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Digisexuales: la intimidad a través de la máquina pasa de utopía a realidad

Actualmente, los mecanismos para recrear sensaciones y placeres físicos y emocionales han avanzado junto con la tecnología que les da vida. Y así configuramos nuestra identidad alrededor de ella.

En uno de los capítulos de “Futurama”, Fry tiene una relación con el robot de la actriz Lucy Liu, creado para él. Esto le gusta tanto, que llega a casi que “perderse” por ella, tanto como lo que casi le sucede al protagonista de la película “Her” (2014), que llega a tener intimidad y una relación emocional con la inteligencia artificial que lo acompaña.  Digisexuales: la intimidad a través de la máquina pasa de utopía a realidad

Ejemplos de ciencia ficción, que revelan –y de una manera concluyentemente aterradora– cómo incluso las máquinas pueden reemplazar la interacción humana.

 Digisexuales: la intimidad a través de la máquina pasa de utopía a realidad

Pero la realidad, más matizada, muestra que ya hay dispositivos que en épocas de sociedades fragmentadas, solitarias y ahora aisladas, han ayudado a suplir o mejorar la experiencia del contacto humano a través no solo de las apps tradicionales y los mecanismos de siempre, sino a través de tecnologías inmersivas.

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Durante muchos años veíamos en las noticias –y con algo de conmiseración–- a aquellas personas que se casaban con sus robots u hologramas, pero dispositivos como Harmony, Samantha o Emma, muñecas sexuales realistas, o juguetes sexuales más desarrollados e inmersivos como Le Kissenger, que permite recrear los besos que damos a nuestra pareja, ya dejan de ser vistos como novedad.

De hecho, según el informe Future of Sex, estos juguetes evolucionarán para ser customizados a medida y sí, poder tener interacción física y hasta emocional. Asimismo, un estudio presentado por el Dr. Ian Pearson mostraba que para 2030, el sexo via realidad virtual sería tan prevalente como el porno lo es hoy y la mayoría de personas, para 2050, también podrán tener relaciones con robots. Y, en el presente, a esta práctica, con amplia demanda de experiencias así, ya se le tiene un nombre, según la agencia de tendencias más importante del mundo, WGSN: digisexuales.

“Este es el comienzo de una nueva era relacional. La digisexualidad es una identidad emergente que prefiere utilizar la tecnología para satisfacer necesidades emocionales e íntimas. Aquellos que se identifican como digisexuales pueden elegir la tecnología para forjar relaciones. Sin embargo, al igual que en otras identidades, los digisexuales pueden tener muchas preferencias, pero en conjunto confían en la tecnología para fomentar relaciones de un nuevo tipo. Si bien podríamos pensar en los digisexuales como una realidad futurista, los humanos estamos explorando mucho de esto ahora”, le explica a Metro la experta en futuros de WGSN y autora del reporte, Cassandra Napoli.

“La soledad era un problema real en el mundo antes de la pandemia … especialmente para los Millennials y la Generación Z, la generación más solitaria. La tecnología ha proporcionado una especie de solución, permitiendo que las personas permanezcan conectadas y apoyadas a pesar de la distancia física. Y, como otras cosas que se pronosticaron anteriormente que serán una realidad en algunos años, la pandemia ha acelerado el aumento de las relaciones humano-máquina, con personas que dependen de la tecnología para el amor, la intimidad, la amistad y el apoyo a lo largo de 2020 más que nunca, durante una época en que la conexión en la vida real ha sido peligrosa o imposible. Adoptar la tecnología es una solución segura (y sanitaria) para socializar, al mismo tiempo que satisface la necesidad de compañía y conexión emocional en un momento de tanta soledad y dolor”, agrega la especialista.

La intimidad a través de diversas formas de tecnología 

El futurólogo Ian Pearson, estudioso del tema, asegura que en 50 años no solo podremos ver relaciones entre humanos y androides, sino que la tecnología también nos podrá dar, a través de la impresión en 3D, réplicas de la piel y otras partes sensibles de las personas para recrear las sensaciones que nos produce y poder manejarlas a distancia, o coordinar movimientos.

