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Más allá de The Crown: los intentos (serios) de los royals en la moda

Si bien sus figuras femeninas han sido íconos de la moda, algunos de ellos han trasladado esas inquietudes a hechos más concretos.

the new artisan

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En la cuarta temporada de “The Crown” presentan al príncipe Carlos como un marido abusivo e indiferente con Diana y esto ha revivido viejas heridas que en tiempos donde no existían redes sociales se han centuplicado: cada posteo que hace él sobre su labor, junto a la duquesa de Cornualles, la odiada Camilla, ha recibido la respuesta que casi treinta años atrás era la misma, rechazo hacia ellos. Más allá de The Crown: los intentos (serios) de los royals en la moda

Y, por supuesto, lo que parece ahora un hashtag traído directamente desde 1997: #Dianaforever. 

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Más allá de The Crown: los intentos (serios) de los royals en la moda

Pero más allá de la estela (¿o sombra?) de la princesa, el príncipe ha trabajado en causas serias sobre medio ambiente y otros temas coyunturales. Uno de ellos es la moda y así se suma a royals y a antiguos miembros de la familia real en un campo donde si bien generan réditos a las marcas que usan (hay que ver lo que han causado Meghan Markle y Kate Middleton cada vez que usan un vestido de una marca que se vuelve viral) también han dado su voz, con permiso del palacio de Buckingham a través de editoriales y colecciones.

Estos han sido sus acercamientos.

The Modern Artisan

El príncipe Carlos es el principal colaborador de una colección donde participan el grupo Yoox Net-A-Porter y en donde su fundación también toma un papel relevante. Unieron a seis estudiantes de diseño del Politécnico de Milán y a cuatro artesanos que están en The Prince Foundation, que desde el año 2000 preserva oficios tradicionales en Escocia.

Así, presentaron una colección de 18 piezas atemporales, 10 femeninas y ocho masculinas, que se pueden encontrar tanto en Yoox, Net-A-Porter, Mr Porter y The Outnet y donde cada beneficio que genere se reinvertirá en la fundación. Por supuesto, y atendiendo los protocolos sostenibles (el príncipe siempre ha sido un gran partidario de las causas ecologistas) da un tracking sobre el origen del producto, quién lo hizo o qué artesano lo confeccionó.

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Ahora bien, lo interesante de la colección es que los diseñadores accedieron a los datos de 4,3 millones de clientes, con el propósito de entender sus preferencias y así incorporar estos hallazgos, donde triunfa la atemporalidad y añaden elementos como cinturones o colores populares como el azul marino. También se pueden encontrar trajes sastres, blusas de seda y varias prendas de punto.

Meghan Markle, editora de Vogue 

El año pasado, cuando aún pertenecía a la familia real, Meghan fue directora del September Issue, la edición más importante de moda de la icónica revista de Condé Nast, para la edición de Gran Bretaña. Muy acorde con las políticas de su editor, Edward Enninful, la edición que comandó se enfocó en la actualidad, la inclusión y en reconocer la labor de varias mujeres alrededor del mundo. La edición se llamó “Forces for Change” (Fuerzas para el cambio) y destacó a 15 mujeres de varios sectores que han sido inspiradoras en la actualidad.

Enninful y Meghan trabajaron juntos por siete meses para crear la edición, y la portada incluyó a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Adern, a Greta Thunberg, Laverne Cox, Salma Hakek y la autora Chimamanda Adichie, entre otras. La duquesa de Sussex también apoyó con una carta y con una entrevista con la ex primera dama Michelle Obama. 

Diana, moda por una causa social

Cuando la princesa vivía, era claro que ella era la estrella principal en cada evento que hiciera y que sus vestidos más populares se iban a vender bien: de hecho, en 1997, en junio, hizo una subasta con todos sus vestidos más famosos en un evento llamado “Fit for a Princesss”. Así, el que usó para bailar con John Travolta en la Casa Blanca, en los años 80, se vendió por 222 mil dólares. En total, ella vendió ese día 79 vestidos de cóctel y de gala cuando era miembro de la familia real y recaudó 3,25 millones de dólares en total. 

Si bien los vestidos tenían un costo original de 5000 dólares, se terminaron vendiendo en 41 mil en promedio y esto atrajo a más de mil postores, que al comprar las piezas beneficiaban a las caridades que apoyaba la princesa y que luchaban contra el cáncer y el  VIH. Piezas como el “vestido Elvis”, que usó sola en una gira terminando la década de los 80 en Nueva York , que se vendió en 151 mil dólares. Y en esa época, tener la pieza de la mayor estrella de la realeza lo valía.

Hoy es distinto: el año pasado se subastó, de nuevo, su vestido que usó en la Casa Blanca. Se esperaba recoger al menos 410 mil dólares por él. La pieza, diseñada por Kerry Cusack, ni siquiera alcanzó los 300 mil.

Moda y realeza británica: simbolismo y conexión con el pueblo

Desde hace algunos siglos, las monarquías de Europa (no todas) aprendieron a punta de golpes y revoluciones que ostentar, sobre todo en tiempos difíciles para su pueblo, era lo peor que podían hacer, o pregúntenle a María Antonieta. En el caso de la monarquía británica, la reina Victoria impuso aires de austeridad que siguieron casi todos sus descendientes, con contadas excepciones como Eduardo VII y VIII, íconos de moda masculina y elegancia. Para cuando Jorge VI ascendió al poder, la antigua reina madre, Isabel Bowes-Lyon, apoyaba a los damnificados de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial con sus trajes coloridos, eso sí, sin ninguna demostración de lujo. Su hija, por el contrario, se adaptó al vaivén de los tiempos, pero siempre luciendo una imagen que diera la impresión de estabilidad.

Ya para la llegada de Diana, esta se volvió un ícono de moda por sí misma y así la siguieron sus nueras, que agotan online todo lo que usan. Pero Kate Middleton, en particular, se ha hecho famosa por repetir vestidos, trajes y chaquetas y esto también le ha granjeado la simpatía de la abuela de su esposo y del establecimiento del que ahora hace parte. 

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