Activistas y abogados esperan que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firme una sucesión de indultos que podrían poner a prueba los límites de ese poder presidencial.
Se cree que Trump podría estar considerando una serie de indultos y conmutaciones de pena antes de dejar el cargo, lo que podría incluir a miembros de su familia, exasesores e incluso a sí mismo. Aunque no es inusual que los presidentes firmen indultos controvertidos al final de su mandato, Trump ha dejado claro que no tiene reparos en intervenir en casos de amigos y aliados que cree han recibido un trato injusto, como su exasesor de seguridad nacional Michael Flynn.
PUBLICIDAD
La lista de posibles candidatos es larga y variada: el expresidente de campaña de Trump, Paul Manafort, encarcelado por delitos financieros dentro de la investigación sobre Rusia; George Papadopoulos, que se declaró culpable de mentir al FBI, al igual que Flynn; Joseph Maldonado-Passage, conocido como “Joe Exotic” y que apareció en la serie de Netflix “Tiger King”, y excontratistas condenados por un tiroteo en Bagdad donde murieron más de una docena de civiles, incluidos mujeres y niños.
Trump, preocupado desde hace tiempo por su posible exposición a problemas legales cuando deje el cargo, ha hablado en las últimas semanas con personas cercanas sobre que teme que él, su familia o sus negocios puedan verse señalados por el Departamento de Justicia durante el mandato del presidente electo, Joe Biden, a pesar de que Biden ha dejado claro que él no tomaría parte en ninguna decisión de esa clase.
Sin embargo, Trump ha tenido conversaciones informales con aliados sobre cómo podría proteger a su familia, aunque no ha tomado medidas al respecto. Sus hijos adultos no han solicitado indultos ni creen que los necesiten, según personas familiarizadas con las conversaciones y que hablaron bajo condición de anonimato para comentar cuestiones privadas.
Trump también ha hablado de la posibilidad de protegerse a sí mismo, según publicó primero el New York Times. En un video subido el miércoles a Facebook hizo una alusión a su posible vulnerabilidad.
“Ahora oigo que esa misma gente que no logró pillarme en Washington ha enviado toda la información a Nueva York para que intenten pillarme allí”, dijo.
PUBLICIDAD
Las especulaciones provocaron una reacción preventiva entre los críticos.
“Normalmente, si alguien recibe un indulto sugiere que podrían haber cometido un delito. No es algo que yo querría ver asociado a mi familia”, dijo el senador republicano de Utah Mitt Romney, un crítico habitual de Trump.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, condenó la idea de un presidente que pregunta al personal si puede concederse un indulto preventivo a sí mismo, a sus parientes y a su abogado, Rudy Giuliani, con quien Trump ha tratado posibles medidas.
“Hay una respuesta sencilla: No. No, señor presidente, eso sería un tosco abuso de la autoridad del indulto presidencial”, dijo Schumer.
Los presidentes tienen amplios poderes para indultar en casos de delitos federales. Eso incluye conceder clemencia a personas que aún no enfrentan cargos, como hizo el presidente Gerald Ford en 1974 cuando indultó a su predecesor, Richard Nixon.
Pero no pueden conceder indultos por delitos estatales ni eludir la ley indultando a personas por delitos que aún no se han producido, según expertos legales. No está claro si un presidente puede indultarse a sí mismo. Nadie lo ha intentado.
Una opinión expresada hace décadas por la Oficina de Asesoría Legal del Departamento de Justicia sugiere que los presidentes no pueden indultarse a sí mismos porque eso implicaría que hacen de jueces en sus propios casos, aunque también señaló que un presidente podía declararse incapacitado para ejercer el cargo, transferir el poder a su vicepresidente y recibir un indulto de esa manera.
A menudo, los mandatarios toman decisiones controvertidas al perdonar a amigos y donantes antes de abandonar el cargo. Bill Clinton perdonó al acaudalado financiero Marc Rich, y Ronald Reagan al propietario de los Yanquis de Nueva York, George Steinbrenner. Pero la posición de Trump es notable dado el gran número de exaliados y asesores que han sido encarcelados, procesados o que afrontan problemas legales.
