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Republicanos aceptan derrota de Trump, pero no en público

Cuando Kamala Harris regresó al Senado esta semana por primera vez como vicepresidenta electa, sus colegas republicanos, incluyendo el influyente Lindsey Graham, ofrecieron sus felicitaciones.

Fue un indicio de que muchos republicanos han reconocido en privado lo que se niegan a decir públicamente: los demócratas Joe Biden y Harris ganaron la elección y asumirán sus puestos en enero.

El silencio público del Partido Republicano en torno a la realidad de la victoria de Biden equivale a una aprobación tácita de las acusaciones infundadas de Trump de que hubo fraude electoral. Eso tiene repercusiones significativas, demorando la transición durante una pandemia mortífera, sembrando dudas entre el público y poniendo en peligro la capacidad de Biden de liderar la porción del país que podría cuestionar su legitimidad.

“Las consecuencias en el mundo real son peligrosas”, dijo Eddie Glaude, jefe del Departamento de Estudios Afroestadounidenses en la Universidad de Princeton. “Las implicaciones a largo plazo son la consolidación de la duda sobre los comicios y lo que eso significa para la estructura política. Ello podría derivar en que la mitad del país no sólo tenga profundas sospechas sobre el proceso democrático sino que también sea activamente hostil hacia el mismo. Se vuelve difícil imaginar cómo podemos superarlo”.

Los republicanos están concluyendo el gobierno de Trump de la misma forma en que lo iniciaron: sumándose al presidente en destrozar las normas cívicas y sembrando incertidumbre en las instituciones. Pero sus intentos por mantener un respaldo en público al mandatario comenzaron a deteriorarse el miércoles.

Los susurros privados acerca de la inutilidad de la ofensiva de Trump en las cortes se han vuelto más audibles luego que el abogado de Trump, Rudy Guliani, compareció en un tribunal en Pensilvania haciendo acusaciones amplias e infundadas de fraude electoral para intentar invalidar los resultados de las urnas. A una pregunta sobre el caso, el senador republicano Pat Toomey dijo: “Déjeme decir simplemente que no creo que tengan solidez” en él.

Y cuando el jefe de despacho de la Casa Blanca Mark Meadows se reunió con senadores republicanos, los alentó a “aprovechar al máximo” el tiempo que les queda con Trump, de acuerdo con dos senadores.

El senador republicano John Cornyn dijo que el mensaje de Meadows fue “en esencia que nos quedan unos 45 días del período del presidente”. Meadows les dijo que el gobierno quería asegurarse de que, si los senadores “tenían ideas de cosas que la Casa Blanca pudiera y debería hacer durante ese período de tiempo, que se las hiciéramos llegar a él”.

Pero incluso entonces permaneció un asomo de negación.

“Pero él dijo —tengo que ser honesto con ustedes_, sí dijo que ya sea que se trate de 45 días o de cuatro años y 45 días”, añadió Cornyn.

Pese al reconocimiento en privado, no ha habido gestiones públicas para empujar a Trump a salir de la Casa Blanca.

El mandatario se ha negado a admitir su derrota en la contienda presidencial y está librando pleitos legales en varios estados, pese a que no hay indicio ni evidencia de irregularidades en las urnas ni de fraude electoral extendido. La jefa de la Administración de Servicios Generales, Emily Murphy —nombrada por Trump_, no ha iniciado formalmente la transición de Biden a la Casa Blanca, lo que obstaculiza la capacidad del gobierno entrante de prepararse para lidiar con una pandemia que empeora y que ya ha dejado 250.000 muertos en el país.

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