La pandemia de coronavirus está amenazando la cosecha de café en Honduras al obligar a que se queden en casa los hondureños que normalmente viajarían para realizar el trabajo e impedir que los recolectores extranjeros ingresen al país, dicen los productores locales del grano.
El riesgo para uno de los cultivos más importantes de Honduras es sólo uno de los muchos impactos devastadores de la pandemia. Las restricciones a la movilidad para contener la propagación del virus provocaron pérdidas generalizadas de empleos en el país, que ya de por sí pasa serias dificultades de diversa índole. Dos huracanes en noviembre que golpearon la región más productiva de Honduras en el norte sólo agravaron el problema.
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El café representa el 3% del producto interno bruto de la nación, según el Instituto Hondureño del Café.
En El Paraíso, una de las principales áreas productoras del grano en Honduras, los trabajadores del café dicen que requieren aproximadamente 70.000 personas para la cosecha, pero este año sólo tienen a unas 40.000. En la región, fronteriza con Nicaragua, la recolección comenzó el 15 de diciembre y continuará hasta mediados de febrero.
Fredy Pastrana, quien se dedica a cultivar café, dijo que muchos trabajadores que suelen venir de las ciudades no han viajado este año debido a los temores al COVID-19. Pero el mayor problema ha sido en la frontera, donde las autoridades hondureñas están requiriendo una prueba negativa de coronavirus antes de permitir el ingreso de extranjeros.
“He hablado con productores de otras regiones y creo que el problema es a nivel nacional”, afirmó Pastrana.
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En Nicaragua se han hecho muy pocas pruebas, y su costo de 24 dólares está fuera del alcance de muchos de los recolectores. Los cultivadores de café están intentando convencer al gobierno de Honduras para que establezca instalaciones de pruebas a bajo costo en las estaciones fronterizas para ayudar a agilizar el paso de trabajadores nicaragüenses por la frontera.
Costa Rica, otro importante productor de café, también requiere fuertemente de mano de obra extranjera para su cosecha. Anticipó que habría problemas debido a la pandemia, y el Instituto del Café de Costa Rica lanzó una campaña meses antes de la recolección para reclutar a costarricenses.
La campaña apeló a la nostalgia de una generación que podría haber pasado tiempo en los huertos de café durante la niñez pero no había trabajado allí en la edad adulta. También le apostaba a que el desempleo —el cual supera el 21%— pudiera hacer más atractiva la labor.
Pero los intentos de reclutar personal no dieron los resultados deseados, por lo que las autoridades llegaron a un acuerdo con Nicaragua en octubre para la llegada ordenada de trabajadores de ese país. El instituto del café calcula que se requerían unos 75.000 recolectores para la cosecha.
A los trabajadores nicaragüenses se les aplicaron pruebas de COVID-19 en la frontera costarricense y se les requirió ponerse en cuarentena en las plantaciones que les fueron asignadas durante 14 días antes de empezar a recolectar. El ministerio de agricultura indicó que se requerían aproximadamente 45.000 trabajadores extranjeros.
Costa Rica utilizó un sistema similar en su frontera sur con trabajadores de la etnia ngöbe-buglé de Panamá que también tienen la ciudadanía costarricense. De igual forma tuvieron que aislarse antes de ponerse a trabajar y este año no se les permitió que trajeran a sus hijos, como tradicionalmente hacen.
Costa Rica prevé una cosecha mucho más grande este año que el pasado.
En Honduras, los productores de café están cosechando con el personal que tienen, pero hay temores de que, si comienza a llover antes de que se recolecte el café, podría perderse gran parte de la cosecha.
En Ocotepeque, en el oeste del país, el cultivador Virgilio Pacheco dijo que tuvo que ir a Guatemala para hallar trabajadores, convencerlos de que vinieran y pagarles sus pruebas de COVID-19.
Alexander Welcher, un cultivador de café en el municipio central de Yoro, dijo que la falta de mano de obra para la cosecha es a nivel nacional.
“El problema es generalizado”, dijo Welcher. “Hay productores a quienes se les está madurando y secando el café porque no cuentan con la capacidad de cortarlo a tiempo”.