David Dinkins, que rompió barreras como primer alcalde afroestadounidense de la Ciudad de Nueva York pero a quien la elevada tasa de criminalidad, el aumento del desempleo y a mala gestión de una revuelta en Brooklyn le impidieron la reelección, ha fallecido. Tenía 93 años.
El exalcalde murió el lunes, según confirmó el Departamento de Policía de la ciudad, que dijo que recibió una llamada desde su casa por la noche. Los primeros indicios apuntaban a que el deceso se produjo por causas naturales.
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Dinkins, una figura tranquila y cortés con inclinación por el tenis y la ropa formal, fue un cambio drástico con respecto a su predecesor, Ed Koch, y a su sucesor, Rudolph Giuliani, dos políticos combativos y a menudo desagradables conocidos por su impaciencia y rudeza.
En el discurso de su toma de posesión, en enero de 1990, habló con cariño de Nueva York como un “magnífico mosaico de raza y fe religiosa, de orígenes nacionales y orientación sexual, de individuos cuyas familias llegaron ayer y hace generaciones, pasando por la isla de Ellis o el aeropuerto Kennedy o en buses de la Autoridad Portuaria”.
Pero la ciudad que heredó también tenía un lado feo: el sida, las armas y el crack mataban a miles de personas al año, el desempleo se disparó, como el número de personas viviendo en la calle, y la ciudad tenía un déficit presupuestario de 1.500 millones de dólares.
El perfil discreto de Dinkins fue considerado rápidamente como un defecto. Los críticos dijeron que era demasiado suave y lento.
Dinkins hizo mucho en el ayuntamiento. Subió los impuestos para contratar a miles de policías, invirtió miles de millones de dólares para revitalizar viviendas abandonadas y su gobierno convenció a Walt Disney Corp. para que invirtiese en la limpieza de la por entonces sórdida Times Square.
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En los últimos años, ha recibido más crédito por estos logros, un reconocimiento que según el alcalde actual, Bill de Blasio, debió haber tenido siempre.
La muerte de Dinkins se produce semanas después de la de su esposa, Joyce, que falleció en octubre a los 89 años.