Hace unos pocos meses, California era el epicentro de la pandemia del coronavirus en Estados Unidos. Los hospitales de Los Ángeles no daban abasto y las ambulancias esperaban que pacientes con graves problemas para respirar fuesen admitidos apenas hubiese una cama disponible.
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La cantidad de muertes era asombrosa, al punto de que se llenaron las morgues y los cadáveres empezaron a ser colocados en camiones refrigerados.
Ahora hay focos en otros sitios y California pasó de ser el estado con la mayor incidencia del virus al que menos casos registra, a pesar de que está levantando restricciones a los negocios y los encuentros de personas.
El frenesí por conseguir vacunas contra el COVID-19 quedó atrás y ahora se invita a vacunarse a todo el mundo. La gente ya no tiene que hacer cola por horas para conseguir una dosis y en algunos sitios parece haber un exceso de vacunas.
“Ha sido un gran suceso lo que ocurrió desde el tsunami de infecciones que tuvimos tras los feriados de fin de año hasta lo que pasa hoy”, expresó el doctor Robert Kim-Farley, de la facultad de salud pública de la Universidad de California, con sede en Los Ángeles.
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En el invierno, después de los feriados de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo, el estado registraba 40.000 casos nuevos diarios y más de 500 muertes diarias. Hoy esas cifras bajaron a 2.300 casos diarios y 68 muertes diarias.
El jueves California desplazó a Hawái del tope de la lista de estados con menor cantidad de casos per cápita en las últimas dos semanas, según datos de la Johns Hopkins University. Una de cada 2.416 personas dio positivo la semana pasada. En el otro extremo, una de cada 223 tenían el virus en Michigan.
Kim-Farley dijo que esta mejoría es producto de un esfuerzo titánico de las autoridades y del hecho de que se dieron instrucciones claras, que fueron mayormente acatadas por escuelas, negocios e individuos, incluidos el uso de barbijos y el distanciamiento social.
El gobernador Gavin Newsom ha permitido la reapertura de negocios y escuelas condado por condado, según la cantidad de infecciones. Por momentos Newsom fue acusado de imponer demasiadas restricciones y ahora hay quienes dicen que las levanta demasiado rápido.
El impacto del virus ha sido muy cambiante en Estados Unidos.
Hace un año había pocos casos en California, comparado con Nueva York, donde los hospitales se vieron casi desbordados en la primavera (segundo trimestre). Cuando California soportaba una segunda ola en el invierno, Michigan registraba muy pocos contagios. Hoy, sin embargo, tiene las tasas de infecciones más altas del país.
Kim-Farley dijo que el repunte que hubo en California convenció a la gente de la necesidad de usar tapabocas y ello tuvo un efecto positivo.
“Algunos estados que levantaron la orden de usar tapabocas están sufriendo las consecuencias. Sus casos aumentan mientras que los nuestros disminuyen”, manifestó.
Igual que otros estados, California tuvo que fijar prioridades para la aplicación de vacunas. Hoy, en cambio, abundan las dosis y la alta tasa de infecciones que hubo en el invierno dio lugar a un cierto nivel de inmunidad natural.
“Hoy tenemos vacunas. Lo que no parece haber es interés del público en vacunarse”, declaró la portavoz del condado de Napa Janet Upton.
California tiene 40 millones de habitantes y poco más de los 32 millones habilitados para ser vacunados han recibido al menos una dosis.
Versiones de complicaciones, las desinformación circulante y teorías conspirativas hicieron que mucha gente desista de vacunarse.
La directora de salud pública del condado de Los Ángeles Barbara Ferrer trata de despejar las dudas que pueda haber diciendo que las posibilidades de sufrir reacciones graves son las mismas que las de morir en un viaje de 200 millas (320 kilómetros) que nadie pensaría dos veces en hacer.
“El peligro de que la vacuna contra el COVID genere reacciones graves es de uno en un millón”, manifestó. “Todos los días corremos riesgos equivalentes porque sabemos que los beneficios son enormes. Volver a la normalidad gracias a la vacuna justifica” ese riesgo ínfimo, señaló.
Las morgues notan el descenso en las infecciones y las muertes.
“Es como la diferencia entre el día y la noche”, dijo Todd Beckley, administrador del Inglewood Cemetery Mortuary. “Llegamos a tener nueve muertos por día, todos por el COVID. Ahora no hemos recibido un muerto por el COVID desde hace cuatro días”.