De hecho, el experto también incluye tecnologías como la Inteligencia Articial, la robótica y la “Active Skin”, que permitirá que dispositivos microscópicos se inserten en la piel humana para que esta reciba información sobre las respuestas de la persona y así las grabe y las reproduzca. Esto se customizará, de acuerdo con técnicas y preferencias, en el caso de los androides para dar experiencias más gratificantes, pero tendremos que esperar al menos 10, 15 años o más para eso.

Por otro lado, el experto es claro en que tampoco se verá una tecnología aún lo suficientemente desarrollada para experimentar nuestras sensaciones, al estilo “Her”: “Algún día tendremos una buena relación con máquinas que puedas controlar y tener lo que llamas una relación, así esta no sepa que existes. Pero hasta ahora se está dando esto, porque falta ir más allá del algoritmo, para luego construir programas y softwares que desarrollen máquinas que experimenten el mundo y usen los sentidos como lo hacemos nosotros. Ahora estamos en puros algoritmos a nivel  digital y es como leer actualmente Orgullo y Prejuicio: tú amas a los personajes, pero ellos no a ti porque no saben que existes. Así es como funciona la inteligencia artificial ahora, no es más que una novela romántica”, le explica Pearson a Metro.

A Pearson tampoco le aterra que la sexualidad humana sea reemplazada por máquinas: “La gente ha usado juguetes sexuales por años y las relaciones reales no se ven amenazadas con eso. Con los robots va a pasar lo mismo. No los veo como una competencia, quizás tendremos más conexión cuando las máquinas tengan emociones, pero como vemos en la ciencia ficción, la gente tiene relaciones con otras especies, pero siempre preferirás relacionarte con el humano, porque ve el mundo como tu y no sabes qué puede suceder con un robot, que en algunas cosas sí hará un mejor trabajo y recrear sensaciones o producir una mejor experiencia de roles. Pero esto lo veremos en 50, 100 años”.

2 preguntas a…

Neil Mc Arthur, PhD, autor de Robot Sex: Social and Ethical Implications

¿Llegará un punto en el que, como en la película “Her”, reemplacemos nuestras interacciones humanas por el sexo con máquinas al ya no tolerar más la imperfección que como especie brindamos? 

–La tecnología está avanzando cada vez más, sin embargo no creo que esté avanzando a la velocidad que nosotros esperamos. La inteligencia artificial en el desarrollo robótico ha probado ser bastante difícil, requiere de mucha investigación y, en muchos casos, la compañía que se están aventurando a hacer esto todavía no tienen el dinero suficiente que las grandes ya tienen. Aún así, esto no tiene marcha atrás, y también la gente está comenzando a repensar cómo aborda la intimidad y las relaciones.

Así, se ha sentido más cómoda usando la tecnología para acercarse a las otras personas, y también teniendo relaciones con SU tecnología. Especialmente la gente joven. Así, será natural ver cómo evoluciona esta relación.

¿Qué opina ante el temor de que incluso en lo íntimo seamos reemplazados por la tecnología? 

–La gente ya ha rechazado las relaciones humanas por varias razones, mucha gente está soltera en toda su vida por varias razones también. Otra gente tiene relaciones con sus carros, otros objetos, etc. Lo interesante de esto es que quizás veamos un incremento de gente que elige estar sola mientras esta tecnología se va desarrollando, pero creo que también se puede tener vida satisfactoria sin relaciones humanas, así que no tengo pánico, por el momento.

3 experiencias de sexo del futuro

Harmony

Cuesta alrededor de 14 mil dólares, habla y memoriza las preferencias sexuales de su usuario. También es customizable según sus prácticas favoritas.

Kissenger

Es un gadget del celular que simula los besos a distancia y recrea los besos que te da el usuario a través de la pantalla.

Arcwave Ion

Lo han catalogado como el “Satysfier”, para hombres. La tecnología Pleasure Air está creada para generar placer en los puntos más sensibles del pene. Cuesta 229 dólares.

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