Un elemento primordial de las fechas decembrinas es el Árbol de Navidad.
Cualquier familia que guste de adornar sus casas con las temáticas de estas fechas tan esperadas, lo primero que buscan y colocan son los famosos árboles naturales o artificiales.
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La mayoría de las personas podrían pensar que la costumbre de adornar este vital elemento de la Navidad viene de Estados Unidos, que ha contagiado a muchos países con su famoso: “Merry Christmas”.
Sin embargo, esta creencia está muy alejada de la realidad.
Y es que sus orígenes se encuentran en religiones y culturas muy, muy, antiguas.
Es más, antes de que los primeros cristianos arribaran al norte de Europa, los antiguos germanos, indios y egipcios ya adornaban ramas verdes con luces. Tenían la creencia de que así alejarían y expulsarían a los malos espíritus.
Los habitantes del Viejo Continente ponían manzanas y otras frutas sobre algunos árboles para recibir la primavera. Además, era una forma de venerar a dioses, como a los dioses Frey y Thor.
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Ya para el Siglo VII, según la leyenda, San Bonifacio, evangelizador de Alemania, arrancó el árbol que representaba a estos dioses paganos para plantar un abeto en su lugar. La hoja perenne era símbolo del amor eterno a Dios y su forma triangular hacía referencia a la Santísima Trinidad.
Pero es para los inicios de los años 1600 cuando aparecen las grandes referencias de los árboles. En los libros de historia se habla de un abeto, que era decorado con rosas de papel, figuras de azúcar y manzanas. Era algo más parecido al Árbol de Navidad que ahora conocemos.
Martín Lutero lo vio por accidente
Esa tradición encontró gran arraigo entre los fieles protestantes. La leyenda cuenta que en Alemania, Martín Lutero inventó la decoración con velas, frutos secos y manzanas, para simbolizar los dones que recibió la humanidad con la llegada de Jesucristo.
La historia relata que Lutero caminaba por uno de los bosques alemanes, cuando se topó con un árbol que dejaba ver las estrellas entre sus ramas.
Al llegar a su casa quiso replicar el fenómeno, al colocar candelas en un árbol que había cortado.
Así, los historiadores y especialistas colocan a Martín Lutero como el primero que adornó un Árbol de Navidad, muy parecido al que conocemos en la actualidad.