Con la intención de llevar eventualmente sus hallazgos y recomendaciones a las autoridades oficiales en todos sus niveles, el Observatorio de Equidad de Género (OEG) presentó hoy un informe elaborado a partir de las experiencias de mujeres desplazadas a raíz de los terremotos en el sur el pasado año que se vieron en la obligación de refugiarse en los campamentos habilitados por el Estado o en campamentos informales o comunitarios que se propagaron por la región.
Entre los hallazgos principales, el grupo de investigadoras encontró que los patrones de violencia contra las mujeres ya existentes se recrudecieron en el periodo de emergencia, que no existía una preparación con perspectiva de género para atender situaciones de desastre y que las manifestaciones de violencia de género quedaron expuestas tanto en los refugios oficiales como en los campamentos comunitarios que se organizaron.
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“Una de las cosas que no debería sorprendernos es cómo estas mujeres no solamente eran sobrevivientes de los terremotos, sino de un cúmulo de una crisis socioeconómica que afecta directamente a las comunidades que ya han sido devastadas por la falta de acceso a recursos justos, y también que estaban hablando de que todavía estaban recuperándose del paso de los huracanes Irma y María. Esa acumulación no solamente tiene un efecto en el acceso a recursos, sino que iba erosionando lo que puede ser la salud en general y también la salud mental”, sostuvo Eliteth Silva Martínez, una de las investigadoras que elaboró el estudio, titulado “Cuando tembló la tierra: violencias y resistencias de las mujeres tras los terremotos del sur en Puerto Rico, 2019-2020”.
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El proceso de investigación, que se llevó a cabo entre febrero y marzo de 2020, en plena fase de respuesta a los terremotos, incluyó la participación, a través de entrevistas y grupos focales, de 50 mujeres que atravesaron la experiencia de refugiarse en los campamentos organizados en la región y que llegaron a albergar a miles de personas en las semanas subsiguientes a los sismos más potentes, que se registraron el 6 y 7 de enero de ese año.
“Tuvimos la oportunidad el sábado 13 de febrero de presentarles el estudio. Me parece que sobresale el rol de liderato de las mujeres y que ellas entienden que las comunidades, y las mujeres sobre todo, tienen la capacidad de tener un rol de organización en las comunidades, y sobre todo de ser cuidadoras de sus familias y los espacios. Sin duda, sabemos que fue así, lo atestiguamos en las narrativas de las mujeres, pero reconocemos que el Estado tiene un rol en este proceso. Definitivamente, las mujeres y las comunidades tienen derecho a una recuperación justa, a tener vivienda digna y espacios dignos”, manifestó, por su parte, la coinvestigadora Jennifer Oliveras Del Río.
Como parte de los esfuerzos para traducir los hallazgos en política pública, la coordinadora del OEG, Irma Lugo Nazario, señaló que el organismo se integrará a los trabajos del Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (Comité PARE), creado a partir de la declaración de estado de emergencia decretado por el gobernador Pedro Pierluisi.
“Como parte del OEG estamos integrándonos a los trabajos de dos de los subcomités, específicamente al que va a estar trabajando y dirigiendo el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico y al (sub)comité de Educación, que está dividido en tres grupos. Vamos a estar colaborando en el espacio de perspectiva de género, pero también confiamos que las compañeras presentes de las otras organizaciones que están participando del Comité PARE van a traer esta investigación y la vamos a estar compartiendo con estas mismas compañeras”, subrayó Lugo Nazario.
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Si bien reconocieron que algunos de los refugios oficiales contaban con protocolos para atender potenciales incidentes de violencia de género, las investigadoras recalcaron que estas guías brillaban por su ausencia en los campamentos improvisados.
En ese sentido, la investigadora Debora Upegui-Hernández insistió que parte del apoyo que el aparato estatal debería proveer consiste en adiestrar a las comunidades sobre las prácticas adecuadas. De esa forma, se evita depender únicamente de los esfuerzos propios de las mujeres para defenderse en entornos potencialmente peligrosos.
“Las comunidades saben lo que necesitan. Mencionaron la planificación y preparación adecuada que debe tener el Estado (y) el apoyo a las organizaciones comunitaria, porque las personas que responden primero son las comunidades en lo que llega el gobierno a estos espacios. (También) apoyo en la preparación y apoyo emocional (porque) definitivamente el vacío de apoyo emocional después de una situación traumática fue persistente”, afirmó la analista del OEG.
“No debería pasar que en un refugio oficial o en un campamento comunitario, tras que están lidiando con el duelo de perder sus casas también tuvieran que estar en intervigilancia porque les estuvieran robando lo único que les quedaba. En algunos casos eran zapatos, en algunos casos una almohada, dinero […] En algunos momentos ellas mismas tuvieron que organizarse para la autodefensa. Por ejemplo, no iban al baño solas, si era la hora de darse el baño tenía que ser a una hora en específico. Se organizaban para estar pendientes unas de las otras. En el caso de los nños y niñas, también relataron posible exposición a violencia. Esa organización la tuvieron que hacer ellas, y me parece que si hubiese habido una organización por parte del Estado, con tantas instituciones que tenemos, muchas cosas se hubiesen podido evitar”, agregó Silva Martínez.
Upegui-Hernández añadió que la emergencia por la pandemia del Covid-19 ha levantado preocupaciones adicionales ya que, por la naturaleza de las medidas de confinamiento, se dificulta el acceso a apoyo profesional o comunitario.
“Cuando hicimos la presentación (a las participantes del estudio) nos impactó que nos hablaron de cómo la respuesta a la pandemia había sido bien diferente. En Irma y María, en los terremotos, la respuesta fue comunitaria, se podían apoyar unos a otros. La pandemia creó aislamiento. Esos sistemas que se habían desarrollado de apoyo comunitario y de base ahora estaban prácticamente inaccesibles. Eso crea una soledad y espacio de abandono aun mayor. Y de eso no se está hablando”, advirtió la analista.
Tanto una síntesis como el informe completo puede encontrarse en la página web del OEG: https://observatoriopr.org/.