatientes colocaron de forma deliberada activos militares cerca de civiles para aprovechar las protecciones debidas a personas no combatientes durante una guerra.
“Si Francia invade Suiza, los suizos no tienen prohibido defender Ginebra, lo que incluye poner soldados suizos, posiciones suizas de artillería y demás dentro de Ginebra”, explicó Marco Sassoli, profesor de la Academia de Ginebra de Derecho Humanitario Internacional y Derechos Humanos.
Como el derecho internacional humanitario se aplica a todos los bandos en un conflicto, los franceses también podrían combatir en Ginebra. Pero aquí es donde se aplica la cuestión de la proporcionalidad: Para continuar con la analogía, ¿fue proporcional a la provocación el ataque francés sobre Ginebra?
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PROPORCIONALIDAD
Los detractores de Israel suelen acusar al país de emplear una fuerza desproporcionada. Señalan que la potencia nuclear no declarada, que tiene el Ejército más poderoso de la región, libra una guerra contra un grupo armado con poco más que cohetes de largo alcance, la mayoría de los cuales se ven interceptados por las defensas israelíes.
Como en otras ocasiones, este conflicto tiene una disparidad dramática, con al menos 200 muertos en Gaza, casi la mitad mujeres y niños, y 10 muertos en Israel, todos menos uno civiles.
Israel afirma que tiene derecho a eliminar la amenaza de los cohetes, lo que incluye a la infraestructura de mano asociada. Dice hacer todos los esfuerzos para evitar daño a los civiles, como advertirles antes de algunos ataques. Pero Sassoli señaló que en conflictos pasados, Israel tuvo “un concepto bastante amplio de lo que es un objetivo militar legítimo”.
En el derecho internacional, la proporcionalidad también se refiere a los ataques individuales, pero los expertos señalan que es extremadamente difícil demostrar que un ataque concreto es desproporcionado. Habría que saber cuál era el blanco, qué ventaja militar se obtuvo y si eso superaba al daño infligido a los civiles y a las propiedades civiles. Eso supone que, en la práctica, es probable que sólo se procesen los casos más extremos.
Israel bombardeó el sábado el edificio de 12 plantas donde estaban las oficinas en Gaza de The Associated Press y la televisora Al-Jazeera, así como docenas de apartamentos privados y pequeños negocios como una firma de abogados, un laboratorio de análisis de sangre y una productora de televisión.
El ejército israelí advirtió a los residentes que evacuaran el edificio y nadie salió herido.
El Ejército dice que Hamas tenía una presencia considerable en el edificio, con un centro de mando, una división de inteligencia y otras infraestructuras para coordinar operaciones de combate. Pero no ha presentado pruebas.
El presidente y director general de AP, Gary Pruitt, dijo estar “impactado y consternado” por el ataque, y AP ha pedido una investigación independiente. “No tenemos indicios de que Hamas estuviera en el edificio u operase en el edificio, ni recibimos advertencia (al respecto) antes del ataque. Esto es algo que comprobamos expresamente como mejor podemos”, dijo Pruitt el lunes.
Atacar un centro de medios sería “totalmente ilegal”, dijo Sassoli, pero es imposible saber si el bombardeo estuvo justificado sin saber cuál era el blanco del Ejército.
Los ataques con víctimas civiles plantean importantes dudas de proporcionalidad.
Israel realizó el domingo intensos ataques aéreos a lo largo de una importante avenida en Ciudad de Gaza, afirmando que atacaba “infraestructura militar subterránea” de Hamas. El bombardeo derribó tres edificios y mató a 42 personas, incluidas 16 mujeres y 10 niños. El día anterior, un ataque contra un abarrotado campo de refugiados mató a 10 mujeres y niños. Medios israelíes dicen que el Ejercito atacaba a líderes de Hamas reunidos en el edificio.
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EJÉRCITO CLANDESTINO
Los miembros del brazo armado de Hamas rara vez llevan uniformes o se identifican en público, y se ocultan en cuando comienzan las hostilidades, al igual que los líderes políticos del grupo.
La gran mayoría de los partidarios de Hamas no participan en los combates, por lo que se supone que no deberían ser atacados. El Comité Internacional de la Cruz Roja define a un combatiente como alguien con una “función de combate continuada” o personas que luchan en el momento de ser atacadas, una definición ampliamente utilizada.
De modo que incluso si un edificio estuviera lleno de partidarios convencidos de Hamas, los expertos señalan que no se consideraría un objetivo legítimo a menos que participaran activamente en operaciones de combate.
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