Entre ellos están Manafort; el número dos de Manafort, Rick Gates; el viejo amigo y asesor de Trump Roger Stone; su exestratega jefe Steve Bannon, y su exabogado Michael Cohen. Stone y Flynn ya han recibido clemencia de Trump.
En la mayoría de los gobiernos, el 99% de los que reciben indultos son gente desconocida para el público, mientras que el 1% recibe toda la atención, señaló el profesor de derecho de la Universidad Estatal de Michigan Brian Kalt. Pero el interés de Trump por los famosos y la gente conocida ha trastocado esos porcentajes.
“Se puede apreciar el atractivo del poder de indultar para alguien como él”, dijo Kalt. “Es la única cosa que el presidente ordena y se hace. No tiene que tratar con las ‘maquinarias del estado’. No tiene que pasar por la supervisión del Congreso ni una evaluación judicial”.
En gobiernos anteriores, los indultos pasaban un proceso formal de evaluación en el Departamento de Justicia. Los abogados revisaban cuidadosamente los casos antes de hacer recomendaciones a la Casa Blanca. Trump ha abandonado en gran parte ese proceso, optando en cambio por una estrategia más arriesgada que ha beneficiado a aspirantes cuyos casos tenían una conexión personal con el mandatario o fueron defendidos por famosos como Kim Kardashian West.
Conforme se aclaraban los resultados de las elecciones del mes pasado, los aspirantes a ser indultados antes de que Trump deje el cargo han redoblado sus esfuerzos por llamar la atención de la Casa Blanca, apostando por abogados estrella de Washington, redoblando sus campañas de relaciones públicas y, en el caso de Papadopoulos, escribiendo un libro, apareciendo en Fox News y hablando con medios de comunicación.
“Simplemente quiero que se conozcan los hechos sobre lo que ocurrió exactamente en mi situación, y que el público estadounidense determine su conclusión lógica. Que espero que sea un indulto. No cuento con ello, pero sería un honor aceptar uno”, dijo a The Associated Press.
Giuliani, mientras tanto, ha hablado directamente con el presidente sobre un indulto. Los dos han mantenido conversaciones preliminares sobre el tema, pero no está claro lo serias que fueron.
Pero más allá de los nombres conocidos está la gente corriente entre rejas que ha intentado argumentar que recibieron condenas injustas o merecen una segunda oportunidad.
“Mucha gente está pidiendo ayuda”, dijo Alice Marie Johnson, que cumplía una condena de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional hasta que Trump conmutó su pena en 2018, después de que Kardashian West defendiera su causa. Desde entonces, Trump ha incluido la historia de Johnson en un anuncio de la Super Bowl, y este año la indultó durante la Convención Nacional Republicana.
Johnson, que ya ha hecho campaña con éxito para que el presidente actúe en los casos de varias personas, dijo que había vuelto a reunirse con el mandatario en la Casa Blanca hace varias semanas para presentar varios casos, todos de personas con “rehabilitaciones increíbles e historiales increíbles en prisión”.
“Personalmente, confío en ver a gente en su casa antes de Navidad”, dijo. “Familias de todo el país rezan por un milagro de Navidad”.
La Casa Blanca no respondió a preguntas sobre el tema, y la secretaria de prensa Kayleigh McEnany dijo que “no he oído mencionar ningún indulto en ninguna conversación que he tenido con la Casa Blanca” aparte de Flynn.
Por ahora, Trump ha utilizado su poder de indultar con menos frecuencia que cualquier presidente en la historia moderna, según datos del Departamento de Justicia reunidos por el Centro de Investigación Pew.
Según esos datos, ha concedido clemencia en 44 ocasiones, menos que cualquier otro presidente desde, al menos, William McKinley.
“Tienes más de 13.000 solicitudes presentadas por estas personas que cumplieron las normas” al presentar sus peticiones, que requieren que otras personas escriban cartas en su nombre y esperar años a que se procesen sus casos, indicó Mark Osler, exfiscal federal y profesor de la Universidad de St. Thomas. Osler ha participado en varias reuniones en la Casa Blanca durante el mandato de Trump, en las que los funcionarios plantearon posibles cambios en el proceso.
“Para esas personas que deberían estar libres”, señaló, la estrategia de Trump de priorizar a familiares y amigos “es una tragedia real y profunda”.