Diez meses después del comienzo de la pandemia de coronavirus en Estados Unidos, los trabajadores que menos ganan siguen llevando la mayor carga de las pérdidas de empleos, una característica inusual y dura de la recesión que ha vapuleado la economía.
Usualmente en una recesión, los despidos afectan una vasta gama de sectores —tanto aquellos con trabajadores de ingresos altos y medianos como aquellos con bajos ingresos—, con todos los consumidores reduciendo gastos. Los economistas esperaban que lo mismo iba a ocurrir esta vez.
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En lugar de ello, gran parte del resto de la economía se está recuperando, aunque lenta e irregularmente. Las fábricas, aunque no recuperadas totalmente, han estado produciendo y añadiendo empleos cada mes desde mayo. Las ventas de viviendas han subido 26% comparadas con el nivel de hace un año, impulsadas por personas con recursos que pueden trabajar desde casa y buscan mayor espacio. Esa tendencia, a su vez, ha fortalecido empleos de altos ingresos en banca, seguros y bienes raíces.
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Pero en diciembre Estados Unidos perdió empleos por primera vez desde abril. Y los despidos se concentraron grandemente en las industrias que han sufrido más porque incluyen contactos en persona que ahora son casi imposibles: restaurantes, bares y hoteles, foros deportivos y salas de conciertos.
Con el virus transformando los hábitos de los compradores, los economistas piensan que una porción de esos empleos en el sector de servicios no regresará una vez la economía recupere su estabilidad. Esa tendencia casi seguramente ampliará aún más las inequidades económicas que han dejado a millones de familias imposibilitadas de comprar comida y pagar alquiler.
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“Esas diferencias… en pérdidas de empleos entre los trabajadores de altos y bajos ingresos son casi sin precedentes en las recesiones en Estados Unidos en los últimos 100 años”, dijeron en un estudio reciente Brad Hershbein, economista del Upjohn Institute for Employment Research y Harry Holzer, economista en la Universidad Georgetown.
En la superficie, el reporte de empleos del gobierno federal el viernes fue lúgubre: la economía perdió 140.000 empleos. Fue el sexto mes consecutivo en que las contrataciones bajan respecto al mes previo. El desempleo siguió varado en 6,7%, aún elevado.
Pero el número negativo se derivó casi enteramente de una brutal pérdida —alrededor de 5.00.000 empleos— en una categoría que incluye a restaurantes, bares, hoteles, casinos y esparcimiento.
Los gobiernos estatales y locales también eliminaron empleos. Igual los salones de belleza y otros servicios personales. Hubo despidos también en educación.
Casi todos los otros sectores añadieron empleos. La construcción ganó 51.000 empleos, los servicios financieros ganaron 12.000. El transporte y los almacenes, beneficiarios de un incremento del comercio en internet y los servicios de entrega en medio de la pandemia, ganaron casi 47.000.
Las pérdidas de empleos “definitivamente han estado grandemente concentradas en ciertas industrias, mucho más que en recesiones previas”, dijo Hershbein en una entrevista.
Una vez que las vacunas para el coronavirus hayan sido aplicadas más ampliamente y el nuevo paquete de rescate haya sido inyectado a la economía, la mayoría de los analistas espera una sólida recuperación de Estados Unidos a partir del tercer trimestre. El gobierno entrante de Joe Biden, junto con un Congreso ahora bajo control demócrata, casi seguramente impulsará ayuda financiera adicional y medidas de gastos que pudieran acelerar el crecimiento.
Los economistas apuntan que el paquete de 2 billones de dólares implementado por el gobierno en marzo, que incluyó prestaciones considerables por desempleo y ayuda a compañías pequeñas, hizo más para prevenir una mayor extensión de los despidos que lo que se esperaba.
Sin embargo, persiste un gran elemento desconocido para la economía de 2021: ¿Se recuperará la economía a una velocidad suficiente y con suficiente fuerza para absorber a muchos de los estadounidenses que perdieron sus puestos en hotelería hacia sectores más resistentes del mercado laboral?
Por ahora, la resurgente pandemia ha hecho que los consumidores sean renuentes de ir de compras, viajar, cenar fuera de casa, visitar sitios con muchedumbres y ha llevado a estados y ciudades a reimponer límites estrictos a restaurantes y bares, empeorando la situación en un sector que ha sido el más vapuleado por la crisis.
Hershbein y Holzer encontraron en su estudio que las pérdidas de empleos han sido mayores entre trabajadores negros e hispanos que entre blancos, y más pronunciadas para los obreros de bajos ingresos. El empleo entre la cuarta parte de los trabajadores de menor paga del país cayó casi 12% desde febrero. En cambio, entre la cuarta parte con mayores ingresos, la declinación fue de apenas 3,5%.
La proporción de estadounidenses blancos con trabajo ha caído un 6% desde la pandemia; entre los trabajadores negros e hispanoamericanos ha bajado un 10%, dijo Hershbein. Esto significa que a medida que una parte de la pérdida de empleos por la pandemia se vuelva permanente, los trabajadores no blancos serán los más perjudicados.